8 años después de la invasión
COMISEDE
Se cumplen ocho años de la invasión a Iraq por parte de la coalición comandada por EE.UU, con el argumento del supuesto almacenamiento de armas de destrucción masiva. Una década atrás, Bush padre empezó la tarea de disolución del Estado y la economía iraquí, con la Operación “Tormenta del Desierto” y una injusta década de embargo y sanciones que afectó a la población civil. En momentos que el mundo árabe se revuelve sobre sus cimientos y el Presidente Obama no encuentra una salida efectiva, el presente Informe de COMISEDE (www.comisede.com) analiza las distintas aristas de este escenario.
Hace 20 años el 16 de enero de 1991, George Bush padre iniciaba la primera invasión a Iraq, bajo la justificación de la invasión iraquí a Kuwait en agosto de 1990. Ni la guerra, ni el embargo decretado por Resolución del Consejo de Seguridad 661, produjeron la caída del régimen de Hussein, a pesar de la debacle económica que ocasionó en el país.
18 meses después del atentado de Al Queida sobre las Torres Gemelas del 11/09 y gracias a los artificios de la CIA y el Pentágono, la Casa Blanca se auto generó la amenaza de las armas de destrucción masiva. Puso en funcionamiento el enorme complejo militar de contratistas como la Boeing, Northrop (hasta diciembre 2006, gastos por US$ 400,000 millones)[1], prometiendo paz, prosperidad y democracia. Asimismo, se pusieron en práctica nuevos conceptos de doctrina como la “guerra preventiva”, los “daños colaterales” y sobre todo, una guerra frontal y absoluta contra el terrorismo. Desde el campo multilateral, el Consejo de Seguridad dio a la coalición carácter de fuerza multinacional, pero durante todo este tiempo, el rol de la ONU ha sido marginal, sobre todo después del atentado contra su sede en Bagdad, en agosto del 2003.
En tres semanas se produjo la ocupación de Bagdad y la caída del régimen iraquí. El 2 de mayo del 2003, el Presidente Bush dio su discurso de “misión cumplida”. No obstante, desde la segunda semana las fuerzas de la Coalición se enfrentaron al nuevo tipo de guerra e insurgencia urbana, que tantas bajas civiles ha costado: según una organización especializada, desde que la guerra empezó hubo 1´421,933 iraquíes muertos[2]. Por el lado norteamericano, 4,439 soldados muertos y 33,000 heridos[3].
Uso indiscriminado de armas | Uso de napalm, fósforo blanco y munición con uranio enriquecido |
Detenciones y cárceles | Más de 30,000 iraquíes se encuentran detenidos por razones de seguridad |
Tortura | Caso Base de Abu Graib |
Asesinato de civiles | 122,000 (patrullajes, bombardeos, daño colateral) |
desplazamiento | 1.9 millones en Iraq y 2.2 millones en el exterior |
Durante la ocupación devenida en operación anti insurgente, la Coalición internacional fracasó en contener las insurgencias inter comunales resultantes, caso de los shiitas, sunnies y kurdos, empeñados en obtener la supremacía política, no por mera insurgencia. La formación de una Autoridad Provisional de la Coalición apenas acabadas las operaciones de invasión, no aseguraron la estabilidad necesaria para reconstruir el país. Mientras, las acciones militares estuvieron a cargo del Comando Central de EE.UU (CENTCOM) y la Fuerza Multinacional.
En febrero del 2009, el presidente Obama anunció finalmente, un plan de retiro de 16 meses y la entrega de la seguridad del país a las fuerzas iraquíes. Recientemente, un alto oficial militar norteamericano decía: “the longer we stay now, the lesser we obtain”[4]. Las recientes revelaciones de Wikileaks sobre la invasión de Irak, ponen en evidencia las distorsiones y efectos dañinos de la invasión y la ocupación.
2. Irak, el Magreb y el Islam.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado la resolución que autoriza la implementación de una zona de exclusión aérea sobre Libia. Esto significa que los EEUU y la OTAN, atacarán y bombardearan posiciones militares afines a Gadafi. Parael Secretario de Defensa Robert Gates, se debe “empezar con el ataque y la destrucción de los sistemas de defensa antiaérea", esto es, bombardear radares y otros sistemas para impedir toda repuesta que ponga “ en peligro la vida de sus soldados”. Irak fue el primer país en el que los EEUU, Francia e Inglaterra aplicaron este tipo de medida, como preludio de la posterior invasión del 2003.
Al mes de iniciada la agresión, en Iraq se arrojaron 15,000 municiones guidas de alta precisión, 7,500 bombas no guiadas y 725 misiles cruceros “Tomahawk”, con 7 millones de toneladas de peso bruto. Mención aparte es que se dispararon 300,000 proyectiles de uranio empobrecido en zonas de Bagdad que tuvieron altos niveles de radiación 1,000 veces más del nivel de inocuidad, que han producido importantes tasas de cáncer, malformaciones congénitas abortos y leucemia infantil. Algo similar se producirá en Libia. El pretexto será diferente, pero el interés es el mismo: el petróleo Libio. Confesiones como las de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal son claras: "Me entristece que sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe: que la guerra de Irak fue básicamente por el petróleo".
Si bien es cierto que en el Magreb, los dictadores han sido echados por la ira ciudadana, esto no significa ni garantiza que los intereses que representaron tengan el mismo fin, más aún cuando estos intereses son de origen externo en lo económico, geopolítico y militar. Ahí tenemos a Bahréin en el Medio Oriente, base de la V Flota Naval de los EEUU, país petrolero y con una ubicación estratégica en el Golfo Pérsico, es intervenido militarmente por Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos, para garantizar el “mantenimiento de la seguridad y estabilidad". La represión contra la revuelta no se ha dejado esperar: se denuncian 60 muertes. Para EEUU no es violación de los derechos humanos, ni merece denuncia y condena del Consejo de Seguridad de la ONU. Menos la implementación de una zona de exclusión aérea. Son las dos “caras de Jano”.
Por un momento hace pensar si las acciones –y errores- de EE.UU y el mundo occidental, constituyen una forma de agresión contra el mundo árabe ante una supuesta amenaza que representa el terrorismo de sectores radicales, la migración árabe, la no solución de la cuestión de Palestina y Jerusalén, el ingreso de Turquía a la “fortaleza Europa”, como decía Hungtington[5] y luego afirma John Feffer[6].
3. Irak y América Latina: ¿siguen la lógica?
Definitivamente, la primera prioridad de EE.UU. es el Medio Oriente. Los países con recursos energéticos y el control de las zonas de paso (canales, oleoductos, gaseoductos) son objetivos estratégicos claros para el Pentágono y la Casa Blanca. La forma de actuar es la misma en la Península Arábiga o en América Latina: buscar aliados (democráticos o autoritarios) y mantenerlos estables con financiamiento, armamento, equipo técnico, operaciones conjuntas e invasiones si algo se escapa de las manos, para lograr el control geopolítico. Justificaciones hay muchas: lucha contra el terrorismo internacional, control de Estados fallidos vecinos, guerra preventiva, guerra anti-drogas, “eliminación de autoritarismos”.
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