jueves, 1 de mayo de 2008

Budismo y Socialismo Natural

por el Venerable Ajahn Buddhadassa Bikku (*)

Prólogo

En el budismo antiguo las enseñanzas de los maestros no son consideradas absolutas.

Las enseñanzas del Venerable Buddhadasa nos pueden parecer que están un poco fuera de la realidad, pueden llegar a chocar con nuestra mentalidad occidental. Estas enseñanzas se apoyan en los valores budistas y morales de la enseñanza del Buda. Sin rechazar aquello que en un primer momento nos choca y sin atarnos a aquello que nos gusta, hemos de tener el coraje de profundizar en un pensamiento que no es como el nuestro pero que apoyándose en el Dharma del Buda tiene algo que decirnos.

Estos textos están para abrirnos el espíritu y desplazar nuestra manera de pensar hacia una dimensión budista que no tiene porqué ser aquella que los medios de comunicación nos muestran de forma habitual. Las enseñanzas del Buda nos invitan a dejar el mundo de las apariencias.

Introducción

El término “socialismo” nos es familiar a la hora de hablar de sistema o ideología política. La gran mayoría entiende por socialismo un sistema que es enemigo de la democracia liberal. En nuestros días, cuando nos referimos a socialismo, generalmente entendemos “comunismo”. En este caso no lo tomaremos en ese sentido. Más bien hablaremos de socialismo según los principios o normas religiosas, y, sobre todo, según los principios de la naturaleza. Debemos comprender el verdadero sentido del socialismo en términos de moral.

Por moral (sîladhamma) entendemos la causa de la normalidad o del equilibrio natural de las cosas (prakati). Desde el punto de vista de la causa, la moral es aquello que ofrece el equilibrio o la normalidad; desde el punto de vista de efecto o del resultado es la condición para permanecer en el equilibrio. Visto de esta manera, todo hecho está relacionado con la moral o con lo contrario a la moral. El acto moral es el acto que conduce a la paz y a la calma. La confusión y el caos, por el contrario, son la consecuencia de la falta de moral. Por tanto, el socialismo, debe ser entendido en estos términos. Es un tipo de moral. Para comprender el socialismo desde un sentido más profundo debemos entenderlo en el sentido de su carácter moral. En términos de moral, el socialismo es un sistema que trata de erradicar el desorden y la confusión y aportar el equilibrio (prakati) en la sociedad. En primer lugar es necesario clarificar algunos términos que se asocian al socialismo como sistema político.

La palabra “política”

En principio, examinemos la palabra “política” (kân mu´ang, en tailandés) porque el socialismo es un sistema político o un sistema de ideas políticas. La palabra “política” es problemática. Algunos la ven como algo sin valor, decepcionante o como una estrategia de explotación. Otros la consideran un medio o estrategia capaz de pacificar el mundo. En su origen la política puede ser definida simplemente como “aquello que concierne a muchas personas y a muchas cosas”. La política, en este sentido, es una estrategia para hacer frente a los problemas que surgen cuando los seres humanos viven juntos. Es en este sentido que puede considerarse al socialismo como moral e incluso religioso. En teoría, la política es un sistema moral que permite afrontar los problemas que nacen de la necesidad de una cooperación social. Fundamentalmente el socialismo es un sistema político más moral que cualquier otro sistema.

Podemos decir lo mismo del término “sistema económico”. La mayoría de la gente piensa que es una manera responder a las necesidades físicas o lo utilizan para diferenciar los sistemas políticos. Nosotros debemos preservar el sentido original de dimensiones morales de la economía política o de un sistema económico.

Reflexionemos sobre ese inmenso sujeto que es el “gobierno”. El gobierno puede ser contemplado como medio de dirigir un pueblo, una ciudad, una nación, e incluso el mundo. De este modo, “gobernar” significa resolver los problemas que nacen de las relaciones en un conjunto determinado de seres humanos. El gobierno debe ser intrínsecamente moral (en el sentido que resuelve los problemas, conduce a la armonía o al equilibrio natural). Incluso el estudio de la sociedad, las llamadas “ciencias sociales” (sangham-sâstra), debe ser considerado como una empresa fundamentalmente moral. El término sâstra significa algo que sirve para cortar. En la religión budista usamos este término para referirnos a la clarificación de algún aspecto especialmente difícil, profunda, o extremadamente sutil de los sûtra. Cuando el sâstra se aplica a la sociedad, como es el caso de sangham-sâstra (ciencias sociales), vemos que estos estudios penetran en la compresión de los problemas con el fin de solucionarlos, sean estos problemas políticos, económicos o sociales. Siendo una de las ciencias sociales, la política puede ser considerada como un método para atajar los problemas sociales. No debemos olvidar que la religión está incluida en eso que llamamos ciencia social, o sâstra-sangham.

La palabra “religión” (sâsanâ) y la palabra “política” tienen una relación esencial. La religión tiende a la moral perfecta. Dado que los sistemas políticos deben ser esencialmente sistemas morales (sîladhamma), la política y la religión tienen un punto en común. Por supuesto, la mayoría de gente piensa que la política sólo se ocupa de los aspectos materiales y físicos de la vida. La verdadera religión apunta al desarrollo espiritual (vinnâna) o mental (cit-cai, en tailandés); la política debe hacer lo mismo. Algunos dicen que el budismo es demasiado espiritual y otros que es demasiado materialista. Lo cierto es que el budismo se encuentra en el punto medio. Es una síntesis equilibrada de lo espiritual y de lo material. Lo que tiene de bueno el budismo es que no es esclavo del mundo material, ni tampoco es fanático en cuanto a los asuntos del espíritu.

Tenemos la costumbre de considerar la política como materialista. Decimos por ejemplo que la política es un “trabajo sucio”. Pero si la política es sucia, no es realmente por la política en sí sino por la falta de moralidad de los políticos. La verdadera política es una lucha contra la ignorancia, contra la visión errónea, contra la codicia y la avaricia y contra otras pasiones por el estilo. Desgraciadamente, al ver tanta corrupción política, la gente dice que la política es algo sucio. Y no podemos censurar a la gente por no percibir la política en el verdadero sentido del término. En todo el mundo la política se ha convertido en un medio para conseguir ventaja y poder sobre los demás y los políticos sólo hablan en su propio interés. Esto es lo que realmente mancha el sentido real de la política.

Volvamos al principio. A saber: que ningún aspecto social, ya sea político, económico o religioso, se encuentra al margen de la moral y que la ética es, por naturaleza, la principal ciencia social en cuanto que su fin es resolver los problemas de la sociedad en todos los aspectos con el objetivo de traer una armonía y un equilibrio natural entre las partes.

Debemos ver la política como una forma de moralidad práctica no de moral en el sentido filosófico. La filosofía se ocupa fundamentalmente de la lengua o de las palabras, más que de las realidades de la experiencia humana. La política o la ciencia política, bajo la forma de filosofía que parece tan popular hoy en día, es inútil.

Pero cuando se contempla la política como un conjunto de principios morales, ésta puede ayudar mucho a la gente. Es mejor tomar la política como una religión porque la religión es la moral llevada a la perfección.

Bajo una forma menos desarrollada la llamamos ética social, en su forma más madura es una moral religiosa. La sociedad necesita esta moral religiosa. La ciencia política, como filosofía política o ideología pura, puede conducir a la masacre y la destrucción mutua asegurada pero, como moral religiosa conduce a un estado de paz y de ecuanimidad.

Democracia y socialismo.

“Democracia” y “comunismo” son expresiones del lenguaje político al uso. Pero el sentido de ambas expresiones es ambiguo y a menudo es utilizado de diferentes formas. Por un lado, la democracia puede convertirse en una manera de ganar ventajas y poder sobre los demás y destruirles. Por otro lado, la democracia puede ser un instrumento para establecer la paz. Ambos términos son utilizados por los capitalistas y por los comunistas, oponiéndolos uno contra otro.

Los capitalistas usan la democracia como una forma de defender sus posesiones, sus riquezas, sus propiedades, y consideran que el comunismo quiere quitárselas. ¿Cuál es el sentido fundamental de la democracia? ¿Hay un sentido fundamental del término o se refiere simplemente al contexto y al punto de vista? Miremos desde más cerca el sentido de la democracia en términos de “democracia liberal” por una parte y de “democracia socialista” por otra.

La democracia liberal defiende el ideal de la libertad. Pero la libertad que defiende es tan ambigua que parece estar siempre controlada por las pasiones humanas (kilesa). Aunque el ideal de la libertad esté magníficamente representado en la filosofía de la democracia liberal, es difícil ponerla en práctica. La filosofía liberal o la ideología de la libertad no tiene el poder de resistir la fuerza de las pasiones humanas (kilesa). La ambigüedad de la democracia trae consigo la idea de que todo aquello que se quiera hacer está bien. Tanto el delincuente como el sabio reclaman su libertad en la democracia liberal. Si los delincuentes no tienen libertad para vivir sus pasiones se dice que la libertad no existe. Debemos aceptar el hecho de que tenemos pasiones. Esto será cierto aunque todos los pueblos de la tierra estuviesen unidos. La democracia liberal no puede se eficaz de esta manera.

El socialismo (sangham-niyama), que se opone al ideal de libertad individual del liberalismo, es una forma de democracia más controlada, más apta para conjurar las pasiones humanas. El socialismo se focaliza sobre el bienestar social examinando y corrigiendo los problemas sociales. El liberalismo no da bases para algo socialmente útil porque excita el egoísmo y el bienestar individual más que el bien común. Desde un punto de vista budista podemos decir que hay dos tipos de socialismo: el socialismo dhármico, que es conforme al Dharma del Buda y el socialismo no-dhármico, que no es conforme al Dharma. El socialismo dhármico puede salvar al mundo de lo que parece ser una carrera hacia la destrucción.

El socialismo no-dhármico, por su parte, no puede salvar al mundo a causa de su ignorancia insensata. En tanto que sistema político, el socialismo es mejor que el liberalismo pues este último empuja al egoísmo, anima los intereses egoístas. El liberalismo dhármico, o el liberalismo ideal, animaría a los seres humanos a liberarse de sus pasiones, es decir, al nirvana. La libertad, en su sentido más pleno, es únicamente la que conduce al nirvana. La libertad que caracteriza a la democracia liberal tiene un punto débil muy peligroso: no consigue liberar al ser humano de las pasiones (kilesa). Por ello se opone radicalmente al socialismo dhármico.

Democracia dictatorial

Examinemos una noción muy contradictoria como es la de “democracia dictatorial” (prajâdhipatai-phadetjakâra). Condicionados por la visión liberar, tenemos tendencia a etiquetar negativamente la palabra “dictadura”. El término dictadura tiene dos sentidos. Como método de acción y como ideología. Como ideología política, por ejemplo, no es práctico. Pero como método de acción puede ser útil ya que, en este caso, significa simplemente tomar decisiones firmes de forma expeditiva. Aunque un país socialista sea completamente democrático, deberá resolver los problemas de forma expeditiva. Podríamos llamar a este sistema “democracia expeditiva”. Es en este sentido que decimos que una democracia socialista dhármica es dictatorial o expeditiva.

Si aplicamos métodos expeditivos a los asuntos del espíritu la dictadura adquiere un sentido religioso o verdaderamente dhármico. Cuando somos más expeditivos con las pasiones que obstruyen nuestro espíritu, vemos como esas pasiones se debilitan hasta desaparecer por completo. En efecto, si todos fuéramos más “dictadores” con nosotros mismos en ese sentido, no necesitaríamos ningún gobierno. Cada uno se liberaría por sí mismo de la suciedad de las pasiones y llegaríamos a la cima de la moralidad. Y precisamente el problema de las pasiones el que hace que la democracia liberal sea irrealizable. Dado que la naturaleza de los seres humanos es sucumbir a sus debilidades, la “democracia liberal” tiende a ser interpretada simplemente en términos de intereses personales y egoístas, y no en términos del bien de todos. En principio, todo sistema político debe hacer frente al problema de las pasiones. Debe tomar en consideración el hecho de que nuestra mente carece de pasiones cuando nacemos. Y que es a partir del contacto con las sensaciones cuando las pasiones aparecen y, a partir de ahí, no dejan de multiplicarse a lo largo de la vida. La libertad individual o personal depende de ese problema de las pasiones.

La palabra libertad, en el sentido empleado habitualmente por las democracias liberales, se encuentra en contradicción con la política en el sentido fundamental. Si pensamos que la política es algo que concierne a grupos de personas que viven juntas, entonces la fuerza de un sistema político debe ser el bienestar de todo el grupo. El término “libertad” usado por la ideología liberal concierne únicamente al individuo. El hecho de poner el énfasis en la libertad personal desplaza el centro de interés del grupo al individuo. Este desplazamiento va en contra del sentido de la política. He aquí una historia: alguien había capturado un mono, un pájaro, un gran lagarto, una tortuga y un tigre. Tomó una cuerda y los ató a todos juntos. Después les dejó hacer lo que quisieran. Naturalmente cada uno quiso hacer una cosa distinta. Comenzaron a luchar y cada uno tiró por donde quiso. El mono intentó subir a un árbol, el pájaro quiso volar, la tortuga deslizarse hacia un pantano y el lagarto esconderse en el bosque.

Cuando estamos imbuidos por la palabra “libertad” o la expresión “democracia libre”, debemos recordar que defender la libertad personal de los individuos que son gobernados por las pasiones va en contra de la política en el sentido fundamental del término, que es el de ocuparse del bien general. Un sistema político que no administra la sociedad como un todo es un sistema inmoral. Es importante no olvidar aquí que la libertad es la libertad en el sentido dhármico o religioso que significa en el sentido más fundamental del término “liberarse de las pasiones” (kilesa). Una democracia libre tiene éxito como sistema político en la medida en la que aquellos que la componen están libres de pasiones. Decimos: “la liberación de las pasiones conduce al nirvana”. Por desgracia, no se suele ver nunca la palabra libertad empleada en este sentido en ningún tratado político y jamás se oirá algo así en las discusiones políticas contemporáneas. Hablamos de esta libertad en términos religiosos, pero sin embargo este el tipo de libertad es el fundamento de una sociedad acorde al Dharma y la condición imprescindible para alcanzar el nirvana.

Examinemos ahora más de cerca un tipo de socialismo en el que se usa el término libertad en el sentido de “libertad de las pasiones”. ¿Qué es lo que se encuentra en el centro mismo de este concepto de socialismo? Una manera de explicarlo es volviendo al sentido fundamental de la ciencia política. Si la política es aquello “que pertenece a un gran número de personas” y el socialismo es la “unión de un gran número de personas”, entonces el sentido fundamental de la política y del socialismo es el mismo, a saber, el que concierne a las interacciones de un gran número de personas.

Otra forma de verlo consiste en considerar el socialismo desde el punto de vista de la naturaleza. La naturaleza en estado puro es un ejemplo de socialismo puro. Si la naturaleza se hubiera comportado siguiendo los principios de la democracia liberal, se hubiera destruido a sí misma poco tiempo después de la aparición del mundo. El socialismo ha continuado existiendo allí donde ha reflejado la condición natural de interdependencia y de equilibrio armonioso. Mirad como la naturaleza ha mantenido este equilibrio complejo entre todas sus manifestaciones desde que la tierra existe. Después de que la tierra se separase del sol, o de donde sea que venga, se fue enfriando y se endureció. A lo largo del tiempo, esa materia se hizo piedra y se fueron formando diferentes elementos. Nada existió ni existe de forma independiente. Las aguas dieron origen a los primeros organismos unicelulares que llamamos vida. Con el tiempo esta vida evolucionó hacia formas pluricelulares y luego hacia seres vegetales y animales.

Si somos observadores, nos daremos cuenta de lo que ha sido el plan de la naturaleza desde el principio. En el mundo natural existe en un equilibrio armonioso para sobrevivir, desarrollarse y funcionar bien. Esta interdependencia y este equilibrio pueden ser llamados la “hoja de ruta” de la naturaleza. Según esta “hoja de ruta” ningún ser vivo debe consumir más que la porción de los recursos que le corresponde. Cada estómago, por ejemplo, tiene una capacidad que corresponde con la cantidad de alimento necesario para sobrevivir y crecer. El almacenamiento de alimentos en graneros o en almacenes rompe el plan original. En el mundo natural, la naturaleza controla y limita estrictamente toda forma de acumulación. A través del proceso de evolución, desde los organismos unicelulares hasta la aparición de los primeros seres humanos, el mundo natural ha sido intrínsecamente socialista. La naturaleza no ha dado a ninguna forma de vida los medios para acumular más recursos de los necesarios para sobrevivir y desarrollarse.

Pájaros, insectos, árboles… sólo consumen lo que la naturaleza les permite tomar. Sus niveles de consumo son los apropiados a sus necesidades. Es precisamente este aspecto limitativo, o si ustedes quieren “autoritario”, de la naturaleza el que ha permitido al mundo vegetal y animal sobrevivir y multiplicarse con tanta profusión y diversidad.

Igualmente, los primeros seres humanos no tenían los problemas sociales que tenemos nosotros hoy en día porque no acumulaban recursos. Vivieron un socialismo natural durante centenares de millones de años. Hoy día, estamos aquí porque la naturaleza ha mantenido un equilibrio socialista armonioso a través del proceso de evolución. Este equilibrio natural no ha estado amenazado hasta que un puñado de seres humanos “no naturales” se pusieron a producir y almacenar para ellos mismos por encima de sus necesidades. Esta acumulación incita a la competición y a la lucha más que a la cooperación. Los problemas sociales nacieron cuando el ser humano aplicó su inteligencia a la búsqueda de métodos para acumular riquezas, poder y recursos, ganando así ventajas sobre los demás. Igualmente en nuestros días, algunos individuos y grupos utilizan la "libertad” del tipo democracia liberal para apropiarse de grandes cantidades de riquezas a expensas de otros.

Un pasaje de un texto pali cuenta que alguien tuvo un día la idea de almacenar una gran cantidad de cereales, en vez de recogerlos día a día en función de sus necesidades. Al hacerlo, otros se quedaron sin nada que comer y tuvieron que pelear para asegurar su subsistencia. Hoy día estamos afligidos por los mismos problemas. Diferentes teorías económicas han abordado este problema de la lucha por los recursos. Desgraciadamente, esta mezcla desconcertante de teorías económicas nos aparta de una solución efectiva porque no funcionan conforme a la moral de la naturaleza.

Extracto del libro: Budismo y socialismo, de Ajahn Buddhadassa Bikku
Traducción de Juan Carlos Montoya


“Célebre monje budista, Buddhadasa Bhikkhu fue uno de los primeros en promover la comprensión mutua entre las religiones para el diálogo entre personas de diferentes confesiones y fue altamente respetado en el mundo entero. Dejó su monasterio para redescubrir la inserción del budismo en el mundo y el espíritu de sus orígenes. El acento que puso sobre la interdependencia de todas las cosas ha hecho de él uno de los precursores del pensamiento ecológico y un apóstol de la paz entre naciones. Sus escritos, traducidos y publicados en numerosas lenguas, ejercieron una influencia considerable, sobre la renovación del pensamiento budista. Las reflexiones que expresó tienen el potencial de guiar no solamente a Tailandia, sino también a todas las sociedades que luchan por la creación de un orden social, político y económico justo y equitativo”.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

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