Si atroz es el fuego indiscriminado, bien diferente, y más grave, es lo sucedido el 4 de enero en el barrio de Zeitun, en el este de la ciudad de Gaza. Los militares israelíes obligaron a 110 personas, la mitad de ellos niños, a abandonar sus viviendas y les forzaron a refugiarse en un edificio. Un día después lo bombardearon. Al menos 31 personas, según la denuncia de una agencia de Naciones Unidas y de una ONG israelí, murieron, la gran mayoría miembros de la familia Samuni. Mientras, la guerra prosigue imparable. Tanto Israel como Hamás rechazaron ayer la resolución de la ONU que hacía un llamamiento a un alto fuego inmediato.
Israel ha decidido proseguir su ofensiva contra el movimiento islamista Hamas, pese a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pide el fin de un conflicto que en catorce días ha dejado más de 785 muertos palestinos en la franja de Gaza.Las bombas caen con insistencia en al norte de la franja donde los heridos civiles llegan por decenas a los hospitales. El ejército israelí ataca por tierra y aire.
Durante tres días, a los servicios médicos se les impidió el acceso a la casa. Cuando se les permitió, sólo lo pudieron hacer a pie. Sin ambulancias. Los relatos de testigos oculares y el de Ahmed Ibrahim Samuni, un chaval de 13 años que sobrevivió con heridas en el pecho y una pierna, a la agencia Reuters desde el hospital de Gaza son estremecedores.
"Estábamos durmiendo todos en una habitación cuando los tanques y los aviones bombardearon. Un proyectil impactó en casa. Gracias a Dios nadie fue herido. Salimos y vimos a 15 hombres que descendían de un helicóptero en los tejados de los edificios. Los soldados golpearon a los vecinos y les forzaron a entrar en una casa", contó el niño. Al día siguiente, gran parte de su familia fue masacrada en esa vivienda. Ahmed se encargó de cuidar a tres hermanos durante tres días junto al cadáver de su madre y de 30 inocentes más. "No había agua ni pan, nada que comer", añadió.
Tres días después del ataque, llegó la Media Luna Roja. Varios de los supervivientes, debilitados, no podían caminar. Los montones de arena alzados por los militares israelíes impedían el paso de las ambulancias, por lo que los heridos tuvieron que ser trasladados en carretas tiradas por burros, un medio cada vez más habitual en Gaza.
El Gobierno israelí asegura que investigará. Es la respuesta habitual después de masacres que se repiten desde hace décadas. Ariel Sharon derribó más de 40 casas en el pueblo de Qibya (Cisjordania) en 1953 con sus residentes en el interior; en 1982, Sharon protegió a los falangistas cristianos que perpetraban la matanza de 1.700 civiles en Sabra y Chatila (Beirut); en 1996, la aviación bombardeó una sede de Naciones Unidas en Qana y mató a 106 personas, la mitad niños; en 2006, los helicópteros dispararon contra civiles desarmados en el pueblo libanés de Marwahin. "De ninguna manera, los civiles son nuestro objetivo", repetían ayer portavoces israelíes. No obstante, una agresión como la del 4 de enero puede no ser la última.
Por JUAN MIGUEL MUÑOZ para EL PAIS
10/01/2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario