martes, 30 de septiembre de 2008

Estado, Bancos y Deudas

¿El Estado al servicio de los bancos o del interés general?


por Damien Millet*, Eric Toussaint*

En muchos aspectos, la crisis financiera internacional que se extiende es un espléndido ejemplo que revela los engaños y de los renunciamientos de los promotores de la mundialización financiera, ya sea en los consejos de administración de los grandes bancos privados, o bien de las altas esferas de los Estados.



Durante estos últimos años, el discurso dominante proclamaba que todo iba muy bien en el frente de la deuda. Gracias a los nuevos productos financieros, tales como la titularización de las acreencias, el riesgo se había dispersado entre una multitud de actores. Ninguna crisis a la vista, los beneficios eran maravillosos y el crecimiento sostenido.

Ahora su construcción se desmorona. ¿Cómo podría ser de otro modo cuando algunos grandes bancos efectuaban enormes operaciones fuera de balance, construyendo un castillo de naipes con unos créditos dudosos y contribuyendo a la creación de una burbuja especulativa en el sector inmobiliario, que finalmente estalló? El sistema, lejos de dispersar el riesgo, hizo todo lo contrario, y los grandes bancos acumularon las fragilidades. Cada uno de éstos se esforzó entonces en pasar la patata caliente a su vecino, que ya estaba enredado con la suya.

En vez de reconocer sus errores y de asumir todas las consecuencias, los grandes bancos llamaron entonces en su ayuda al Estado, cuya acción, por otra parte, no cesan de denigrar: No vacilaron en reclamar al Estado, al que, en general, consideran demasiado intervencionista, que tomara medidas públicas enérgicas. En efecto, los lobbies de la gran banca privada repiten que el poder público debe plegarse a las leyes del mercado, que son las únicas que pueden gestionar con eficacia los recursos y fijar los precios a su justo valor.

Como simples subordinados, los poderes públicos de Estados Unidos y de Europa se pusieron manos a la obra de buena gana: no se puede negar nada a los directivos de los grandes bancos que sostienen a los principales candidatos en la elección presidencial, y que se mueven en los mismos círculos cerrados. Así, los gobernantes se apresuraron a salir en rescate del sector privado. En el menú: nacionalización de los bancos en dificultades, cambio de títulos devaluados por dinero fresco (200.000 millones de dólares en Estados Unidos), inyección de liquidez, planes de salvamento, reducción de la tasa de interés...

En Gran Bretaña, país puntero de la mundialización neoliberal, la crisis derribó al banco Northern Rock en septiembre de 2007, el que finalmente fue nacionalizado en febrero de 2008. Una vez que la empresa sea reflotada a costa de la colectividad, será devuelta al sector privado. Del mismo modo, en Estados Unidos, cuando el Bear Sterns, quinto banco de negocios del país, se encontró en dificultades de pago, el 13 de marzo de este año, las autoridades monetarias organizaron un montaje financiero, con el concurso del banco JP Morgan Chase, el cual compró a continuación el Bear Sterns a precio de bicoca.

Esta crisis demuestra con claridad que someter la gestión de la economía mundial a la lógica del máximo beneficio representa un coste enorme para la sociedad. Los bancos han jugado con el ahorro y los depósitos líquidos de centenares de millones de personas. Sur errores conducen a pérdidas enormes y a dramas humanos, como fue el caso de la quiebra de la multinacional Enron en el 2001. Unos 25.000 asalariados de Enron se encontraron con un retiro irrisorio porque los fondos de pensiones de la empresa habían sido descapitalizados por los directivos, que vendieron discretamente sus acciones por más de mil millones de dólares.

Entre el Norte y el Sur, las semejanzas son evidentes. En el Sur, la crisis de la deuda, producida a principios de los años 80, fue provocada por el aumento unilateral de los tipos de interés por Estados Unidos, lo que produjo una explosión de los desembolsos exigidos a los países del Tercer Mundo a los que los bancos habían incitado a tomar préstamos a tipo de interés variable. Al mismo tiempo, el hundimiento de los precios de las materias primas les impedía afrontar los pagos, sumiéndolos brutalmente en la crisis.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), teleguiado por Estados Unidos y otras potencias, impuso entonces a los países en desarrollo endeudados unos drásticos programas de ajuste estructural. En el menú, como en los países del Norte, recorte de los presupuestos sociales, liberalización total e inmediata de la economía, abandono del control de los movimientos de capitales, apertura completa de los mercados, privatizaciones masivas.

Pero, a diferencia de lo que ocurre actualmente en el Norte, a los Estados del Sur se les impidió la reducción de los tipos de interés y el aporte de liquidez a los bancos, lo cual provocó una cascada de bancarrotas y fuertes recesiones. Finalmente, como ahora, el Estado tuvo que reflotar los bancos en dificultades antes de privatizarlos, a menudo en beneficio de las grandes sociedades bancarias estadounidenses o europeas.

En México, el coste del salvamento de los bancos en la segunda mitad de los años 90 representó el 15 % del producto interior bruto (PIB). En Ecuador, una operación similar realizada en el 2000 costó el 25 % del PIB. En todos los casos, la deuda pública interna tuvo un fuerte crecimiento, pues el coste del salvamento de los bancos fue soportado por el Estado.

La desreglamentación económica de las últimas décadas ha terminado en un fiasco. La única salida válida es una inversión total de las prioridades: reglamentaciones muy estrictas para las empresas privadas; inversión pública masiva en los sectores que permitan garantizar el goce de los derechos humanos fundamentales y proteger el ambiente, la recuperación por los poderes públicos de las palancas de decisión para favorecer sin excepciones el interés general.

Si el tren neoliberal prosigue su carrera demencial, el crash está garantizado. Los que lo embalaron en esta vía quieren verlo aún más acelerado. La prueba más reciente: después de las últimas elecciones en Francia, Nicolas Sarkozy declaró que quería acelerar las reformas, mientras que los electores han expresado con claridad su rechazo a las opciones actuales.

Nadie duda de que un giro económico importante en el nivel internacional no podrá suceder sin una fuerte movilización popular. Cuarenta años después de mayo del 68, ésta es cada vez más urgente, para lograr por fin cuestionar el capitalismo.

 Damien Millet
Presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), (www.cadtm.org), coautor con Eric Toussaint del libro “50 preguntas, 50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el BM”. E-Mail: damien.millet@cadtm.org .
Los artículos de esta autora o autor


Eric Toussaint
Eric Toussaint es presidente del CADTM-Bélgica (Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo). Último libro publicado: Banque mondiale: le coup d’État permanent, CADTM/Syllepse/Cetim, 2006

Fuente: http://www.voltairenet.org/article156387.html#article156387

jueves, 25 de septiembre de 2008

AYUDA AL DESARROLLO

Francia, Canadá e Italia están amenazando con no cumplir su promesa de lucha contra la promesa al recortar drásticamente sus presupuestos de ayuda al desarrollo. Firma la petición para detenerlos ¡y el experte en pobreza Jeff Sachs entregará nuestros mensajes a los gobernantes del mundo reunidos en la ONU esta semana!

Los gobernantes del mundo se reúnen esta semana en las Naciones Unidas para renovar la lucha contra la pobreza extrema. Sin embargo hay tres países -- Francia Canadá e Italia— que están amenazando con perjudicar las iniciativas mundiales contra la pobreza al recortar drásticamente sus preexpuestos de ayuda al desarrollo y no cumplir con las promesas internacionales que hicieron.

Sarkozy, Harper y Berlusconi prometieron contribuir con el 0,7 % de sus ingresos nacionales a la lucha contra la pobreza, dinero de ayuda que salvaría millones de vidas y que al mismo tiempo les deja a estos países donantes el 99,3 % de su dinero. Pero parece que piensan que el 99,3 % no es suficiente.

Nuestra mejor oportunidad de hacerles mantener su palabra de brindar ayuda es dar la voz de alarma en Nueva York esta semana. Firma nuestra petición ahora y haz correr la voz entre tus amigos y familiares. Así, nuestro amigo Jeffrey Sachs -- el renombrado economista y alto funcionario de la ONU para la lucha contra la pobreza -- podrá entregarla en los discursos ante los jefes de estado reunidos en la cumbre de la ONU esta semana.

http://www.avaaz.org/es/poverty_promise_breakers

Cuantos más nombres incluya la petición, más fuerte será el mensaje de que deben cumplir las promesas sobre la pobreza. El movimiento Jubileo en el año 2000 canceló cientos de miles de millones en deuda contraída por dictadores y presionó a los gobernantes del mundo para que adoptaran los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducción a la mitad de la pobreza mundial para el año 2015. En 2005, quienes trabajaban por la lucha contra la pobreza en todo el mundo lograron el compromiso de los líderes del G8 para duplicar la ayuda a África. Debido a estas iniciativas, se puso freno a millones de deudas relacionadas con la pobreza y hoy millones de niños están yendo a la escuela, duermen cobijados por redes que los protegen contra el mosquito del paludismo y beben agua potable y limpia. Dinamarca, Luxemburgo, los Países Bajos, Noruega y Suecia: todos han superado el objetivo del 0,7 % y este año la ayuda aumentó realmente en nueve países de la UE. Si todos los países cumplieran sus promesas, los programas de lucha contra las enfermedades y alivio de la pobreza extrema podrían expandirse por todo el mundo.

Pero este año aparentemente ciertos gobernantes de países ricos creen que el público ya no se preocupa por la pobreza. En Canadá, que el año pasado retuvo el 99,3 % de sus ingresos, Stephen Harper se muestra más interesado en ganar las elecciones que en respetar y defender la tradición de liderazgo moral de Canadá. Por su labor diplomática, Sarkozy en Francia parece creer que su pueblo no se preocupa por las vidas y muertes que ocurran más allá de la frontera francesa. Y en Italia -- que ya es uno de los donantes más tacaños del mundo -- Berlusconi aparentemente está feliz de reducir drásticamente financiación crucial, incluso cuando en su papel de anfitrión de la cumbre del G8 del año que viene, sus acciones marcan el ejemplo para el resto de los países más ricos.

Los miembros italianos y franceses de Avaaz ya están inundando a sus gobiernos con miles de mensajes sobre la ayuda. Pero quienes vivimos en el resto del mundo también podemos actuar: enviar a Harper, Sarkozy y Berlusconi una señal clara de que esperamos que mantengan su palabra. Por eso te pedimos que alces la voz bien alto para no ser ignorados en la cumbre de la ONU:

http://www.avaaz.org/es/poverty_promise_breakers


En los últimos años, millones de personas sintieron el impulso de una visión: que la nuestra puede ser la generación que erradique la pobreza extrema. Otras crisis compiten por nuestra atención y entonces la fuerza de esta visión hoy se pone a prueba. Unámonos para asegurarnos de que los líderes mantengan sus promesas y así la promesa del potencial humano pueda cumplirse hasta en las comunidades más carenciadas.

PD: Para ver un informe sobre las acciones de Avaaz hasta el momento sobre este tema, visita: https://secure.avaaz.org/es/report_back_2

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El vacío y la nada


Físicos en el LHC y cosmólogos de todo el mundo se enfrentan a estos conceptos

Saquemos los muebles de la habitación, apaguemos las luces y vayámonos. Sellemos el recinto, enfriemos las paredes al cero absoluto y extraigamos hasta la última molécula de aire, de modo que dentro no quede nada. ¿Nada? No, estrictamente hablando lo que hemos preparado es un volumen lleno de vacío. Y digo lleno con propiedad. Quizás el segundo más sorprendente descubrimiento de la física es que el vacío, aparentemente, no es la nada, sino una substancia. Aunque no como las otras... A inicios del pasado siglo, Einstein creía que el Universo era estático. Preocupado por el hecho de que tendría que colapsarse -debido a la atracción gravitatoria de cada galaxia sobre las demás- se le ocurrió una peregrina idea: añadir a sus ecuaciones la Constante Cosmólogica. La interpretación moderna de esta extraña intrusa es que se trata de la densidad de energía del vacío, también llamada energía oscura, quizás para acercar ciencia y ficción, o quintaesencia, para darle un toque alquimista a la cosa. Todo lo que tiene energía ejerce una acción gravitatoria, pero la energía del vacío, a diferencia de cualquier otra, puede ser repelente. Lo que Einstein proponía es que dos volúmenes de vacío cósmico se repelerían exactamente tanto como se atraen las galaxias que contienen, resultando en un equilibrio difícil de creer e inestable.

Un buen día Einstein se enteró de que el universo estaba en expansión. Así lo demostraba la fuga de las galaxias, observada por Edwin Hubble y otros. O más bien por otros y Hubble: a menudo en la ciencia lo importante no es ser el primero, sino el último, que es quien se lleva la fama (como en otros campos; véanse Colón y los vikingos, o los indios que ya estaban allí). Inmediatamente, el tío Albert calificó su idea como el mayor patinazo de su vida.

Recientes observaciones cosmológicas indican que el universo está en expansión acelerada. Las galaxias no se comportan como flechas, sino como cohetes a los que algo empujara. La analogía no es buena, porque el concepto es difícil. Las galaxias no se fugan, están ya estabilizadas por su propia gravedad y tienen un tamaño fijo. Pero el espacio (o el vacío) entre ellas, se estira. Es como si alguien tomase la Tierra por un globo y la inflara: mañana estaría Barcelona aún más lejos de Huelva. Quién infla el universo sería la densidad de energía del vacío. El vacío sería pues una substancia activa, capaz de ejercer una repulsión gravitacional, incluso sobre sí mismo. No fue un error, sino un golazo de Einstein.

La Constante Cosmológica presenta un aspecto tranquilizante. Si domina la dinámica del universo ahora, lo hará en el futuro durante muchísimo más tiempo que los meros 14.000 millones de años transcurridos desde que este cosmos nuestro nació. Un bebé bien pertrechado, con sus propios espacio y tiempo y hasta su propio vacío, que -según la muy bien confirmada relatividad de Einstein- nacieron con él. La actual inflación del universo implica, perdóneseme el galicismo, que no se nos va a caer el cielo encima. Mala noticia para futuros cosmólogos. Las galaxias distantes estarán tan lejos que no podrán ni verlas. Tendrán que estudiar cosmología en libros de historia.

Si el vacío contiene algo de lo que no lo podemos vaciar (su densidad de energía), quizás ese algo pueda hacer algo más. Al menos eso supusieron, hace décadas ya, Peter Higgs y otros. U otros y Higgs, podría de nuevo argüirse; lo que no haré. La substancia del vacío, llamada en el variopinto lenguaje de los físicos un campo que lo permea, podría interaccionar con las partículas que allí estén. E interaccionar de modo distinto con cada tipo de partícula, generando así sus masas, que hacen que sean como son. Ése es el origen de las masas en el Modelo Estándar de las partículas elementales, que explica con éxito insoportable sus otras propiedades e interacciones no gravitatorias. Dije insoportable porque a los científicos nos soliviantan más las preguntas que las respuestas.

La substancia del vacío daría así contestación a dos muy candentes cuestiones de la física, una en el extremo de lo más grande -el cosmos- y otra en el de lo más diminuto, las partículas elementales que -por definición- son tan pequeñas que, si tienen partes, no lo sabemos.

He empleado algunos condicionales porque no todo lo que he escrito está ya probado observacionalmente de manera irrefutable. ¿Por dónde van hoy los tiros? Los cosmólogos tienen proyectadas muchas observaciones para averiguar si la expansión acelerada del universo se debe a la energía del vacío, tal como la intuyó Einstein, o a algo que sólo se le parece. Los particuleros están poniendo en marcha el Large Hadron Collider (LHC) del CERN para, entre otras razones, estudiar el vacío a lo bestia: sacudiéndolo.

Al sacudir una substancia cualquiera, vibra. Las vibraciones de campos eléctricos y magnéticos, por ejemplo, son la luz. A un nivel elemental, las vibraciones son cuantos, entes que pueden comportarse como ondas (u olas) o como partículas (o canicas): fotones, en el caso de la luz. Si el vacío es una substancia, la podemos también hacer vibrar. Basta sacudirla, como hará el LHC, con energía suficiente como para transformar la energía de sus colisiones en partículas de Higgs que, si existen, tienen una masa elevada... y E=mc2, alguien dijo.

La partícula de Higgs -el vacilón, podría decirse en castellano- es una vibración del vacío, no en el vacío, como las demás. Sería, pues, lo nunca visto. Aún así, Higgs preferiría que no bautizasen a su partícula goddamned particle [partícula maldita] o God particle [partícula divina], adjetivos poco científicos.

El vacío siempre fascinó a los físicos. Hace un siglo se trataba del éter, la interpretación del vacío como la trama del espacio absoluto, que la teoría de la relatividad envió al garete. El éter no estaba apoyado por ninguna teoría decente. Un siglo después, las nuevas teorías del vacío son lo más razonable y mejor comprobado que tenemos. Pero hay un pequeño gazapo en lo que he dicho. Creemos entender el Modelo Estándar suficientemente bien como para estimar cuánto el campo de Higgs debería de contribuir a la densidad de energía del vacío observada por los cosmólogos. El resultado es unos 54 (¡cincuenta y cuatro!) órdenes de magnitud superior a las observaciones. Tiene su mérito incurrir en tamaña contradicción.

Si investigamos es porque no sabemos la respuesta y la naturaleza, sí: las cosas son como son. El vacío es lo que mejor no entendemos. Ni siquiera comprendemos aún a fondo la diferencia -haberla hayla- entre el vacío y la nada.

Álvaro de Rújula es físico teórico del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN).

Por un Impuesto Global sobre las Transacciones de Divisas

Para alcanzar los ODM, para hacer frente a las crisis alimentaria, climática...: creemos un Impuesto Global sobre las Transacciones de Divisas como fuente de Financiación para el Desarrollo (CTT for FfD)i

La semana del 22 al 26 de septiembre se reunirán en Nueva York numerosos Jefes de Estado y de Gobierno con motivo de la Reunión de Alto Nivel sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, dentro de la apertura de la nueva sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas (la número 63). Más adelante, del 29 de noviembre al 2 de diciembre tendrá lugar la Conferencia Internacional de Seguimiento sobre la Financiación para el Desarrollo encargada de Examinar la Implementación del Consenso de Monterrey Follow-up International Conference on Financing for Development to Review the Implementation of the Monterrey Consensus en Doha, la capital de Qatar.

El artículo 2 del Consenso de Monterrey sobre Financiación para el Desarrollo (marzo 2002) afirma: "We note with concern current estimates of dramatic shortfalls in resources required to achieve the internationally agreed development goals, including those contained in the United Nations Millennium Declaration — the MDGs".

A día de hoy todo el mundo reconoce la práctica imposibilidad de alcanzar los ODM en la fecha prevista, principalmente porque, a estas alturas, no se está produciendo el cambio de tendencia en la provisión de la Financiación para el Desarrollo imprescindible para ello. Por este motivo nos encontramos ante una situación política internacional tan paradójica como injustificable: a) por un lado en Nueva York se producirá, con toda seguridad, una renovación de la adhesión a los ODM al más alto nivel, llena de grandes palabras pero totalmente vacía de compromisos efectivos para alcanzarlos; b) por otro lado, en Doha se llevará a cabo una revisión del Consenso de Monterrey que, también con muchas probabilidades, lo reasumirá con prácticamente las mismas palabras de hace 6 años sin poner, una vez más, los medios necesarios para implementarlo. No se hará nada, por lo tanto, para resolver la clara constatación de su segundo artículo (citado en el párrafo anterior), sobre todo cuando, además, las crisis alimentarias, climáticas...desafían a la humanidad entera.


A iniciativa del Foro Mundial de Redes de la Sociedad Civil — UBUNTU, las personas y organizaciones de la sociedad civil internacional que firmamos este comunicado queremos decir BASTA a tanta palabra vacía, BASTA a tanta declaración baldía, BASTA a tanta inoperancia y apatía.

Pero también queremos decir que hay soluciones posibles, que presentamos y proponemos, y que exigimos sean discutidas y aprobadas, e inmediatamente después, sobre todo, implementadas, en el período comprendido entre la reunión de Nueva York y la de Doha.
En este comunicado, que no puede ser exhaustivo, nos centramos en una medida que consideramos imprescindible y que, además de proporcionar soluciones concretas muy tangibles, nos situaría en un ámbito internacional de trabajo e implementación. Desde este ámbito, el de unas Naciones Unidas reformadas y reforzadas, es imprescindible enfrentarse hoy como humanidad a los problemas que se nos plantean.

CONCRETAMENTE, PROPONEMOS QUE LA REUNIÓN DE DOHA ACABE CREANDO UN Impuesto Global sobre las Transacciones de Divisas (CTT for FfD) como fuente adicional, predecible, estable y sostenible de Financiación para el Desarrollo, cuya recaudación vaya a parar a fondos multilaterales de Naciones Unidas, para ser utilizada, inicialmente, para alcanzar los ODM en el 2015.
Esta medida:


1. de acuerdo con los estudios de los Grupos Técnicos de la Iniciativa contra el Hambre y la Pobreza (liderada por Brasil, Francia, Chile, Sudáfrica, España, Alemania...), permitiría recaudar, con un muy pequeño gravamen, "una significativa cantidad de recursos para el desarrollo sin interferir el normal funcionamiento del mercado". Según dirigentes de algunos de los países citados, los impuestos globales deberían ser considerados como una contraparte "normal" a los beneficios que, para las grandes corporaciones financieras transnacionales, se derivan de la globalización. ¡Compartimos totalmente esta idea!


2. de acuerdo con el Secretario General de Naciones Unidas, resultaría de un "renovado interés en una posible contribución para el desarrollo, sobre las transferencias de divisas, del 0,005%; un minúsculo impuesto [...] con el potencial de generar miles de millones de dólares que podrían destinarse a fines de desarrollo. [...] Estos impuestos conciernen a más de un país por lo que conviene aplicarlos en un marco de cooperación entre los países"ii


3. tiene unas bases globales, dado que la localización y la territorialidad son irrelevantes en el FOREX (Foreign Exchange Market), el mercado en el que se realiza el intercambio de divisasiii. Por lo tanto, la CTT que proponemos puede ser aplicada a nivel del sector financiero global, y transferida directamente a un Fondo Multilateral de Naciones Unidas, lo que contribuiría enormemente a reforzar el papel de la organización en la consecución de los ODM.


PROPONEMOS, EN DEFINITIVA, QUE LA FINANCIACIÓN PARA EL DESARROLLO SE BASE TAMBIÉN ADEMÁS DE EN LA AYUDA OFICIAL AL MISMO (QUE, POR SUPUESTO, DEBE ALCANZAR YA, SIN NINGUNA CLASE MÁS DE DILACIÓN, EL 0,7% DEL PIB DE LOS PAÍSES RICOS Y PODEROSOS), EN UNA IMPRESCINDIBLE Y JUSTA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA ECONÓMICA GENERADA EN EL MUNDO.


Esta redistribución sólo puede ser garantizada por un sistema de organizaciones internacionales reformado que, como decimos siempre en el contexto de la "CAMPAÑA MUNDIAL PARA UNA PROFUNDA REFORMA DEL SISTEMA DE INSTITUCIONES INTERNACIONALES", debe evolucionar hacia un nuevo sistema de Gobernabilidad Democrática Mundial capaz, entre otras cosas, de dotarse y gestionar estos impuestos globales.


1. "CTT for FfD" son las siglas en Inglés de "Currency Transaction Tax for Financing for Development", "Impuesto sobre las Transacciones de Divisas para la Financiación del Desarrollo". La propuesta hace referencia a la aplicación de un impuesto minúsculo (del orden del 0'005%) a los movimientos internacionales de divisas. Dada la cantidad ingente de dinero que se mueve mediante el intercambio de divisas, la aplicación de este impuesto permitiría recaudar una cantidad de recursos para el desarrollo muy significativa.


2. Con la tasa mencionada por el SG de Naciones Unidas la cantidad recaudada según todas las estimaciones existentes sería de, aproximadamente, más del 50% del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo (ODA) mundial en 2007. Las dos cantidades sumadas (recaudación mediante la CTT + AOD) equivaldrían a los recursos necesarios para alcanzar los ODM, según la valoración realizada por Jeffrey Sachs en 2005.


3. El mercado global de intercambio de divisas o Forex (de su nombre en inglés, Foreign Exchange Market) es el mercado financiero más grande que existe. Este mercado no se encuentra sujeto, en general, a ningún tipo de regulación fiscal, puesto que sus características tecnológicas (cuya evolución ha contado con el visto bueno de los principales Bancos Centrales del mundo) lo configuran como prácticamente globalizado. El movimiento de dinero en este mercado tiene un carácter eminentemente especulativo, siempre en la dirección de aumentar los beneficios de las corporaciones financieras transnacionales. La aplicación de la CTT que proponemos seria la primera experiencia de redistribución de la riqueza generada en este mercado.


Apoyan:
Federico Mayor
Mario Soares
Susan George, Author and Board Chair of Transnational Institute
Noam Chomsky
Aminata Traoré, ASF - African Social Forum
Kailash Satyarthi, Global March Against Child Labour
Margaret O. Blomberg, NFO Committee on Financing for Development (FfD)
Cândido Grzybowski, IBASE - Instituto Brasileiro de Análises Sociais e Econômicas
Chico Whitaker, Right Livelihood Award; Brazilian Commission Justice and Peace
Roberto Savio, IPS - Inter Press Service
Saskia Sassen, Committee on Global Thought Columbia University
John Foster, North-South Institute & Social Watch
Gigi Francisco, DAWN
Tomas Magnusson, IPB - International Peace Bureau
Miquel de Paladella, Global Movement for Children
Ricardo Díez Hochleitner, Honorary President Club of Rome
Herman Spanjaard, IPPNW -International Physicians for the Prevention of Nuclear War,
Mary-Winne Ashford, Past Co-President of International Physicians for the Prevention of Nuclear War
Shula Koenig, PDHRE-People's Movement for Human Rights Learning
Sara Longwe, FEMNET - African Women's Development and Communication Network
Fatma Alloo, DAWN Africa
Meja Vitalis, AFRODAD - African Forum and Network on Debt and Development
Elizabeth Eilor, AWEPON - African Women's Economic Policy Network
Martin Tsounkeu, ADIN - Africa Development Interchange Network
Nadia Johnson, WEDO - Woman Environment Development Organitzation
Philo Morris, Medical Mission Sisters
Mohammed Fayek, Arab Organization For Human Rights
Marino Busdachin, UNPO – Unrepresented Nations and Peoples Organisation
Rómulo Torres, LATINDADD - Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos
Ernesto Lamas, AMARC ALC - Asoc. Mundial Radios Comunitarias - América Latina Caribe
Felix Dodds, Stakeholder Forum
Fintan Farrell, European Anti Poverty Network
Martí Olivella, Alliance for Responsible, Plural and United World
Vicente García, CIVICUS - UN representative
Francine Mestrum, AEDH - Agence européenne pour la défense des droits de l'homme
Arcadi Oliveras, Justice and Peace Europe
Jorge Nieto, Centro Internacional para la Cultura Democrática
Miquel Àngel Essoba, Centre UNESCO de Catalunya
Fèlix Martí, Honorary President Linguapax Institute
Antoni Giró, Rector UPC - Universitat Politècnica de Catalunya
Richard A. Falk, Princeton University; California University
Hall Gardner, Professor American University of Paris
Josep Ferrer, Professor Universitat Politècnica de Catalunya - UPC
Ferran Requejo, Professor Universitat Pompeu Fabra - UPF
Sean O Siochru, CRIS - Communication Rights in Information Society Campaign
Josep Xercavins, Secretariado Ad Hoc del Foro UBUNTU, professor UPC.
Dokushô Villalba, Planeta Conciencia.

Fuente:
UBUNTU, Foro Mundial de Redes de la Sociedad Civil,
http://www.ubuntu.upc.edu/index.php?pg=1&lg=esp

sábado, 20 de septiembre de 2008

El 95% del dinero es creado por bancos privados

Los crean de la nada a través de los créditos pero nos los hacen devolver con intereses.

por Enric Duran

make_capitalism_history

Hace ya más de un año que la crisis financiera es noticia, desde que estalló en Estados Unidos con el nombre de crisis subprime, se ha publicado mucho, explicando con más o menos precisión y acierto, como se ha producido esta crisis en los aspectos más concretos. Lo que no se ha explicado tanto, y en ningún caso en los medios de comunicación masivos, es cómo la necesidad de crecimiento exponencial que tiene el actual sistema financiero es la causa de fondo de la burbuja especulativa, y por tanto de la propia crisis, además de tener una relación directa con las crisis energética y alimentaria. Así pues, aprovecharemos esta oportunidad de llegar al público, para explicar no ya la crisis crediticia sino el transfondo que hace que el sistema financiero actual sea una gran estafa para la gente trabajadora, así como un peligro para la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta. Entenderemos de este modo el papel que juegan los bancos, como los principales responsables de todo en definitiva.

Historia de la creación del dinero

El origen del negocio bancario se remonta a cuando el oro era el dinero real y, como tal, lo guardaba el orfebre en su almacén. Como que el oro era muy pesado e incómodo de mover, el dinero en circulación eran participaciones de este dinero metálico. Un día, el orfebre pensó que podía cobrar interés por el préstamo de estas participaciones y para compensar empezó a pagar un interés menor a los depositarios de este oro; así se inició en Europa el negocio bancario.

Este sistema tenía el problema de que la posibilidad de prestar dinero estaba claramente limitada por la cantidad de oro en circulación; entonces los orfebres, ya convertidos en banqueros, inventaron el sistema de reserva fraccionaria, que consiste en qué sólo hay en reserva una parte de lo que realmente se presta. O dicho de otra manera, a partir de un dinero real se crea dinero de la nada en una proporción que, teniendo en cuenta que no todo el mundo retirará su dinero a la vez, nunca pone en dificultades a los banqueros a la hora de devolver depósitos. Esta proporción acostumbraba a ser del 10%, es decir, 10 unidades en circulación por cada unidad real de oro existente en la reserva.
Este aumento del dinero en circulación favoreció la expansión comercial en el mundo y, una vez conocida por los estados, en vez de prohibirse se reguló. Para controlar el riesgo que eso significaba si se sabía que no había dinero para devolver a todo el mundo, se creó el sistema de bancos centrales, los cuales dispondrían de reservas de oro adicionales para poder prestar a los bancos en momentos de crisis.

La creación del dinero en la actualidad

Con el tiempo, el sistema de bancos centrales y reserva fraccionaria se ha convertido en el dominante en el mundo; el oro que garantizaba el dinero en circulación fue menguando hasta que en el 1971 se hizo desaparecer el patrón oro, es decir que se dejó de usar el oro como base real del dinero.

Aún cambiando este aspecto fundamental del sistema monetario, los bancos centrales y el sistema de reserva fraccionaria continuó, pero con unas reservas que consisten tan solo en anotaciones bancarias creadas en algún momento por los bancos centrales; reservas que significan dinero pero que no están garantizadas por ningún dinero que tenga una base material. Eso cambia completamente la naturaleza del dinero porqué todo lo que tenemos actualmente en circulación sale de la nada y por tanto es un puro contrato, que sólo tiene valor porqué todo el mundo se lo da.

El dinero que se crea hoy en día, se crea básicamente a partir de préstamos, es decir en forma de deuda, ya sea pública, comercial, externa o de particulares. I no sólo eso, sino que cuando se devuelven las deudas, este dinero desaparece, de manera que así el sistema financiero dispone de una herramienta para ampliar o reducir el dinero en circulación.

El dinero, lo crean los bancos centrales y los bancos privados. Sólo entre el 3 i el 5% del dinero en circulación ha sido creado por los bancos centrales, el resto lo crean los bancos privados a través de los créditos así como (y cada vez más) a través de complejos sistemas de especulación financiera.

Hoy en día, la creación de dinero sólo está limitada por un reglamento que indica en qué condiciones pueden prestar dinero los bancos y como tienen que hacer cuadrar las anotaciones en su balance para hacerlo.

En el caso de la Unión Europea, el reglamento que obliga a los bancos con el BCE (Banco Central Europeo), dice que tienen que tener como reserva como mínimo el 2% del total del dinero; el otro 98% lo pueden prestar e invertir. El dinero depositado a un plazo igual o superior a 2 años no está afectado por esta norma, y se puede invertir al 100%. Todo esto se puede comprobar en el artículo 4 del Reglamento (CE) nº 1745/2003 (BCE/2003/9).

dinero

Los estados ante la creación privada del dinero

¿Si el dinero ya no es oro (que era la justificación con qué se creó el sistema de banca comercial y los bancos centrales, como responsables de guardar el oro y convertirlo en dinero en circulación), cómo es que siguen siendo sólo los bancos los únicos que pueden crear dinero? ¿I por qué únicamente lo hacen en forma de deuda que hay que devolver-les con intereses?
Dicho de otro modo: ¿Por qué los Estados tienen que pagar intereses a su banco central para así poder financiar el gasto público, cuando es dinero que podrían crear directamente los Estados en el momento de realizar estos gastos?
Quizás la única respuesta lógica que se nos puede acudir es que la banca es quién controla a los gobiernos y no al revés, ¿verdad?

A Mayer Rothschild, miembro de la dinastía europea de banqueros más poderosa, se le recuerda por una cita que rezaba: “Dejarme emitir y controlar la creación del dinero de una nación y me dará igual quién haga las leyes”

Los intereses y la necesidad del crecimiento exponencial

Cuando un banco concede un crédito está creando el dinero del principal del crédito, pero no el dinero correspondiente a los intereses que el banco hará pagar al deudor durante la vida del préstamo. Dado que todo el dinero en circulación se crea en forma de deuda con intereses, podemos concluir que el dinero para devolver todos los intereses de la deuda simplemente no existe.
Entonces, ¿cómo es que el sistema financiero ha sobrevivido tanto tiempo? Fundamentalmente por dos razones.

1. Porqué se financia con el endeudamiento creciente, es decir que el dinero en circulación tiene que ir aumentando constantemente por tal que se puedan pagar los intereses de las deudas y el sistema no colapse. Eso tiene que ver con como el sistema incita cada vez más a todo el mundo para que se endeude, empezando por las personas con hipotecas, préstamos personales fáciles y rápidos, tarjetas de crédito; pero también las empresas y los estados. Hablamos pues de crecimiento exponencial, de la economía y del espolio de los recursos naturales del planeta.

2. Porqué hay quién no devuelve el dinero principal de las deudas y sólo paga el interés. Éste es el caso de las deudas públicas de los estados más poderosos, o de diversas empresas e instituciones poderosas que tienen unas condiciones privilegiadas; o probablemente también por todas las figuras topo pólizas y tarjetas de crédito, en las cuales tampoco se devuelve el dinero principal y el contrato se acostumbra a renovar año tras año de manera indefinida.

En todo caso, esto nos da a entender hasta que punto el sistema financiero necesita una deuda en aumento, y como puede llegar a estar de relacionado el aumento de las hipotecas y de los créditos al consumo con el mantenimiento del sistema financiero actual.

Por lo tanto, dentro del contexto global todo el mundo está endeudado, y la diferencia sólo se encuentra entre los que tienen que devolver las deudas y los que no.

La banca y la burbuja inmobiliaria

Si hace 15 años era impensable que se concediera una hipoteca a más de 15 o 20 años, esta posibilidad se ha doblado expresamente, desde los bancos y cajas, hasta los 35 y 40 años de hipoteca actuales. Con esta acción tan simple y a la vez perversa, la banca ha facilitado y provocado el encarecimiento de la vivienda, ya que aumentando la capacidad de endeudamiento de las personas ha hecho crecer los precios que tenemos capacidad de pagar.

Eso ha beneficiado a la banca porqué, con las hipotecas, ha podido crear dinero y cobrar intereses en una cantidad muy alta y con un índice de morosidad mínimo, gracias a la característica de necesidad básica de vivienda. Con el aumento de precios, ha provocado el crecimiento desorbitado de los beneficios de las principales constructoras e inmobiliarias del Estado y así de sus propios beneficios, ya que los principales accionistas de la mayoría de estas empresas son bancos y sobretodo cajas.

La inflación como robo silencioso de nuestro poder adquisitivo

En crear dinero y cobrar intereses sobre éste, los bancos están creando inflación, es decir, están aumentando la cantidad de dinero disponible sin aumentar al mismo tiempo la oferta de bienes y servicios. Si aumentásemos la cantidad de moneda en circulación al doble sin aumentar la cantidad de productores en un modo equivalente, no nos convertiríamos en el doble de ricos, ya que, como que habría los mismos bienes, los precios también se doblarían.

Esta sobrecreación de un dinero que estamos obligados a utilizar nos afecta a todas las personas (seamos o no clientes de los bancos), y cuando este privilegio se mantiene en exclusiva por un grupo de instituciones privadas, podemos concluir que se trata de un robo legal por el cual el dinero pierde valor en cada porción de tiempo en qué lo tenemos. Todo esto significa una inmensa cantidad robada.

Además, la inflación también sirve para cerrar el círculo, ya que hace que el dinero sólo tenga un lugar fácil dónde refugiarse de la pérdida de valor y este lugar es un banco. Así las personas, y especialmente las que ahorran, estamos forzadas a protegernos de la devaluación buscando refugio en un banco, el cual con este nuevo ingreso podrá crear más dinero y producir más inflación haciendo que la rueda no se pare. La inflación atrapa nuestro dinero en el sistema bancario y es el mejor incentivo que tiene para captar depositarios.

Una de las consecuencias de este proceso es la desposesión que sufren los jubilados. Las trabajadoras retiradas ven como aun habiendo tenido una vida entera dedicada al trabajo, al final de su vida productiva se encuentran con qué su renta de jubilación les da un poder adquisitivo cada vez más bajo. Precisamente a la edad en qué tendrían que poder gozar de todo el esfuerzo realizado, resulta que es cuando menos tienen.

El robo financiero en el ámbito internacional.

El financiamiento también interviene dentro del contexto de los intercambios económicos internacionales, es decir de las importaciones y de las exportaciones de materias primeras y productos manufacturados. Si un país tiene una balanza de pagos negativa, es decir que paga más por lo que importa que lo que cobra por lo que exporta, no podría comprar todo lo que querría si no se endeudara.
La deuda externa por lo tanto es consecuencia del déficit comercial de las empresas y el gobierno de un país en su balanza de pagos internacionales.

Desde después de la Segunda Guerra Mundial este comercio internacional se hace básicamente en dólares y desde el 1971, cuando eliminan el patrón oro, la Reserva Federal Americana (FED), tiene total libertad para poner o dejar de poner en circulación los dólares que quiera, ya que no tiene que dar explicaciones a nadie ni demostrar ninguna garantía; tres cuartos de los mismo la banca privada de Estados Unidos, con el único límite de la fracción de reserva que ha de mantener. De este modo, controlando la creación de dólares, una minoría financiera (recordamos que la FED es una entidad privada) controla los valores de las relaciones económicas internacionales. De esta manera EEUU puede comprar todo lo que quiera fuera, mientra que los otros países contraen deudas que tienen que pagar. Los poderes internacionales aprovechan esta deuda para obligar a los países endeudados a asumir determinadas políticas de apertura de fronteras para las mercaderías y la especulación financiera, forzando así que los poderosos se apropien de sus producciones y recursos naturales a precios irrisorios.

El dinero tal y como está concebido es una herramienta a partir de la cual determinados poderes financieros se apropian de todos los recursos naturales y humanos del planeta.

Crecimiento infinito vs. Planeta finito

Este sistema financiero depende de la concesión de cada vez más cantidad de dinero en préstamos. Los préstamos se traducen finalmente en un impacto ambiental dado que la gente los pide para comprarse un coche, para viajar, para ampliar una industria o para construir casas, entre otros ejemplos. Podemos ver entonces, que este sistema de crecimiento de la economía mediante el préstamo depende de la conversión constante y creciente de recursos naturales en CO2 y residuos. Y por tanto, en un momento en qué estamos llegando a los límites del crecimiento de la producción de energía a causa del declivio del petróleo y cuando también se acercan los límites de muchas explotaciones mineras, podemos concluir que este sistema creado hace más de 300 años en base al crédito creciente no puede continuar tal y como ahora los conocemos.
Esta reflexión coincide con una gran crisis financiera global, así que nos atrevemos a preguntarnos: ¿Significa la crisis actual el fin del sistema financiero basado en el crecimiento?

Guerras y finanzas

Quizás no os sorprenderá oír que detrás de todas las guerras hay intereses de la industria de armamento para vender más armas y embolsarse mucho dinero. La generación de necesidades de dónde no las había es común en todas las prácticas del capitalismo actual, ya sean armas, nuevos televisores, sistemas de vídeovigilancia o aparatos eléctricos domésticos, siempre nos encontramos con importantes intereses comerciales detrás.

Más desconocido por el gran público, es la utilización de las guerras por el mundo de las finanzas. La banca utiliza las guerras al menos de dos maneras fundamentales. Por un lado los astronómicos gastos económicos que genera una guerra permiten al poder financiero hacerse con el dominio de los países en lucha; éstos tendrán que estarse muchos y muchos años haciendo frente a la deuda externa contraída como ha sido el caso históricamente de Nicaragua, Filipinas, Nigeria, Camerún, Costa de Marfil y Zaire.

Por otro lado las guerras en qué intervienen principales potencias, como es el caso de EEUU, permiten crear una gran cantidad de dinero, en forma de deuda pública de los cuales sólo se pagan intereses y de esta manera se da al sistema la liquidez que necesita. La guerra de Irak ha permitido a los bancos de EEUU crear 3 billones de dólares desde su inicio. Éste ha sido el coste de la guerra por EEUU y a la vez es la cantidad que ha aumentado su deuda nacional en el mismo periodo, que actualmente es de cerca de 10 billones de dólares. Es un dinero que no pagan los ciudadanos norteamericanos sino los de todo el mundo a través de la inflación.

Referencias para ampliar la información:

  • Capitalismo (financiero) global y guerra permanente. El dólar, wall street y la guerra contra Irak. Ramón Fdez Duran, Virus Editorial
  • El dinero es deuda; vídeo animado sobre el funcionamiento del sistema monetario, puedes encontrarlo en buscadores, doblado al castellano: http://www.moneyasdebt.com
  • Documentos, libros y artículos en relación a cómo funciona el sistema monetario: http://www.altruists.org/375
  • Un noticiario digital; otra manera de pensar en los hechos económicos: http://www.altereconomia.org
  • Foros de debate y aprendizaje sobre la burbuja financiera e inmobiliaria: http://www.burbuja.info
Fuente: CRISI http://polaris.moviments.net:8000/es

La caída del Muro de Wall Street


Cuando alemanes orientales comenzaron de madrugada a derrumbar a fuerza de mazazos el Muro de Berlín también se terminaba de desmoronar un sistema económico, político y social. El 9 de noviembre de 1989 fue el día que cayó el muro de unos 50 kilómetros de largo y 4 de alto que durante 28 años había dividido a Berlín Occidental de la República Democrática Alemana. Fue el acontecimiento simbólico del fin de una época y el comienzo del proceso de desaparición de la poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Políticos, intelectuales y militantes del Partido Comunista en el mundo se quedaron sin referencia, sin el faro que orientara su accionar cotidiano. En las dos décadas previas a la debacle final, ya había comenzado un persistente cuestionamiento a ese modo de organización burocrática y represiva que bajaba del Kremlin. Pero muchos no podían romper con esos lazos de lealtad a la caricatura que se había convertido lo que fue la extraordinaria revolución bolchevique. Implicaba un profundo conflicto existencial, imposible de resolver, respecto de todo lo que habían cultivado, creído e interpretado a lo largo de su vida. Lo que vino después para esas sociedades fue mejor en el aspecto de las libertades individuales, pero no lo fue tanto en cuanto a condiciones materiales para las mayorías, salvo para una elite que se apropió del control de las riquezas de esos países. Esta semana el mundo ha empezado a vivir un acontecimiento histórico similar a partir de la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers y la compañía de seguros AIG: la caída del Muro de Wall Street.

Los golpes que van destrozando cada uno de esos ladrillos son el símbolo del fin de una época y el comienzo de una era hoy desconocida. Fueron casi 40 años de mercados financieros cada vez más desregulados, con entes de control públicos colonizados por los banqueros, libre movimiento de capitales especulativos y desarrollo de sofisticados instrumentos financieros que intensificaron el frenesí del casino global. Los gobiernos perdieron el control del sector financiero de la economía. Los dueños de las entidades, ejecutivos, analistas y operadores de esos mercados percibían ingresos obscenos, constituyéndose en una casta privilegiada durante estos años de dominio del mundo financiero sobre la economía real. Semejante poder terminó condicionando a las autoridades democráticas definiendo la lógica de funcionamiento general de las potencias, como en Gran Bretaña, donde la “industria financiera” representa el 30 por ciento de su economía. En la década pasada ya habían empezado a emerger síntomas de esta crisis: el crac bursátil de 1987, la ruina de Long Term Capital Management, el estallido de la burbuja de las puntocom y la quiebra de Enron, entre otros. Como los mismos fanáticos de la nomenclatura soviética, políticos, banqueros centrales, economistas de la city e inversores sofisticados no admitían cuestionamiento a la concepción del libre mercado y el predominio de las finanzas.

La caída del Muro de Wall Street provocará un perturbador conflicto existencial a esos protagonistas parecido al vivido por los militantes comunistas con el hundimiento de la URSS. Ese mundo del dinero fácil, ideas del liberalismo mágico, estilo de vida, teorías y postulados se ha pulverizado. Se han quedado sin un faro en la vida. Serán patrullas perdidas del sistema capitalista con predominio de las finanzas que está acabado. El riesgo para Argentina, que está bastante blindada de coletazos de la crisis internacional, es la existencia en el país de un contingente numeroso de esos milicianos que, aún alienados de un fanatismo conmovedor por el ideario que ha fracasado, ha empezado a deambular por gran parte de los medios exponiendo su propia mediocridad. Se sabe que no es fácil para los seres humanos admitir su propia decadencia. Sus ideas presentadas como verdades absolutas durante décadas en relación con la concepción celestial del mercado libre, de la administración del riesgo, de la dispersión del capital y eficiencia de la actividad financiera son un fiasco a nivel global. Hasta se quedaron sin el argumento final de su fundamentalismo acerca de que eran los agentes sociales (políticos, sindicatos) argentinos la razón de la debilidad permanente de la economía. El estallido se ha producido en el corazón del capitalismo financiero y la respuesta desesperada del líder extremista del laisser faire fue una intervención impresionante del Estado.

El origen de esta crisis terminal no se encuentra solamente en la irresponsabilidad de un grupo de banqueros ambiciosos en el manejo de créditos hipotecarios de baja calidad. Su raíz se remonta a comienzos de la década del setenta. El mundo de las finanzas internacionales comenzó a cambiar a partir del 15 de agosto de 1971. Ese día el presidente republicano Richard Nixon ordenó suspender la compraventa de oro decretando la inconvertibilidad del dólar con ese metal precioso, con el objetivo de poder emitir sin restricciones para cubrir sus desequilibrios externos, al tiempo de intentar la defensa del dólar como moneda internacional, como explicó Susanne de Brunhoff en su didáctico libro La política monetaria, publicado en 1973. Ese fue el inicio del final del sistema que desde la Segunda Guerra Mundial los países desarrollados habían utilizado para administrar las finanzas y el comercio global (Bretton Woods). Uno de los aspectos fundamentales de ese esquema era que la relación entre las paridades cambiarias de esas naciones estaba fija en dólares, y que el valor del dólar estaba respaldado por el oro a una cotización –garantizada por el Tesoro de Estados Unidos– de 35 dólares la onza. Esto provocó el descalabro del mercado de cambios y luego de intentar sin exito volver a definir tipos de cambio fijos, en julio de 1972 se permitió que la libra esterlina flotara contra el dólar y luego le siguieron Japón con el yen y el resto de las potencias europeas con sus respectivas monedas. Antes de esa medida de Nixon, el tipo de cambio fijo estaba defendido por fuertes controles del flujo de capital entre países, y también estaban muy controlados los mercados financieros domésticos.

La inconvertibilidad del dólar fue la puerta que se abrió para desregular los flujos internacionales de capital debido a la necesidad que tenían las empresas y bancos de cubrirse por las fluctuaciones de las tasas de cambio de las monedas. Fue el mordisco a la manzana del pecado. Las firmas que negociaban en los mercados extranjeros presionaban para poder diversificar su cartera de activos para reducir riesgos. La idea era que tenían que operar en divisas y activos financieros en transacciones inmediatas y a futuro en función de la percepción del riesgo que implicaba la fluctuación de los tipos de cambio. Desde entonces se empezó a desarrollar en forma vertiginosa la “industria financiera”, con la creación de instrumentos sofisticados que requerían una cada vez mayor desregulación de los mercados, apertura de los sistemas bancarios y liberación al movimiento de capitales. Se fue construyendo así el casino global donde la administración del riesgo fue transferida desde el Estado al sector privado. Esa liberalización internacional ha exacerbado la volatilidad del mercado y aumentado enormemente el peligro de contagio. Es lo que se vivió en la región durante la década del noventa y, por fortuna, mal que le pese a la secta de brujos nativos, el tránsito a contramano del Consenso de Washington les permite a esos países tener mejores defensas para enfrentar el actual crac de Estados Unidos y Europa.

Ese orden financiero global ha estallado con la burbuja inmobiliaria y los créditos subprime en Estados Unidos, activos que alcanzaron el estadio final de la sofisticación de instrumentos financieros desregulados. Ya nada será igual, aunque todavía no se vislumbra el modelo que lo sustituirá. Otra forma de regulación del sistema capitalista emergerá luego de la caída del Muro de Wall Street, lo que no significa que vaya a surgir rápidamente teniendo en cuenta la disputa que se precipitará dentro de Estados Unidos, pero fundamentalmente porque el eje del poder hegemónico global pasará a estar compartido con nuevas potencias en crecimiento.

Fuente: Artículo realizado por Por Alfredo Zaiat, para el Diario Página 12

CRISIS DEL DÓLAR

Cómo fueron inventados los pilares del Sistema Monetario Mundial y quién se está aprovechando de todo esto.















Las manipulaciones del sistema monetario y del sistema de cambio constituyen el mayor escándalo de nuestra época. Por vez primera, la estafa monetaria alcanza dimensiones mundiales –se está desarrollando efectivamente a través del mundo entero–, sin que ningún gobierno sea capaz de controlarla ni de ponerle fin o de impedirla. Formalmente, es incluso legal debido a razones obsoletas.


La etapa decisiva en la ruptura con la moneda de Estado se produjo con la fundación, en 1913, del Sistema Federal de Reserva de Estados Unidos. Desde finales del siglo XIX, los bancos que se hallaban bajo control del imperio Rotschild emprendieron una gran campaña para apoderarse del control de la economía estadounidense. Los Rotschild, provenientes de Europa, financiaron el Banco J.P. Morgan & Co., el Banco Kuhn Loeb & Co., John D. Rockefellers, Standard Oil Co., los ferrocarriles de Edward Harriman y las fábricas de acero de Andrew Carnegie.

Alrededor del año 1900, los Rotschild enviaron a Estados Unidos a uno de sus agentes, Paul Warburg, quien debía cooperar con el Banco Kuhn Loeb & Co. Jacob Schiff y Paul Warburg [quienes] emprendieron una campaña tendiente a instaurar varios «Federal Reserve Banks» (FED), instituciones privadas de emisión de moneda. Con el apoyo de los dos grandes grupos financieros Rotschild y Rockefeller, lograron fundar un banco central privado con derecho a emitir su propia moneda, medio legal de pago garantizado al principio por el Estado. La instauración de la FED, en 1913, permitió que los banqueros internacionales pudieran consolidar su poderío financiero en Estados Unidos. Paul Warburg fue el primer presidente de la FED.

Después de la fundación de la FED se produjo la adopción de la 6ª enmienda de la Constitución estadounidense, que permitió que el gobierno cobrara un impuesto sobre los ingresos. Era consecuencia del hecho que el gobierno no pudiera ya emitir su propia moneda. De esa manera, los banqueros internacionales se apropiaban indirectamente del patrimonio privado del ciudadano estadounidense. En aquel momento, los accionistas más importantes de la FED eran:

1. Los bancos Rothschild de París y de Londres
2. El Banco Lazard frères de París
3. El Banco Israel Moses Seif en Italia
4. El Banco Warburg en Amsterdam y Hamburgo
5. El Banco Lehmann en Nueva York
6. El Banco Kuhn Loeb & Co.en Nueva York
7. El Banco Rockefeller Chase Manhattan en Nueva York
8. El Banco Goldman Sachs en Nueva York.

Después de la Primera Guerra Mundial, las reservas mundiales de oro se acumularon en aquel banco privado que en realidad era la FED, de manera que numerosos bancos centrales no pudieron seguir manteniendo el patrón oro y sus países se vieron inmersos en la deflación, produciéndose así la primera crisis económica mundial.

Durante la Guerra Mundial, Estados Unidos llegó a exigir que los países en guerra le pagaran con oro las armas que compraban. Al terminar la guerra, el oro de Alemania se convirtió en botín de guerra. Más de 30,000 toneladas del oro mundial se acumularon así en Estados Unidos.

Ese oro sirvió de cobertura al dólar. Pero, como gran parte de esos dólares estaba haciendo el papel de reserva monetaria en las cajas de los bancos centrales extranjeros, Estados Unidos pudo seguir imprimiendo más dólares, en cantidades que ya no correspondían con sus reservas en oro.
En efecto, los demás países necesitaban dólares para poder comprar materias primas, que se compraban solamente con esa moneda. Además del oro, el dólar se convirtió así en una de las principales reservas monetarias de los bancos centrales extranjeros.

Había comenzado el reinado mundial del dólar. En 1971, Richard Nixon (el presidente número 37 de Estados Unidos, de 1969 a 1974) anuló la convertibilidad del dólar en oro y, al mismo tiempo, la garantía del Estado sobre el valor del dólar. Desde entonces, el valor del billete verde no está en correspondencia con las reservas de oro ni está garantizado por el Estado. Se trata por tanto de la moneda privada libre de la FED. Pero la masa monetaria de dólares que la FED pone en circulación (desde marzo de 2006, la FED no ha publicado más la cifra de la masa monetaria M3) se ha convertido en un problema sin solución: la masa mundial de bienes se cuadriplicó durante los últimos 30 años, pero la masa monetaria se multiplicó por 40.

¿Cómo funciona este banco privado con derecho a imprimir los dólares? La FED produce dólares. Los presta al gobierno de Estados Unidos a cambio de obligaciones que le sirven [a la FED] como «garantías». Los bancos de la FED en posesión de esos títulos perciben intereses anuales. Muy astutos, ¿no les parece?
Ya en 1992, las obligaciones en poder de la FED alcanzaban un valor de 5 trillones de dólares, y los intereses que paga el contribuyente estadounidense siguen aumentando constantemente. La FED se apoderó de ese increíble patrimonio prestándole dinero al gobierno de Estados Unidos y cobrándole después intereses. El contravalor es ese papel verde que se conoce con el nombre de dólar.

Es importante repetir que no es el gobierno de Estados Unidos quien emite el dólar, sino la FED, que a su vez se encuentra bajo el control de bancos privados y que pone a disposición del gobierno cantidades de dinero y, como contrapartida, cobra jugosos intereses y recoge impuestos. Nadie se da cuenta de esta artimaña. Además, las obligaciones que el gobierno emite otorgan a la FED una garantía, de carácter público y privado, sobre el conjunto de bienes y fondos de Estados Unidos. Numerosas acciones jurídicas han tratado de obtener la anulación de la ley sobre la FED, sin éxito hasta el momento.

El presidente John F. Kennedy fue el primero que trató de transformar la FED emitiendo un decreto presidencial («executive order number 11110»). Poco después, fue asesinado, probablemente por su propio servicio de inteligencia. Lo primero que hizo su sucesor, Lyndon B, Johnson, en el avión presidencial que lo traía a Washington desde Dallas, fue anular el decreto de Kennedy.

¿Cuál es la situación actual?


Los bancos privados tratan por todos los medios de mantener y reforzar su gigantesca fuente de ingresos: el dólar.

Y a los países que quieren establecer sus relaciones comerciales internacionales [en adelante] sobre la base del euro, como Irak, Irán o Venezuela, se les tilda de terroristas.
Se obliga a los gobiernos a vender sus productos a Estados Unidos a cambio de dólares carentes de valor, y el desenfrenado aumento de liquidez proporciona a la alta finanza [internacional] las sumas ilimitadas que le permiten comprar el mundo entero.

Los bancos centrales del mundo entero se ven obligados a acumular dólares sin valor como «reservas monetarias». El dólar estadounidense es la moneda privada de la alta finanza, moneda que nadie garantiza, que no dispone de otra garantía que la propia, moneda que se utiliza para maximizar la ganancia, acrecentada sin vergüenza alguna, que se utiliza como medio de dominación mundial y para acaparar las materias primas y otros valores del mundo.

Fuente: Internationaler Hintergrundinformationsdienst für Politik, Wirtschaft und Wehrwesen, inter info, continuación 344, julio y agosto de 2007.
(Traducido por la Red Voltaire a partir de la versión francesa de Horizontes y Debates).

Resistir a la mentira

Investigaciones sobre el 11-S

por Thierry Meyssan (*)
12 de septiembre de 2008
Desde Beirut (Líbano)

En ocasión del 7º aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, les ofrecemos la traducción al español de un texto de Thierry Meyssan anteriormente publicado en italiano y ruso en el volumen colectivo intitulado Cero, por qué la versión oficial del 11 de septiembre es mentira. El autor explica cómo escribió su libro La Gran Impostura y lo que sucedió después. Escrito hace más de un año, el texto exige, claro está una actualización ahora que los medios rusos de comunicación están haciéndose eco del tema. Resulta evidente que la censura impuesta en los medios occidentales (que desacreditan y acallan las voces de los disidentes, como se ha podido comprobar en los últimos con el humorista francés Jean-Marie Bigard) no podrá mantenerse durante mucho tiempo más.


A la izquierda, en este fotomontaje aparece el intelectual francés Thierry Meyssan, al centro las torres gemelas el 11/S, a la derecha el actual presidente estadounidense George Bush a finales de mandato y su candidato a la presidencial 2008 McCain. Intelectuales, investigadores, periodistas de buena fé, denuncian desde hace tiempo las mentiras oficiales del 11/S, que han servido de pretexto para la política imperial mundial, que las elites estadounidenses utilizan en su ideología por acaparar los recursos naturales por la fuerza, constituyendo hoy la principal amenaza para la Paz Mundial.
_________________________




Al abrir la polémica sobre los atentados del 11 de septiembre, no tenía yo conciencia de proyectarme hacia a lo que pronto empezaría a conocerse como «una guerra global sin fin». Creí que simplemente estaba haciendo mi trabajo como periodista cuando señalé las incoherencias de la versión gubernamental. En los días subsiguientes, publiqué en Internet una serie de artículos en los que reconstruía la cronología de los hechos, minuto a minuto, y señalaba el increíble papel del NORAD (el comando de la protección militar aérea estadounidense). Indiqué inmediatamente que los autores de los atentados tenían cómplices en la Casa Blanca y en el Estado Mayor Conjunto; que los individuos a los que se acusaba de haber secuestrado los aviones no aparecían en las listas de embarque; que la acumulación de indicios que estos habían dejado tras de sí no resultaba creíble; que había explosivos en las Torres Gemelas, que Osama Ben Laden resultaba una cómoda coartada para justificar un ataque contra Afganistán decidido con anterioridad; y, por supuesto, que todo aquello serviría para alimentar el «choque de civilizaciones» y justificar toda una cadena de guerras.

Al igual que muchos más, había comprendido yo que aquel día el mundo había sufrido un cambio. A pesar de ello, seguí actuando y escribiendo como antes. No fue hasta más tarde, al afrontar las dificultades que iban surgiendo, que encontré nuevos medios para defender nuestra libertad.

Me aventuré a identificar a los grupos capaces de montar una operación de aquella envergadura. Como había estudiado anteriormente las redes stay-behind de la OTAN (comúnmente conocidas como Gladio), me llamó la atención cierto número de similitudes en el modus operandi. Encontré en mis archivos la copia de un boletín interno de los comandos que tienen su base en Fort Braga, conocidos bajo la denominación de Fuerzas Especiales Clandestinas (Special Forces Underground).

Se anunciaba allí, con 8 meses de antelación, el atentado contra el Pentágono. Bajo la presidencia de Bill Clinton, aquel grupo –que se compone de soldados de élite implicados en las principales acciones secretas de Estados Unidos en el extranjero– había sido acusado de participar en una conspiración. En aquel entonces, no había tenido yo por desgracia la posibilidad de investigar más sobre el tema. Me di entonces a la tarea de reconstruir detalladamente los diferentes atentados para entender mejor el mecanismo. Al tratar de establecer la cronología exacta del atentado contra el Pentágono, releí con perplejidad varios despachos de la Agencia France Presse:

AFP | 11 de septiembre de 2001 | 13h46 GMT |
URGENTE Evacuado el Pentágono después de la catástrofe del World Trade Center
WASHINGTON – El Pentágono fue evacuado el martes después de un atentado terrorista que tuvo como objetivo el World Trade Center en Nueva York, indicaron responsables americanos.
jm/vm/glr

AFP | 11 de septiembre de 2001 | 13h54 GMT |
URGENTE Dos explosiones en el Pentágono (testigo)
WASHINGTON – Dos explosiones sacudieron el Pentágono en la mañana del martes y está saliendo humo de una pared del edificio, se supo mediante un testigo, Lisa Burgués, periodista del Stars and Stripes.
jm/gcv/vmt

AFP | 11 de septiembre de 2001 | 14h51 GMT |
URGENTE Un avión se dirige hacia el Pentágono
WASHINGTON – Un avión se dirigía en la mañana del martes hacia el Pentágono en las proximidades de Washington, indicó un responsable del FBI a la AFP..
smb/cw/vmt

AFP | 11 de septiembre de 2001 | 16h07 GMT |
Un avión se estrella contra el Pentágono (testigo)
WASHINGTON – Un avión de pasajeros se estrelló el martes contra el Pentágono golpeando violentamente el edificio situado cerca de Washington al nivel del primer piso, reportó un testigo, el capitán Lincoln Liebner. «Vi ese enorme avión de American Airlines llegar rápidamente y a baja altitud», declaró este testigo. «Lo primero que pensé es que nunca había visto uno tan bajo», agregó. «Me di cuenta que lo que estaba sucediendo justo antes de que chocara» con el edificio, acotó el capitán precisando que había oído gritos de personas en el lugar del drama. El Pentágono está en Virginia, a cerca de un kilómetro del segundo aeropuerto de Washington, Reagan National Airport.
jm/gcv/vmt

Según la versión gubernamental, un avión de pasajeros se estrelló contra el Pentágono a las 9h38 (13h38 GMT). Pero, según los despachos de la AFP, hubo dos explosiones en el edificio antes de que el avión se estrellara. Entonces, no hubo uno sino varios atentados contra el Pentágono.

Me puse entonces a comparar todas las fotos disponibles de la escena del crimen para ver si había o no huellas de diferentes explosiones. Sin embargo, una pregunta volvía a mi mente una y otra vez: ¿Cómo había sido posible que el redactor de la AFP titulara uno de sus despachos «Un avión se dirige hacia el Pentágono»? Es posible, en efecto, observar que un avión se dirige hacia Washington, pero ¿cómo saber si su blanco allí va a ser el Pentágono, el Capitolio o la Casa Blanca? Decididamente, aquello no estaba claro.

Mostré las fotos que había recolectado a algunos amigos competentes: un ex piloto de intercepción, un bombero, un especialista en explosivos. El piloto no entendía por qué los terroristas se tomaron el trabajo de hacer una complicada maniobra para estrellar el avión contra la fachada en vez de lanzarlo simplemente sobre el techo [del edificio]. El bombero y el especialista en explosiones se sorprendieron ante el incendio, que no se parecía en nada a los que se producen en los accidentes de aviación. Observé entonces lo que todo el mundo debió notar desde el primer momento: no había en la fachada ningún orificio de entrada del avión en el edificio, ni ningún fragmento del avión en el exterior. Simplemente porque no hubo ningún avión.

Acababa yo de encontrar «el huevo de Colón» y América no me daría las gracias por ello.

Retomando también las fotos, mi hijo mayor, Raphaël, puso en evidencia la irracionalidad de la versión gubernamental mediante un juego de los 7 errores que recorrió en pocas horas la web mundial. En momento en que mis artículos existían solamente en francés, las notas explicativas que acompañaban aquellas fotos fueron rápidamente traducidas a los principales idiomas mientras que el carácter lúdico de la presentación de las imágenes garantizaba su popularidad. La gigantesca máquina propagandística que la alianza atlántica había puesto en marcha para imponer la versión gubernamental había despertado el interés del público por todo lo relacionado con los atentados.

Empujado por aquella ola, el «juego de los 7 errores» atrajo a una decena de millones de internautas en dos semana. Era la primera vez que una operación de desinformación de envergadura planetaria resultaba desenmascarada en tiempo real a los ojos del mundo. Se producía así lo que los comunicadores del Pentágono, sorprendidos ante aquel brusco cambio de la situación, llamaron «el rumor».

Al resumir mi investigación mediante algunas pocas fotos y exhortar a los internautas a juzgar por sí mismos, Raphaël lograba captar la atención del público como ya lo había hecho en otras ocasiones con el mismo éxito. Pero –como contrapartida de aquella simplificación– reducía el asunto a un simple problema de comunicación gubernamental mentirosa mientras que ignoraba su dimensión política. En aquel momento, recibí el apoyo masivo de mis colegas.

En los foros profesionales hubo debates en los que se comparó el atentado del Pentágono con los muertos de Timisoara (en 1989, la prensa se dejó embaucar por los opositores de Ceaucescu que expusieron cuerpos que habían sido objeto de autopsias como si se tratara de cadáveres de personas torturadas).

Proseguí entonces mi investigación. Exploré tanto los secretos de la nueva política energética de Dick Cheney, que conducía inevitablemente a las tropas del imperio a apoderarse de las reservas de hidrocarburos del «Gran Medio Oriente», como la extraña trayectoria de Osama Ben Laden, desde la Liga Anticomunista Mundial hasta el emirato de los talibanes.

En Norteamérica, el principal semanario hispano de información general, Proceso, retomó integralmente en octubre un largo dossier que yo había dedicado a los vínculos financieros que unen a las familias Bush y Ben Laden. Se revelaba así de pronto que los dos hombres que encarnaban respectivamente «el mundo libre» y «el terrorismo» se conocían entre sí y que compartían incluso intereses comunes en momentos en que misteriosos individuos bien informados habían obtenido ganancias fabulosas especulando por adelantado sobre la base de los atentados.

Fueron esas informaciones las que acabaron por convencer a algunos líderes estadounidenses de que los conspiradores no estaban en alguna cueva de Afganistán sino en la Casa Blanca. La representante por el Estado de Georgia, Cynthia McKinney, interrogó a la administración Bush ante el Congreso. Su voz fue ahogada por las vociferaciones patrióticas, pero la duda acababa de hacer entrada en el Capitolio.

En definitiva, reuní mis diferentes artículos y los publiqué en forma de libro en marzo de 2002. Esa nueva presentación, en forma sintética y coherente, de datos que ya había ido publicando durante 6 meses transformó bruscamente la naturaleza del debate. Salíamos de las discusiones sobre los detalles de los hechos para abarcar de nuevo su significado político. De poner en duda los comunicados gubernamentales pasábamos a señalar con el dedo a los criminales, sobre todo porque lo más importante del libro era un análisis de la transformación futura de Estados Unidos en un Estado militar-policíaco y una descripción de su nueva tendencia expansionista.

Perplejos, mis colegas franceses guardaban silencio mientras que la prensa internacional, desde el diario húngaro Népszabadság hasta el chileno La Tercera, publicaban crónicas sobre L’Effroyable imposture. [Publicado en español bajo el título La Gran Impostura, NdlT.]. A pesar de la ausencia de la menor publicidad, el libro, del que se imprimieron 10 000 ejemplares, se agotó en 5 días. Perplejo, un animador de televisión atípico, Thierry Ardisson, me invitó a su programa. El libro se reeditó entonces urgentemente y rápidamente se vendieron 180 000 ejemplares en Francia.

Para la alianza atlántica, me convertí así en el hombre al que había que desacreditar urgentemente. Para mis colegas, que me habían dado ánimos hasta aquel momento, pasé de pronto de la categoría del simpático reportero Tintín a la de peligroso competidor y abominable hereje. Comenzó entonces un diluvio de imprecaciones. Con sólo raras excepciones, todos los medios respetables me lincharon al unísono. El más virulento fue el diario de izquierda Libération, que me estigmatizó en 25 artículos sucesivos. Sin la menor vergüenza, el diario Le Monde publicó un editorial en el que deploró mi independencia de pensamiento libre de las presiones económicas de la profesión. Dominique Baudis, presidente del Consejo Superior Audiovisual, mencionado en mi libro por su papel en el seno del Carlyle Group, hizo que sus subordinados se comunicaran por teléfono con los grandes medios audiovisuales para que me negaran el acceso a sus programas.

El aspecto surrealista que tomaba la polémica resultaba aún más evidente en la medida en que Francia se encontraba en medio de la campaña con vista a las elecciones presidenciales. Todos los candidatos evitaban por tanto cuidadosamente hablar del 11 de septiembre para no provocar divergencias entre sus propios partidarios. La ciudadanía, desilusionada al ver que sus líderes no se pronunciaban y convencida de que los medios de difusión no aceptarían nunca reconocer que se dejaron embaucar por los voceros de la administración Bush, se volvía espontáneamente hacia mis análisis.

Fue entonces cuando el Centro Zayed, el poderoso instituto de estudios políticos que los Emiratos Árabes crearon para la Liga Árabe, me invitó a hablar en Abu Dhabi. Acudieron tantos diplomáticos que la mayoría no pudo entrar en la sala y asistió a la conferencia desde los jardines. Después de la conferencia uno de los más célebres periodistas árabes, Faisal Al-Kassim, me hizo una entrevista de una hora para Al-Jazira. Durante estas intervenciones presenté nuevos elementos y aporté la prueba de que el atentado contra el Pentágono se perpetró con un misil de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Lo más importante es que exhorté a los Estados miembros de la Liga Árabe a pedir la creación de una comisión investigadora internacional por la Asamblea General de la ONU. La polémica política avanzaba así un paso más y se instalaba en lo adelante en el campo de las relaciones internacionales.

El Departamento de Estado tardó más en reaccionar, aunque había enviado una delegación de 7 diplomáticos a escucharme. El Centro Zayed publicó en árabe una versión de La Gran Impostura y el soberano envió los 5 000 ejemplares a las principales personalidades políticas e intelectuales del mundo árabe. Los Estados árabes se negaban a cargar con la responsabilidad colectiva de los atentados. La Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo estaban al rojo vivo. Desacreditar al Centro Zayed se hacía urgente para Washington.

Se desató una campaña de difamación para acabar con los contactos de ese prestigioso instituto con el extranjero. En definitiva, los Emiratos Árabes Unidos decidieron cerrarlo aunque fuera al precio de crear una nueva estructura antes que desgastarse en una polémica inútil. La Gran Impostura se tradujo a 25 idiomas y alcanzó el primer lugar en las ventas en todos los países de la cuenca del Mediterráneo, exceptuando a Israel. Como utilicé los primeros fondos que cobré en el financiamiento de la actividad editorial de la Red Voltaire en el Tercer Mundo, los atlantistas se movilizaron para provocar la quiebra de mi editor, de manera que nunca pude cobrar los derechos de autor, que debían ser considerables.

Washington ejercía presiones de todo tipo sobre Francia para que me hicieran callar. Una organización sionista llamó Hollywood a boicotear el Festival de Cannes, maniobra que Woody Allen logró hacer fracasar. El Departamento de Estado amenazó a los medios de prensa que insistiesen en mencionar el debate con anularles cualquier acreditación. La cacería de brujas se hacia general.

Simultáneamente, algunas voces libres se hacían oír en Europa. Sobre todo la del ex ministro alemán Andreas von Bulow y la del ex jefe del Estado Mayor ruso, el general Leonid Ivashov. La opinión pública y las cancillerías tenían opiniones diversas. Después de realizar verificaciones, los principales servicios de inteligencia militar estaban convencidos de la superchería de la administración Bush. De manera que se puede decir que la más gigantesca operación de propaganda de la Historia había fracasado en menos de un año.

En Estados Unidos el movimiento a favor de la verdad se desarrolló con evidente retraso en relación con el resto del mundo. Los estadounidenses necesitaban un largo período de duelo antes de recuperar su espíritu crítico.

Durante los 5 años transcurridos desde el 11 de septiembre de 2001 recibí varios miles de amenazas de muerte por correo postal y por correo electrónico y tuve que afrontar grandes peligros. En todos mis viajes, algunos Estados y a veces personas privadas pusieron a mi disposición escoltas armados y autos blindados, sin que yo lo pidiera. Supe que se podía viajar con identidades falsas y pasar las aduanas sin ser controlado. Nunca supe con certeza quién me protegía de esa forma.

Tuve la oportunidad de reunirme con numerosos jefes de Estado Mayor, jefes de gobierno y jefes de Estado para presentarles mi investigación sobre el 11 de septiembre y para comunicarles informaciones que no se podían publicar. Sus puertas se abrieron ante mí con extraña facilidad. En función de lo que entendí, albergo la sensación de tener una deuda personal para con Jacques Chirac, con quien nunca me reuní pero cuya alta figura evocaron siempre ante mí aquellos que me recibían y quienes garantizaban mi seguridad.

Durante esos encuentros a alto nivel, observé la evolución de las relaciones internacionales.

El 11 de septiembre se puede analizar como un crimen en masa o como una operación militar, pero quedará en la Historia como una puesta en escena que precipitó al mundo hacia una serie de imágenes y un discurso irracionales. Los hombres que lo propiciaron quisieron provocar un cambio ideológico en Estados Unidos y lo lograron. Ese país pasó de una concepción mesiánica de su propio papel en el mundo a un milenarismo. Hasta entonces se veía a sí mismo como un modelo de virtud y de eficacia. Esperaba regenerar a la vieja Europa y vencer al comunismo ateo. Ahora se presenta como un Estado que está por encima de los demás y con la misión de administrar el mundo él solo. Si los símbolos del poderío financiero y militar estadounidense –el Centro Mundial del Comercio y la sede del Departamento de Defensa– se han visto crucificados, ha sido en aras de propiciar la transfiguración de la bandera de las barras y las estrellas. Desde aquel entonces, Estados Unidos no tiene ya ni adversarios, ni socios, ni aliados. Sólo tiene enemigos y súbditos.

La retórica oficial se hunde en el maniqueísmo: «El que no está con nosotros está contra nosotros». El mundo se convierte en un campo de batalla escatológico donde Estados Unidos e Israel encarnan el Bien, mientras que el mundo musulmán encarna el Eje del Mal.

Este brusco cambio ideológico entroniza el triunfo de la doctrina Wolfowitz sobre la doctrina Brzezinski. A fines de los años 70, Carter y Brzezinski decidieron vencer al Pacto de Varsovia sin confrontación militar directa sino azuzando contra él al mundo musulmán (primero en Afganistán, luego en Yugoslavia y en Asia Central) y reservar las capacidades militares estadounidenses para garantizar la seguridad del aprovisionamiento en hidrocarburos (creación del Central Command). Pero, sobre la marcha de la «Tormenta del Desierto», Paul Wolfowitz aconsejó aprovecharse del derrumbe de la URSS para abandonar el sistema de seguridad colectiva de la ONU y proclamar la supremacía exclusiva de Estados Unidos e Israel.

Para ello era conveniente acrecentar al máximo la asimetría de las capacidades militares mediante el desarrollo del arsenal israelí-estadounidense y disuadiendo a todas las demás potencias de presentarse como rivales. Esto implicaba sobre todo privar a la Unión Europea de toda veleidad política ahogándola en una ampliación forzosa e indefinida.

Esas dos doctrinas estratégicas han gozado del apoyo de diferentes grupos de influencia económica. Los que sueñan con el crecimiento continuo y la apertura de los mercados cuentan con la estrategia de Brzezinski para garantizar un retroceso de los regímenes socialistas y un aprovisionamiento permanente en materia de energía tanto para sí mismos como para sus clientes. Por el contrario, los que sueñan con maximizar las ventas de armas y las ganancias especulativas cuentan con la estrategia de Wolfowitz para crear disparidades y tensiones, sin temer a las desigualdades, crisis y guerras que se presentan como oportunidades para los negocios.

Sin embargo, el espectro del pico petrolero –o sea, el comienzo del agotamiento del petróleo explotable– ha convencido a una sociedad maltusiana de que la paz era imposible a mediano plazo y de que el futuro pertenece a los depredadores.

El mundo actual está obligado a hacer frente a dos Estados expansionistas: Estados Unidos e Israel. Ambos se mueven en función de una lógica que los devora desde adentro: concentran sus capacidades en el fortalecimiento de su poderío militar en detrimento del desarrollo interno. Han consagrado casi toda su actividad a la economía de guerra, en forma tal que para ellos es la paz lo que resultaría funesto. Están obligados a huir hacia delante o a caer en la quiebra. Sin embargo, el apetito de ambos no amenaza a todo el mundo de la misma manera ni al mismo tiempo.

Los europeos se han comportado como avestruces. Han rechazado la verdad sobre el 11 de septiembre porque creían poder seguir siendo aliados de Estados Unidos cuando no eran más que una presa de este último. Admitieron sin pestañear el ataque contra Afganistán por parte de los anglosajones, la creación de un largo corredor que debe permitir a estos últimos drenar los hidrocarburos del Mar Caspio, y la creación de vastas plantaciones de amapola que les permiten apoderarse de los mercados europeos del opio y la heroína. Algunos europeos, lidereados por Francia, creyeron que podrían oponerse a la invasión de Irak. Pero no pudieron hacer otra cosa que decir lo que indicaba el derecho y fueron castigados por su atrevimiento al ser obligados a pagar esta guerra, mediante la dolarización forzosa de las reservas monetarias del Banco Central Europeo. Retrocediendo un poco más, los mismos europeos tratan ahora de desempeñar el papel de mediadores con Irán, como si sus esfuerzos diplomáticos pudiesen modificar la voluntad del Imperio.

Lejos de esas lastimosas dilaciones, el mundo musulmán y los Estados latinoamericanos han dado prueba de lucidez. Comprendieron rápidamente que, luego de haberse sido considerados como variables de ajuste durante la guerra fría y más tarde como peones en el «gran tablero» de Zbignew Brzezinski, no les aguardaba otra cosa que el exterminio. Habían cometido el delito de vivir en el sitio equivocado. Los musulmanes estorbaban en la explotación de los hidrocarburos; los latinoamericanos utilizaban sus tierras para alimentarse en vez de cultivar los biocombustibles indispensables para los 4x4 de los yanquis. Así que no es por casualidad que el jeque Zayed de los Emiratos Árabes Unidos, y más tarde Sadam Husein en Irak, y después Bachar el-Assad en Siria fueron los primeros jefes de Estados en romper explícitamente la mentira. Y, siguiendo la misma lógica, hoy son los principales líderes del Movimiento de Países No Alineados, el venezolano Hugo Chávez y el iraní Mahmud Ahmadinejad, quienes más se expresan sobre el tema.

Los dirigentes rusos, por su parte, se han dividido en un función de una tendencia que ya existía desde antes. Los que estaban preocupados por un rápido enriquecimiento no querían comprometer sus negocios internacionales buscándose la enemistad de Estados Unidos. Por el contrario, los que soñaban con recuperar el estatus de superpotencia aconsejaban debilitar a Estados Unidos mediante la revelación de sus mentiras.

Pragmático, Vladimir Putin no escogió ninguno de los dos bandos sino que actuó de forma que Rusia sacara el mayor partido de la situación. Se indignó medianamente por la guerra en Afganistán, por lo mucho que le divertía ver a los estadounidenses desbaratar el emirato de los talibanes que ellos mismos habían creado, principalmente para utilizarlo como base de retaguardia en la desestabilización de Chechenia. Se opuso a la invasión de Irak, pero más que enfrentar a Estados Unidos prefirió empantanarlos allí apoyando en secreto a la resistencia. Tomó la misma actitud en lo tocante al Líbano y se sorprendió –como todo el mundo, por cierto– ante la victoria del Hezbollah sobre el régimen sionista. Y hoy recurre alternativamente a la negociación o a la amenaza en cuanto a Irán.

Poco a poco está posicionando a su país no como rival de Estados Unidos, sino como protector de los débiles y como árbitro. Por eso se abstiene de hacer declaraciones sobre el 11 de septiembre y permite que los veteranos del KGB lo hagan profusamente en su lugar. Luego de haber creído durante un período de tiempo más o menos largo que se trataba de una pesadilla que iba a disiparse con el despertar, los gobiernos del mundo entero han tomado conciencia del problema que plantea el 11 de septiembre y de la transformación de Estados Unidos. Cada uno de ellos tiene la obligación de proteger a su propio país, lo cual no impide la realización de acciones colectivas para neutralizar a la fiera. Las fuerzas armadas de Estados Unidos y de Israel son muy dependientes, en efecto, de sus ex aliados.

Es así que la negativa de Turquía a permitir que la US Air Force utilizara su espacio aéreo para bombardear Irak obligó al Pentágono a desplazar su dispositivo y a retrasar su ataque. Si otros Estados se hubiesen opuesto así, pasivamente, a esa guerra, la misma no habría podido realizarse.

Sin embargo, el paso a la acción colectiva supone un mejor conocimiento del modo de funcionamiento del imperialismo y del impacto que pudiera tener la adopción coordinada de medidas nacionales. Es a eso a lo que deben dedicarse ahora quienes militan por la verdad sobre el 11 de septiembre. Las víctimas centroamericanas de los escuadrones de la muerte de John Negroponte tienen que intercambiar experiencias con sus víctimas iraquíes. Los indios de Guatemala que se vieron confinados en reservaciones por los consejeros israelíes de la junta tienen que reunirse con los palestinos encerrados en la franja de Gaza. Las personas secuestradas y torturadas en América Latina durante la Operación Cóndor tienen que debatir con las que acaban de ser secuestradas en Europa y torturadas por la CIA, y así sucesivamente. Eso es lo que hemos comenzado a hacer con la conferencia Axis for Peace.

La mentira del 11 de septiembre proporcionó la base de la retórica de la administración Bush. Ha llegado la hora de admitir que no se puede combatir la política de esta administración sin denunciar esa mentira.

(*) Thierry Meyssan es periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article158018.html