sábado, 28 de noviembre de 2009

África: civilización y cambio climático



por Jesús Chucho García (*)



África sufrirá quinientas veces más los severos castigos del cambio climático que como pandemia ya nos ataca, nos produce enfermedades, hambre, desertificación a causas de los gases invernaderos de las grandes compañías trasnacionales, hambrientas como vampiros de energía, gas, madera, uranio y oxigeno

Fue de ese amplio espacio territorial del planeta llamado Africa Subsahariana, de donde fueron secuestrados más de veinte millones de seres humanos, los cuales fueron trasladados compulsivamente a las Américas y el Caribe para convertirlos en esclavizados y explotar intensivamente sus inteligencias y fuerza física.

La trata negrera, hacia las Américas y Europa, practicada por países como Portugal, Francia, España, Inglaterra, Holanda, Dinamarca y posteriormente Estados Unidos, va a impactar y transformar el carácter civilizatorio de las mayorías de las organizaciones territoriales, administrativas y políticas de Africasubsahariana. Los españoles fueron los primeros en transportar esclavos negros al Nuevo Mundo a principios del siglo XVI. Pero es sobre todo a partir del siglo XVII, con el desarrollo de las grandes plantaciones –en particular en el Brasil- y de la economía azucarera, cuando la trata alcanzó su apogeo. Se estima actualmente que entre el siglo XV y finales del XVIII de 9 a 12 millones de africanos embarcaron en los barcos negreros, siendo la media anual de 60 mil. La tasa de mortalidad en los barcos era elevada, pero el beneficio (300%) era tal que éste comercio jugó un papel considerable en el periodo de acumulación de capital, que precedió a la revolución industrial.

Se puede decir que el interés de la trata era doble: el tráfico triangular no sólo enriquecía muy pronto a los que se dedicaban a él, sino también aseguraba la prosperidad de las colonias con aporte incesante de mano obra.

Este comercio de africanos -que implementado en primer lugar por Portugal, y que después, a partir del siglo XVII se incorporaron las otras potencias europeas-, estuvo muy bien estructurado, se convirtió en el negocio de crecimiento más rápido de acumulación durante esos siglos. Todo era una articulación casi precisa con la visión efectiva del llamado comercio triangular. De ahí que el concepto de civilizaciones africanas va a ser tergiversado por el de tribu, y aun perduran hasta las prácticas conceptuales que tenemos sobre África hoy día…, pero preguntémonos qué era y es una civilización africana.

El filósofo Rwandes Alexis Kagame nos da esa definición civilizatoria como: “la adaptación de un grupo humano que hace uso de toda la gama de la naturaleza humana (inteligencia, voluntad, sentimientos y actividades corporales) para domesticar y mejorar el medio físico que habita (clima, estaciones, minerales, hidrografía, vida animal y vegetal), para protegerse de las causas internas de desintegración, para defenderse de grupos similares que podrían absolverlo y para trasmitir a su descendencia la suma de experiencias que ha recibido de sus antepasados”. (Kagame:1976).

Estas civilizaciones africanas tenían una serie de factores que la estructuraban y, les daba un perfil propio. Estos factores eran los siguientes: 1) Un sistema lingüístico, un amplio territorio, una economía efectiva, un sistema de administración de justicia, un sistema de derecho público interno e internacional; 2) Un sistema de prácticas sociales que gobiernen las relaciones entre individuos y grupos; 3) Un cuerpo de conocimientos tecnológicos en correspondencia con las necesidades reales del grupo; 4) Un criterio artístico (literario, musical, plástico); 5) Un conjunto de conocimientos científicos-reales-especulativos; 6) Un sistema filosófico; 7) y un sistema religioso que provea al individuo de una explicación sobre sus orígenes como la muerte, Dios.

Todos estos aspectos, pese al largo proceso colonial, neocolonial y la globalización cultural esterilizante, no lograron borrar esos elementos del África profunda. El aspecto lingüístico hoy constituye un elemento esencial que unifica a los pueblos yoruba, que tienen más de ocho millones de hablantes, así como la lengua kikongo esparcida por cuatro países (Angola, Gabón y los dos Congos), el Kiswaili hablado en toda el África oriental y parte de África central. Las perspectivas espirituales, pese a más de medio milenio de sometimiento del Islam y el catolicismo, las espiritualidades tradicionales se preservan.

 La destrucción del entorno natural africano

La propuesta civilizatoria del África profunda, hoy adquiere símbolos de modernidad para oponerse en la destrucción de sus recursos naturales… Sólo pensar que el Golfo de Guinea es la segunda reserva forestal más importante del planeta expresa ese concepto de conservación ante las grandes compañías deforestadoras occidentales. El concepto de humanizar la naturaleza sigue vigente. África sufrirá quinientas veces más los severos castigos del cambio climático que como pandemia ya nos ataca, nos produce enfermedades, nos produce hambre, desertificación a causas de los gases invernaderos de las grandes compañías trasnacionales, hambrientas como vampiras de energía, gas, madera, uranio, coltan y oxigeno.

Pero esa concepción civilizadora está amenazada al igual que el resto del planeta, caso concreto de la Amazonia y el corredor ecológico que va de Chiapa hasta Ecuador, incluyendo Venezuela, ya sienten los efectos perturbadores del cambio climático, que por cierto nuestro país y muy concretamente las comunidades afrovenezolanas ya sienten estos cambios negativos. Hoy, hablar de preservar nuestras civilizaciones ancestrales es hablar de preservar el clima ante las malas inversiones y la urbanización mortuoria de nuestra humanidad.

África-América hoy son la salvación de la humanidad

(*) Jesús Chucho García, Fundación Afroamerica y de la diáspora africana.

Fuente: http://alainet.org

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