La tiranía de
por Ignacio Ramonet (*)
Hoy en día
En el marco de esta globalización, ¿qué papel juega la información y, más ampliamente, la comunicación, en el seno de la cual interviene este medio del cual hablamos hoy –la televisión-, pero que hoy día ya está dejando de ser el medio dominante en la medida en que habría que articularlo con internet? No cabe duda de que, hoy en día, hay una serie de indicios que nos muestran que, en las sociedades democráticas, los medios de comunicación no están funcionando. Y no están funcionando hasta tal punto que la sociedad, los países democráticos están reclamando que funcionen mejor.
Algunos teóricos indican que, en la actualidad, uno de los problemas principales que tiene la democracia es el mal funcionamiento de los medios de comunicación y de información. Durante mucho tiempo se pensó que los medios eran una forma de hacer avanzar
En estos últimos tiempos se han producido una serie de disfunciones mediáticas que indican que los medios son, hoy por hoy, “el problema” de
Podemos tomar, por ejemplo, lo que ocurrido en Estados Unidos en vísperas de la guerra de Irak. Esta guerra se decide porque el gobierno de Estados Unidos, apoyándose en una serie de informes, algunos de ellos procurados por servicios de inteligencia europeos (mayormente británicos, pero no sólo ellos, también italianos), afirma que el régimen de Saddam Hussein posee armas de destrucción masiva. Era una afirmación que, en principio, tenía la fuerza de intimidación de ser expresada por el presidente de los EUA, por el vicepresidente (Dick Cheney) y por el ministro de Defensa (Donald Rumsfeld). La opinión pública internacional podía partir del principio que semejantes autoridades a escala internacional no podían avanzar una idea falsa, que algo de verdad habría en esto. Recuerden cuál era la tesis principal para argumentar la necesidad de hacer esa guerra. Decían que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva (químicas, biológicas) y que estaba a punto de dotarse de armas nucleares y, por consiguiente, constituía un peligro no sólo para la región sino para la seguridad de los Estados Unidos. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, ese Estado podía poner esas armas de destrucción masiva en manos de algunos grupos capaces de golpear a Estados Unidos.
El segundo argumento para hacer la guerra es que estaba establecido que había una relación entre el régimen de Saddam Hussein y los autores del atentado del 11 de septiembre. Decían que, en definitiva, Saddam Hussein era el autor indirecto de los atentados en razón de sus relaciones con
Cuando el gobierno de los EUA afirma eso, ¿cuál es el comportamiento de los medios de comunicación? ¿Cuál es el comportamiento de la prensa seria norteamericana, de la televisión y de las emisiones más serias de la CBS como Sixty minutes, que tienen una credibilidad importante? Esos medios de comunicación ¿se interrogan sobre esas afirmaciones, investigan sobre la realidad de esas informaciones? Periódicos tan serios y con fama mundial como el New York Times o el Washington Post (en particular el Washington Post había sacado a la luz el Watergate y podíamos como ciudadanos serios y críticos hacerle confianza), no sólo confirmaron lo que decía el gobierno de los Estados Unidos sino que publicaron una serie de artículos confirmando que los argumentos y afirmaciones del gobierno eran más que ciertos.
Pero hoy sabemos que esas armas nunca existieron. Hoy sabemos que nunca hubo relaciones entre el régimen de Saddam Hussein y Al-Qaeda. Hoy sabemos que esa guerra se hizo en nombre de argumentos falsos que convencieron a la opinión pública norteamericana porque todos los medios lo repitieron. Y en el momento de empezar la guerra, el 20 de marzo de 2003, entre el 65 y el 70 por ciento de la opinión pública norteamericana apoya a su gobierno en su decisión de invadir aunque no tenga la autorización de Naciones Unidas, aunque decida llevar a cabo una aventura militar fuera de la legalidad internacional. Esta adhesión de la opinión pública es consecuencia del apoyo de los medios de comunicación y esos medios de comunicación se equivocaron masivamente. Los medios de comunicación no jugaron el papel que nosotros tenemos el derecho de esperar: que nos digan la verdad, que nos den elementos que nos permitan juzgar. ¿Lo que dice el gobierno es cierto o es falso? Nosotros tenemos que confiar en los medios de comunicación para recoger elementos que nos permitan juzgar. Si los propios medios de comunicación se alinean con una posición que se va a revelar errónea por parte de este gobierno, evidentemente no tenemos elementos de juicio.
Eso sin tener en cuenta lo que sucedió después, al iniciarse la guerra, como el asunto de
Podríamos poner otro ejemplo de fracaso, de desastre mediático. Este es uno de los más que se han producido en los últimos años, pero podríamos hablar del 11 de marzo aquí en España, donde vemos como un presidente del gobierno llama directamente a los responsables de los principales medios para afirmar que él sabe quien ha cometido este atentado y para que estos medios reproduzcan quien ha cometido este atentado en la versión del presidente del gobierno. Cuando su propio ministro del interior –en los medios dominantes- está también dando una versión que se va a revelar falsa de esos atentados. Unos atentados que traumatizan a la sociedad española, de la misma manera que los atentados del 11 de septiembre traumatizaron a la sociedad norteamericana. Vemos que pocos medios consiguen resistirse a este tipo de manipulación. Pocos medios serios resisten al argumento de autoridad de que el presidente del gobierno diga, según él, quién es el autor de atentado. Por eso, en los primeros días, muchos medios de comunicación van a afirmar que es ETA el autor del atentado cuando ya hay indicios de que no puede ser y de que se trata de un atentado de carácter islamista radical, más o menos ligado a Al-Qaeda.
En toda esta historia, vemos como un gobierno trata de imponer lo que llamaríamos una “verdad oficial”, lo que antes, en los países autoritarios, se llamaba la “verdad oficial”. Existe la “verdad oficial” y la “verdad real”.
Lo sucedido en España el 11 de marzo aporta una segunda lección. La primera es que aquí, como en otras partes, los medios de comunicación están ligados al poder o a intereses económicos muy ligados al poder y no tienen suficiente distancia crítica. Pero hay una segunda lección que podemos sacar de la experiencia española –que es bastante inaugural a escala
La tercera lección, que demuestra que algo no funciona en los medios, es lo que ha pasado en Francia con el referéndum. ¿Qué ha ocurrido en Francia, desde el punto de vista mediático, con el referéndum? Desde este punto de vista, todos los grandes medios de comunicación franceses (televisiones, radio, periódicos) estuvieron machacando durante meses que si no se votaba que sí, sería una catástrofe. Estuvieron aterrorizando a los ciudadanos, en nombre del interés superior que, según los editorialistas y los periodistas, era lo que necesitaba el país. Todo el establishment político, los grandes partidos y los grandes dirigentes, con la ayuda de todos los grandes dirigentes europeos, que vinieron a repetirle a la gente que debían votar sí. Teóricamente, en un referéndum se puede votar de dos maneras: sí o no. Y hasta puede uno abstenerse. Pero ahí se difundió la idea de que sólo se podía votar sí. ¿Y qué hizo la gente? El 60 por ciento votó que no. ¿Qué demuestra eso? Pues que la gente no sigue lo que le dicen los medios. Los medios no tienen tanta influencia en la sociedad como a veces creemos nosotros mismos que somos críticos. En Francia, si la sociedad hubiese votado en proporción a lo que los medios dominantes dijeron o al tiempo en sí que se dio durante la campaña, se hubiera obtenido un 80 por ciento a favor del sí y el 20 por ciento a favor del no. Hoy en día, en nuestras sociedades, cada vez hay más desconfianza en relación con los medios. Algo no está funcionando en los medios de comunicación. Y esto, evidentemente, es importante porque durante mucho tiempo, en nuestras sociedades, a los medios de comunicación se les llamó “el cuarto poder”. Se decía que el cuarto poder podía propiciar el perfeccionamiento del funcionamiento democrático.
La expresión del cuarto poder se inventó en Francia, aunque luego la van a usar los norteamericanos en relación con
Ahí surgió, por una parte, la figura del intelectual (Zola) en el sentido en que lo entendemos ahora. Y surge el cuarto poder. Esto es importante entenderlo: el cuarto poder sólo tiene significado en un marco democrático. En un marco dictatorial no puede haber cuarto poder porque todo lo determina
Una democracia funciona sobre el principio de los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. El poder legislativo es el poder de la asamblea en el que representantes del pueblo soberano hacen las leyes. En una democracia, se pueden hacer leyes inicuas, leyes que podrían calificarse de criminales. Por ejemplo, en Estados Unidos es la democracia moderna más vieja tuvo durante siglos leyes democráticas que permitían la esclavitud o que permitían la discriminación racial. En muchos estados existía un apartheid legal hasta finales de los años sesenta. No hace tanto tiempo. Recientemente han podido ver el caso de un hombre del Ku-Klux-Klan que fue juzgado por un crimen admitido sin que fuese condenado. En un país democrático puede haber leyes criminales. En Francia e Inglaterra –países de tradición democrática- también ha habido leyes que han permitido la colonización, leyes que consideraban a unos pueblos inferiores a otros, cosas que hoy en día nos escandalizan. De la misma manera, en muchos países, el ejecutivo puede llevar a cabo acciones contra tal o cual minoría o sector de la población que pueden ser escandalosas, aunque sea un ejecutivo democrático. El poder judicial, cuando es realmente independiente del poder político, también puede cometer injusticias. Todo el mundo sabe que se puede condenar a inocentes o se puede declarar inocente a alguien culpable, como este hombre del Ku-Klux-Klan que fue juzgado inocente cuando había participado en el asesinato de tres defensores de los derechos cívicos.
Si estamos en democracia y si los poderes tradicionales se equivocan, ¿quién los puede corregir? Si estamos en dictadura, podemos decir: “¡Ah! ¡Si estuviéramos en democracia, esto no ocurriría!”. Pero estando ya en democracia, no hay un régimen que sea más democrático que el democrático. Entonces, quien lo puede corregir es
Actualmente, estamos viendo que la prensa no funciona con el mismo diapasón que la sociedad y que, por otra parte, no refleja forzosamente los intereses de los ciudadanos. ¿Por qué razón el cuarto poder está fracasando? Una de las razones tiene que ver con la globalización, con este fenómeno que yo describía al principio. ¿Qué es la globalización? Esencialmente, es una dinámica económica. Podríamos resumirlo diciendo que es la segunda revolución capitalista. Un fenómeno en el que el poder político está supeditado al poder económico, a escala internacional. La política no ha perdido el poder pero, hoy en día, tiene que negociar con fuerzas económicas globales, mundiales y también con instituciones económicas (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio...) que fijan reglas que todos los gobiernos deben obedecer. Por consiguiente, el poder económico está por encima del poder político. En el seno del poder económico está el poder financiero que es más importante que el propio poder económico de tipo industrial tradicional. Eso quiere decir que los actores de la globalización no son los estados, que hasta ahora habían sido los actores de la dinámica política. ¿Quiénes son los actores importantes en el seno de la globalización? Pues son los grandes grupos económicos, las grandes empresas mundiales o los grandes fondos monetarios, que son los que están en el área del sector financiero. Y entre los grupos empresariales dominantes están los grupos mediáticos que, evidentemente, hoy día son actores centrales de la globalización. ¿Y qué forma e intereses tienen estos grupos? Ya no tienen la característica que pudieron tener en otro momento. Por ejemplo, cuando tratamos de explicar la relación entre la información y el poder (en los institutos, en la facultad de periodismo), hay una película que sirve de modelo y que tiene como fondo central esta articulación entre el poder de la prensa y el poder político. Se trata de Ciudadano Kane, una película que Orson Welles filmó en 1941. Ciudadano Kane cuenta la historia de un señor muy rico, que posee una serie de periódicos y que con ellos quiere manipular las elecciones –hasta él mismo se presenta a ellas- y vemos a su amante que canta y a la cual él quiere transformarla en la Callas de su época. Es una película bastante genial, por otra parte. Es decir, que con el poder de la prensa se puede hacer lo que se quiere en un país. Eso era lo que podía suceder en 1941, aunque tampoco tanto. Como saben ustedes, el modelo de Welles para su Ciudadano Kane fue el magnate de
¿Qué es un gran grupo mediático ahora? Es el que ha aprovechado la revolución digital. El hecho de que la comunicación sea prensa escrita, radio o televisión, funciona con la misma tecnología:
Lo que hay que entender es que la comunicación (la transmisión de mensajes) es una materia prima estratégica. Las grandes industrias son industrias de
Se invierte aquí desde sectores muy diferentes por esa razón que he dicho antes: que la información, en el sentido amplio de la palabra, es una industria estratégica que tiene una rentabilidad en muchos aspectos (económica, ideológica y política).
Hablando de rentabilidad política, tomemos en ejemplo de Italia. En este país hay una persona que empieza a hacer fortuna en la construcción, haciendo edificios en las nuevas barriadas de las ciudades industriales del norte de Europa. Este señor se llama Silvio Berlusconi y consigue una fortuna importante. En estas barriadas, él vende los pisos pero se reserva dos cosas: los supermercados y los canales de televisión locales por cable. Esto hace que todas las personas que viven en esas barriadas sólo pueden consumir en los supermercados del señor Berlusconi y también, evidentemente, van a estar interesados por la televisión por cable que él les vende, a bajo precio, en el momento en que la RAI está empezando a perder el monopolio. Así empieza Berlusconi a constituir su fortuna y a construir su imperio mediático (teniendo, además, la primera empresa de publicidad del país). Berlusconi se transforma en la primera fortuna de Italia y una de las primeras fortunas de Europa. Con ello adquiere un poder mediático considerable. Tiene cadenas de televisión, de radio, periódicos, editoriales (como Mondadori) y, una vez que tiene el poder económico y el mediático, ¿qué hace? Se presenta a las elecciones y las gana. Berlusconi es la demostración de que, hoy en día, el poder mediático está articulado con el poder económico y que esa articulación permite la adquisición del poder político.
En el Líbano, hace unas semanas asesinaron a Rafik Hariri, que había sido primer ministro del país. ¿Cómo llegó Hariri a primer ministro? Con la reconstrucción del Líbano adquirió una fortuna colosal, con esta fortuna adquirió el primer grupo mediático del Líbano y con todo ello fue elegido democráticamente primer ministro del país.
Actualmente, aunque todavía existen medios de resistencia -que aún mantienen una exigencia cívica- y a pesar de que en el seno del periodismo hay muchos profesionales muy conscientes de esta derivación, la tendencia dominante es que los medios están cada vez más bajo la influencia de unos grupos y que éstos están obedeciendo a una lógica que es la de la rentabilidad y la de la articulación con los poderes dominantes. Sobre la cuestión del comercio de la información quisiera decir una cosa que, aunque a veces se intuye, no se expresa concretamente. ¿En qué consiste el negocio de la información? Todos pensamos que el negocio de la información consiste en vender información a
Nosotros, la sociedad, estamos recibiendo una especie de escoria –que pretende ser información- pero que en la mayoría de los casos no es más que una información muy barata. No todos los medios actúan igual. Afortunadamente, en todos los países hay algunos medios que son más exigentes y periodistas muy competentes, pero la tendencia general es esa. Sin embargo, en estos momentos, no podemos afirmar que la prensa de pago resistirá a la prensa gratuita, con esta perversión que les he señalado y que es que la prensa gratuita no va a poder ofrecer información de calidad. Estamos en una situación paradójica. Hoy en día disponemos de mecanismos tecnológicos extremadamente sofisticados. Nunca ha habido tanta posibilidad tecnológica para informar de manera satisfactoria (disponemos de satélites, de capacidad de captar toda clase de información rápidamente, con teléfonos que hacen fotografías y filman y eso se puede enviar a gran velocidad mediante un ordenador…). Por consiguiente, tenemos una tecnología extremadamente sofisticada y perfeccionada y con un número de fuentes de información que se ha multiplicado, lo cual demuestra que la libertad de expresión es total. Hay sobreabundancia de información y, sin embargo, constatamos que la información no funciona. Disponemos de una maquinaria muy sofisticada, de una variedad muy grande, pero, en realidad, los medios no están cumpliendo. Cuando se produce algo serio, o no lo ven, o no lo saben, o lo explican mal. Por ejemplo, sobre la ocupación de Irak, ¿cuál fue la información más importante? Que había torturas en la cárcel de Abu Grahib, cosa gravísima, no sólo por las torturas sino porque el país que practicaba esas torturas, nos había dicho que una de las razones de la intervención en Irak era eliminar un gobierno dictatorial que practicaba
De ahí viene nuestra insatisfacción como ciudadanos, de que está ocurriendo con la información, lo que ha ocurrido con
Con la información está sucediendo lo mismo. En España, hemos pasado de una dictadura sin información (o con una información bajo estricto control), a esta situación actual (que es característica de todas las sociedades democráticas) que es la sobreabundancia de información. Nos damos cuenta de que disponemos de mucha información, pero que está contaminada, con muchas mentiras, con muchos silencios y cosas que se ocultan. Una información que, en realidad, nos está desinformando y no nos está ayudando a entender lo que sucede. Me doy cuenta de que dispongo de una información que no sólo no me ayuda sino que, a veces, me engaña. Entonces, ¿qué es lo que estamos reclamando, sin saberlo? Pues estamos reclamando una información orgánica. Quiero tener la posibilidad de ir a un quiosco, igual que voy a una tienda de productos orgánicos, y decir: “Quiero un periódico orgánico, sin mentiras, sin engaños, que diga la verdad, etcétera”. Por ahora no puedo hacerlo, porque no existe. Pero, en realidad, eso es lo que estamos reclamando, porque cada uno de nosotros sabe que de la calidad de la información depende la calidad de la democracia, y eso es de capital importancia y por ello que estamos tan preocupados.
Muchas gracias por su atención.
Especialista en geopolítica y estrategia
Es cofundador de
Un editorial escrito en Le Monde Diplomatique durante 1997 dio lugar a la creación de ATTAC, cuya labor se dedicó originalmente a la defensa de la tasa Tobin. En la actualidad se dedica a la defensa de una gran variedad de causas de la izquierda política y tiene como presidente de honor a Ignacio Ramonet. Fue también uno de los promotores del Foro Social Mundial de Porto Alegre.
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