viernes, 14 de marzo de 2008

Bajo el asfalto estaba la Red


Por Imma Tubella. Rectora de la Universitat Oberta de Catalunya.

Estamos ante un cambio cultural y de valores. La generación digital, la que ha hecho de la Red una forma de ser y de relacionarse, comparte, coopera, crea y difunde sin esperar nada a cambio

Facebook, Flickr, MySpace, Mininova, Twitter... Si estos términos no le son muy familiares es que abandonó la primera juventud hace tiempo. No dudo de que disponga de teléfono móvil y lo utilice con frecuencia; incluso manda SMS, tiene ordenador y es usuario de Internet. Pero no vive en la Red.

Hace años, en un ambicioso programa de investigación que codirigí con Manuel Castells en la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), descubrimos que los menores de 30 años veían menos la televisión desde que navegaban por la Red. Exactamente el 60,7% de internautas tenía este comportamiento. Mientras, la industria audiovisual negaba esta evidencia, o la contemplaba como una moda pasajera, y se rompía la cabeza en programar contenidos para jóvenes. Pero los jóvenes hacía tiempo que la habían abandonado. No sus contenidos, pero sí el aparato y sus parrillas de programación. Por ejemplo, la última semana de enero empezó una nueva temporada de Perdidos con una gran campaña de promoción global en Internet. Mientras en Estados Unidos se emitía el primer capítulo, jóvenes de todo el planeta esperaban a que se acabase la emisión y que alguien la colgara en la Red para poder verla. Y así fue.

A raíz de estos resultados decidimos profundizar en el tema, y junto con Carlos Tabernero lanzamos una encuesta en diferentes webs. Resulta que buscábamos la revolución en los medios o en los equipos, y, como sucede en Internet, la encontramos en los usuarios. Si queremos entender el futuro tenemos que observar a nuestros hijos en nuestras casas, porque la revolución de los medios se cuece en las habitaciones de los más jóvenes.

Según la AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación), el nivel más alto de difusión de Internet en España corresponde a los menores de 25 años y alcanza cuotas superiores al 80%. A pesar de que sus usuarios son mayoritariamente hombres jóvenes, educados, de clase media y alta, que estudian o trabajan y que viven en zonas urbanas, en realidad encontramos niveles muy igualados de uso en todos los grupos socioeconómicos y culturales. El discurso sobre la divisoria digital que tanto nos gustaba hace diez años era falso, o al menos habría que matizarlo. Hay una disminución de las desigualdades de acceso a la tecnología de los distintos grupos socio-demográficos en nuestro contexto y a nivel internacional. Internet ha llegado, como lo hizo la televisión o el móvil, a casi todas las zonas del planeta. No nos engañemos, la única divisoria real es la edad.

En nuestro entorno, la población menor de 15 años ha nacido y crecido en un ambiente de fuerte presencia tecnológica. Según datos del INE, más del 85% de jóvenes entre 10 y 15 años utiliza regularmente un ordenador y se conecta a Internet con regularidad, y el 62% tiene teléfono móvil. En España, las familias con niños de 10 a 15 años son las más tecnológicas y su presencia produce un incremento de uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Su influencia en la compra de equipamiento es vital. Nuestras familias más tecnológicas son las que tienen cuatro miembros y las menos, las de dos miembros.

La televisión crece en tamaño y vuelve al salón, mientras que el resto de aparatos los llevamos encima y los más jóvenes los sitúan en su habitación, incluido el móvil.

¿Recuerdan a McLuhan cuando definía los medios como nuestras extensiones tecnológicas? Pocos le entendieron. El uso cotidiano de las TIC nos dibuja una práctica más independiente, personalizada y activa, opuesta al uso más familiar, colectivo y pasivo de la televisión.El consumo audiovisual pasa del comedor a cualquier otro espacio del hogar, y a cualquier hora, aunque por una cuestión de gestión del tiempo, todo lo que no sea dormir, trabajar o estudiar, comer o desplazarse se sitúa en lo que la industria audiovisual todavía considera su prime time. Sí, yo sé que la TDT se define como interactiva, pero aunque fuera así, ¿quién a los 15 años se pondrá a chatear en el salón delante de sus padres?

Nuestros jóvenes ven contenidos audiovisuales, pero no precisamente en el televisor, y no solamente consumen sino que comparten, modifican, subtitulan y crean. En Cataluña, nuestros datos nos dicen que, entre los 16 y los 24 años, el 90% navega, el 76% chatea, el 75% descarga archivos de todo tipo y el 33% cuelga contenidos. En España, los datos del INE son parecidos: el 78,1% manda mails, el 50,9% chatea y el 35,4% cuelga contenidos. En Estados Unidos, según datos del PEW/Internet, el 64% entre los 12 y los 17 años cuelga contenidos en la Red.

¿Qué significa todo esto más allá de unos datos y unos porcentajes? Un cambio de comportamiento tan importante que, o bien los medios lo entienden o pierden a los jóvenes para siempre.

Y no se engañen, cuando cumplan 30 años no volverán al sofá. Yo tengo bastantes más, y miro series en mi cómodo portátil y a menudo las descargo en mi iPod. En Japón el ancho de banda ya permite bajarse una hora de vídeo en 16 segundos. Los estudios sobre gestión del tiempo que hemos hecho reflejan que lo que ha dejado de hacer la gente para navegar es dormir y no hacer nada. Ve menos televisión y va menos al cine. Escucha más música y lee más prensa. Y lo más interesante, consume muchos medios al mismo tiempo. El multitasking o la multitárea se resume en estar atento a cinco pantallas a la vez.

La metáfora de cómo los jóvenes contemplan los viejos contenidos y los reciclan en Internet la podemos ver en tv3minuts.cat, iniciado y producido por jóvenes de entre 20 y 28 años. Es lo más parecido a lo que Vinton Cerf llama el momento i-Pod de la industria de la televisión, comparable al momento en que el MP3 transformó la industria de la música. Según él, y deberíamos escucharlo porque ya está sucediendo, los únicos directos de la televisión que tienen sentido son los informativos, los deportes y las emergencias.

Estoy convencida y, créanme, los estudios que estamos haciendo en la UOC nos lo confirman, que estamos delante de un cambio cultural y un cambio de valores. Cada vez que analizo datos y comportamientos recuerdo mis lecturas de los padres del anarquismo. ¿Recuerdan las teorías del Apoyo Mutuo de Kropotkin? La generación digital no es aquella generación de los ochenta, los yuppies, que despreciaba todo lo que no fuera rentable. La generación digital, la que ha hecho de la Red una forma de ser y de relacionarse integrada en su vida cotidiana, comparte, coopera, crea y difunde sin esperar nada a cambio, simplemente socializar, ser útil, hacer algo para compartir con los otros. El espíritu de Internet es éste. Son los usuarios los que desinteresadamente lo van modificando, mejorando y haciéndolo avanzar.

Leía hace poco un informe del Pew/Internet que decía que los jóvenes de 22 años que hoy entran en el mundo del trabajo han dedicado 5.000 horas de su vida a jugar en la Playstation, han intercambiado 250 000 e-mails, sms o mensajes instantáneos, han usado el móvil durante 10.000 horas y han pasado otras 35.000 horas navegando por la Red.

Ya se han hecho estudios para ver cómo estas prácticas han influido en el mundo laboral, y se ha demostrado que su aproximación a problemas es muy distinta a la nuestra, y que los videojuegos son programas complejos que requieren nuevas aproximaciones cognitivas. Conceptos como autoridad, éxito o fracaso, trabajo en equipo, lealtad, negociación o cooperación están integrados en su manera de actuar.

A nosotros -una generación que ha crecido con la tele, el Vamos a la cama o Un, dos, tres... responda otra vez-, nos cuesta entenderlos, de la misma manera que nuestros padres no nos entendían cuando buscábamos playas debajo del asfalto y tratábamos de ser realistas soñando lo imposible. Quizá lo que deberíamos hacer, es darles paso. Tal vez el mundo iría de otra manera.

Fuente: TRIBUNA: LA CUARTA PÁGINA- IMMA TUBELLA – el Pais

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