por Frida Modak
Desde que trascendió que Colombia tenía un convenio con Estados Unidos para facilitarle siete bases militares en su territorio, el tema ha sido objeto de mucha discusión. Sin embargo el convenio ya es un hecho y a eso hay que agregar que se abrirán 4 nuevas bases en territorio panameño, lo que representa un gigantesco paso atrás en la nación istmeña que luchó durante tantos años por recuperar la soberanía sobre su territorio, asta expulsar de allí a las anteriores bases estadounidenses.
Pero el asunto tiene consecuencias para todos los países del área, así como también para el Caribe y para todos aquellos hasta donde alcancen los equipos de espionaje, porque eso son, instalados en las bases. Los gobiernos de la región no llegaron a un acuerdo sobre el tema en la reunión de UNASUR, lo obviaron, optando por considerarlo un asunto interno de Colombia para no entrar en la discusión de hasta donde llega el concepto de soberanía nacional.
Estados Unidos, por su parte, intenta presentar esta expansión de sus bases militares como una forma de combatir el narcotráfico y el terrorismo. Antes de los nuevos convenios los estadounidenses tenían 12 bases reconocidas y otras poco claras, pero pese al despliegue de recursos y efectivos militares el narcotráfico seguía viento en popa y el país del norte continuó siendo el primer consumidor mundial de drogas. El terrorismo no está ni en América Latina ni en el Caribe, sino en los países a los que Washington lleva sus guerras y el dinero del narcotráfico, según los estudiosos del tema, se lava mayoritariamente en los bancos estadounidenses, lo que hasta antes del estallido de la crisis económica actual habría contribuido a paliar los déficit fiscales.
Así se distribuyen
Hasta el año 2000, Estados Unidos tuvo a Panamá como sede de su enorme aparato de vigilancia y espionaje dirigido fundamentalmente a América Latina y el Caribe, pero que le permitía controlar también las relaciones de la región con los demás países del mundo. El 2000,en cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter se tuvieron que ir de Panamá, su base principal, Howard, se la llevaron a Miami y la Escuela de las Américas la instalaron en Fort Benning con el nombre de Instituto de Cooperación Hemisférica, ahí se siguen dando a los uniformados latinoamericanos cursos de inteligencia militar y de técnicas de tortura.
El cambio determinó que el Pentágono tuviera que reprogramar sus planes de control sobre la región y creó los llamados puntos de avanzada de operación, FOL por sus siglas en inglés, estructurados como centros de “movilidad estratégica” y “uso de fuerza decisiva” en guerras relámpago y con bases y tropas de despliegue rápido. En la localidad ecuatoriana de Manta, el presidente de la época les permitió instalar una base que fue la sustituta de la de Howard, y que se convirtió en el mayor punto de espionaje, con equipos satelitales, hacia América del Sur. De ahí despegaban los aviones espías Orion C-130 y los Awac, que interceptan las conversaciones de radio y señales de radar en un radio de 321.8 kilómetros.
Las bases actuales son: en El Salvador está la base militar de Comalapa, que hace monitoreo vía satélite y apoya a las bases grandes. En Honduras, la base Soto-Cano, que originalmente se llamó Palmerola y sirvió para entrenar a los “contra” en el intento de derrocar al primer gobierno sandinista, es una estación de radar que da apoyo para entrenamiento y misiones en helicóptero, vigilando cielos y aguas y se la considera clave para operaciones militares. Es la base a la que llevaron al Presidente Zelaya cuando lo secuestraron para sacarlo del país.
En Costa Rica, el país sin ejército, la base de Liberia que se usó como centro de negociaciones y en la que funcionó hasta 1995 un sistema de radar, entra en funciones otra vez, ahora con un nuevo radar, según anunció hace un mes Paul Trivelli, subcomandante del Comando Sur, quien dijo también que en la localidad de Caldera se invertirán 15 millones de dólares en una base naval que ya se está construyendo. En Colombia operaban tres bases y ahora serán siete, de las cuales la más importante por el equipamiento que se le está brindando es la de Palanqueros, que remplazará a la de Manta. Los militares estadounidenses podrán usar también todos los aeropuertos del país, como anunció hace pocos días el gobierno de Uribe.
Perú, según lo afirma el gobierno del presidente Alan García, no tiene bases estadounidenses, sin embargo se señala que ha permitido el ingreso de militares de Estados Unidos y la construcción de algunas instalaciones en Iquitos y Nanay, zona fluvial de la Amazonia peruana. En Paraguay se encuentra la base militar Mariscal Estigarribia, que simboliza exactamente la finalidad de este tipo de instalaciones militares.
La base se encuentra en la región del Chaco, tiene capacidad para alojar a 20 mil soldados estadounidenses, una enorme pista de aterrizaje y se encuentra a 200 kilómetros de Argentina y Bolivia y a 300 kilómetros de Brasil. Su aeropuerto es más grande que el de Asunción, la capital paraguaya. La base está estratégicamente ubicada, cerca de la triple frontera Paraguay, Brasil, Argentina, y próxima al Acuífero Guaraní, que es la mayor reserva de agua dulce del mundo. Desde allí se vigila también el Altiplano boliviano y Venezuela.
Los problemas que está teniendo el Presidente Lugo, quien en un año de gobierno ha cambiado ya tres veces a la cúpula militar del país, están relacionados con sus posiciones a favor de una América Latina independiente, habrá que seguir el desarrollo de la situación.
Y nos quedan las bases del Caribe, la más conocida es la de Guantánamo, que la administración Bush usó como cárcel y lugar de tortura para presuntos terroristas cuya condición de tales no se ha podido probar, cárcel que Obama no ha podido cerrar como anunció. En las Antillas Holandesas están la base militar Reina Beatriz en Aruba y Hatos en Curazao. La de Vieques en Puerto Rico debió ser desalojada en 2004 a raíz de un fuerte movimiento popular en demanda de su cierre.
A este listado se suman las cuatro bases que se instalarán en Panamá, en medio de una gran polémica, porque se echa por tierra la lucha de décadas por recuperar la plena soberanía del país.
El Pentágono se anticipó, Samper
En este debate en el que tantas cosas se dicen a medias, el ex presidente colombiano Ernesto Samper fue muy claro al ser entrevistado por Telesur. A una pregunta sobre las reales intenciones del Pentágono en relación a las bases en su país respondió:
“Las bases estaban anunciadas en las bases del Pentágono desde el mes de enero. Ahí aparecían las bases señaladas en el mapa de Colombia, antes de que se entrara a negociar con Colombia, estas bases no son para luchar contra el narcotráfico y el terrorismo en Colombia. El tipo de equipos que van a llegar a Colombia, equipos militares, no van a fortalecer la lucha contra el terrorismo o el narcotráfico. Aviones C17 que transportan hasta 70 toneladas de material bélico, aviones P Orion 3 que van a llegar a Barranquilla, que son aviones de espionaje ligero, aviones como el Awac que es un avión que va con una plataforma de vigilancia electrónica arriba, Boeings 707, ¿los van a traer para fumigar los cultivos ilícitos? ¿Van a traer los C17 para llevar masivamente a los narcotraficantes? ¡Por Dios! Esto es un portaaviones para vigilancia electrónica para el hemisferio y eso es lo que temen con razón, no solamente Venezuela, que tiene todo el derecho a tener su miedo sobre estos dispositivos disuasivos, sino lo tienen también Brasil y los países de Unasur”.
Mensaje de Lula
En este contexto, el presidente brasileño le envió el siguiente mensaje verbal a su colega estadounidense: “Querido compañero Obama: no necesitamos las bases Americanas en Colombia para combatir el narcotráfico en América del Sur”.
(*) Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
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