El estado de Israel.
Por Adrian Salbuchi (*)
Según muchas organizaciones sionistas, y sus voceros y simpatizantes en los multimedios y otros círculos, el “antisemitismo” se habría mutado manifestándose hoy a través de la crítica a las políticas internas y externas del Estado de Israel. Claramente, este concepto reviste alta peligrosidad pues si la acusación de “antisemita” sirve como arma silenciadora, descalificadora y de censura de las opiniones e ideas de un amplio sector de la comunidad, entonces estaríamos ante una situación altamente nociva pues se estaría haciendo crecientemente difícil, y profesionalmente riesgoso, realizar análisis, diagnósticos y criticas objetivas de la geopolítica del Estado de Israel. […]
[…] Según esta lógica perversa, hoy se puede criticar – incluso vehementemente – las políticas de naciones como Estados Unidos, Gran Bretaña o Argentina, sin que ello implique una condena a sus pueblos – ni mucho menos a sus creencias religiosas. Pero no se puede criticar a Israel políticamente, porque ello significa cometer “antisemitismo” según se lo describe vagamente como discriminación o persecución de los judíos como etnia y religión.
En rigor de verdad, sostenemos que rara vez los pueblos son “enemigos” entre sí. Usualmente, son sus dirigencias las que operan de manera adversarial hacia determinados grupos, pueblos, naciones, ideologías e individuos. Cuanto más poderosas son esas dirigencias, mayores cuotas de violencia política, psicológica y física pueden esgrimir contra sus adversarios.
El núcleo de este pensamiento, entonces, pretende equiparar al sionismo y al Estado de Israel, con toda la comunidad judía mundial: una falacia perversa por cuanto el sionismo y el Estado de Israel son construcciones ideológica y política respectivamente, mientras que pueblo judío conforma una etnia de presencia global que, con distintos grados de intensidad, practica la religión judía.
No todos sus miembros se identifican con los intereses y lineamientos ideológicos del sionismo y de Israel. Sería tan absurdo presuponer que la etnia judía se alinee 100% detrás de una ideología política y un Estado determinado, como sería absurdo presuponer que quienes no pertenecen a esa etnia sean todos contrarios a dicha ideología sionista y al Estado israelí.
En consecuencia, podemos concluir que no todo judío es sionista y no todo sionista es judío. Para ampliar detalles sobre esta problemática íntimamente ligada a la ideología sionista, incorporamos como “Anexo II” al presente informe el texto del Capítulo VI de la obra del autor “Bienvenidos a la jungla: dominio y supervivencia en el Nuevo Orden Mundial”(1).
[…] Esto es particularmente grave por cuanto Israel se encuentra en estado de guerra permanente desde su fundación forzada en 1948. Su creación fue realizada a costa de los palestinos cuya matanza, expulsión hacia otros países musulmanas – notablemente el Líbano, Siria, Jordania y Egipto – y su posterior ocupación por las fuerzas armadas del Estado de Israel, al margen de conformar una cruel injusticia y flagrante violación del derecho internacional, mancha de vergüenza a toda la humanidad.
La realidad es que el Estado de Israel fue forjado por la fuerza de las armas a través de operaciones terroristas, tanto contra las autoridades del gobierno británico entonces a cargo del Mandato de Palestina, como contra los propios pobladores palestinos. Aquellas operaciones armadas fueron organizadas y ejecutadas por organizaciones terroristas como el Irgun Zvai Leumi, el Grupo Stern y La Hagannah (luego integradas para conformar el núcleo de las Fuerzas de Defensa Israelí – o sea, su ejército nacional), y por líderes guerrilleros como Menahem Beguin e Isaac Shamir (luego elevados al rango de primer ministros israelíes).
NOTAS.
(1) Salbuchi – “Bienvenidos a la jungla: dominio y supervivencia en el Nuevo Orden Mundial” – Editorial Anábasis, Córdoba, 2005.
Fuente:
El Traductor Gráfico, No. 48 - 8 de marzo de 2008
Informe sobre la verdadera realidad nacional e internacional del Proyecto MSRA - Movimiento por la Segunda República Argentina
Investigación y redacción: Adrian Salbuchi
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© Adrian Salbuchi, Buenos Aires, Marzo 2008
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