por Sam Pizzigati
¿Quiénes se merecen aparecer este año en la lista de nuestras celebridades más codiciosas? De hecho podríamos elegir a diez eminencias de la avaricia de entre el personal de cualquier gran banco de Wall Street. ¿Pero por qué perderse toda la diversión?
¿Ha sido alguna vez tan fácil elegir a las diez personas más codiciosas del año? No lo creo. Este año podríamos completar la lista entera sólo con banqueros de Goldman Sachs, o de JPMorgan Chase, o cualquier otro de los gigantes de Wall Street. Todos ellos ejecutivos de gimnasio vestidos de tiburones ochentenos, que prendieron la mecha que hizo volar por los aires la economía global para luego procurarse, después de recibir miles de millones en rescates financieros, pagas y extras de cuantías astronómicas –y todo ello en un momento en el que, en casi la mitad de nuestros estados, alrededor de una cuarta parte de los niños estadounidenses sobreviven gracias a las cartillas de comida–.
Eso sí es avaricia. Pero no es esa toda la historia. Los más codiciosos de la Gran Recesión no sólo se sientan en Wall Street. Ocupan los sillones del poder a lo largo de toda la economía de EEUU. Así que, en este último ranking anual de la avaricia, hemos tratado de repasar todo ese panorama.
¿De dónde viene toda esa codicia? Los seres humanos hemos convivido desde siempre con la avaricia, pero los niveles de codicia varían enormemente entre un u otro momento histórico, y entre una u otra sociedad.
Así pues, ¿qué determina en qué sociedades van a hospedarse los campeones de la codicia y la avaricia? En una palabra: la desigualdad. Cuanto más se concentra la riqueza, más crece la codicia. Los EEUU siguen siendo el país desarrollado con mayores desigualdades. Este próximo año, nos tememos, volveremos a tener una magnífica cosecha de avariciosos.
10: Richard Anderson
Las aerolíneas estadounidenses han venido operando, la mayoría de ellas, bajo el radar de los medios de comunicación desde que los grandes bancos del país pasaron a estado de alerta, y eso de hecho ya le viene bien al director ejecutivo de Delta, Richard Anderson.
Delta, ahora la mayor compañía aérea del mundo, ha estado recompensando muy generosamente a Anderson desde el mismo día en que se convirtió en su máximo ejecutivo, en septiembre de 2007. Pero si ustedes han estado atentos últimamente, se preguntarán porqué. Delta, después de todo, perdió 8.900 millones de dólares en 2008. Y en 2009 junto con otros operadores norteamericanos, como la International Air Transport Association, posiblemente acaben perdiendo en conjunto otros 1.000 millones.
Los pasajeros sí están notando esos números rojos. Delta y otros operadores han venido recortando el número de asientos, una estrategia que busca, según el Orlando Sentinel, “permitirles subir los precios de los billetes más a menudo”. Y también están estrujando a los pasajeros cobrándoles por las maletas. El pasado agosto, las tasas por equipaje que cobraban llegaron a los 20 dólares para la primera maleta y 30 para la segunda.
Mientras tanto, Anderson y su familia no sólo vuelan gratis con Delta. La compañía también paga los impuestos correspondientes a sus billetes y muchas otras cosas más.
Para aceptar el puesto de jefe de Delta, hace 28 meses, Anderson se llevó 8 millones y medio de dólares en acciones. Siete meses después, otros 3,4 millones. Y seis meses después de eso, para celebrar la fusión de Delta y Northwest, más opciones de compra de acciones de Delta, por valor de 7,3 millones, junto con más acciones valoradas en 6,1 millones.
Con todas esas recompensas, Anderson debe estar dedicando todas y cada una de las horas del día a relanzar Delta, ¿no? Bueno, casi todas sus horas. Anderson ha estado dedicando parte de su precioso tiempo trabajando en la junta directiva de Medtronic, una empresa de tecnología sanitaria. En 2009, la buena gente de Medtronic le va a pagar 188.000 dólares por sus servicios directivos.
9: George David/Marie Douglas-David
Esta poderosa pareja llegó a los titulares el pasado marzo, debido al desagradable juicio de su divorcio. Nosotros tratamos de discernir cuál de los dos era más avaricioso/a, pero no lo logramos. Ahí va el porqué.
George David, de 67 años y anterior director ejecutivo de United Technologies, una de las grandes contratistas con defensa, tiene un impecable expediente de codicia. Durante los cuatro años que siguieron a los ataques del 11S, David se llevó a casa las mayores pagas de entre todos los directivos del sector de la defensa, unos 200 millones de dólares en total, incluyendo los 88,3 millones en 2004 que le convirtieron en el director ejecutivo mejor pagado del año.
Según el informeExecutive Excess de 2006 del Institute for Policy Studies, que analiza los pagos a directores ejecutivos, los contribuyentes aportan directamente 1/3 de los ingresos corrientes anuales de United Technologies.
Pero George encontró a su igual en avaricia. Marie Douglas-David, banquera de inversión en Wall Street antes de que se casara con George en 2002, firmó un contrato prenupcial antes del día de su boda según el cuál le corresponderían 20.000 dólares a la semana en caso de romperse el matrimonio, algo razonablemente posible dados los 30 años de diferencia entre los cónyuges.
Y efectivamente la pareja se separó el año pasado, y esta pasada primavera acudieron a los juzgados después de que Marie interpusiera una demanda para ampliar el acuerdo prenupcial. Pedía 53.000 a la semana. Marie necesitaba más efectivo, según sus abogados, para cubrir sus gastos básicos. Entre ellos: “4.500 dólares a la semana para ropa, 8.000 para viajes, y 1.500 para comer fuera”.
8: Steve Wynn
El pasado febrero el rey de la industria del juego de Las Vegas, Steve Wynn, anunció un recorte generalizado en las nóminas y los salarios por hora de todos los empleados de su imperio del ocio. El montante total ahorrado por Wynn Resorts: entre 75 y 100 millones de dólares.
En noviembre Wynn Resorts anunció en cambio el pago de un dividendo especial de 4 dólares por acción. El coste total para Wynn Resorts del pago de ese dividendo: 492 millones de dólares. Parte de ese dividendo que corresponde a Steve Gin por las acciones que él tiene: 88,6 millones.
Wynn de momento está el número 141 en la lista Forbes de las 400 personas más ricas de los EEUU. Pero su fortuna de hecho menguó unos 900 millones el año pasado, hasta solamente los 2.300 millones de dólares. Una familia estadounidense normal, según las cifras del Census Bureau, tendría que trabajar casi 18.000 años para ganar esos 900 millones.
Pero Wynn, que está siempre en forma, no se ha dedicado a lloriquear en sus martinis por la pérdida de casi mil millones de dólares. Al contrario, decidió dar la bienvenida al año nuevo de 2009 surcando el Caribe en su mega yate de 183 pies, para luego pasar unos maravillosos días de invierno dando de qué hablar a la prensa del corazón en la Riviera y los Alpes.
7: Robert Rubin
Hacia 1997, el entonces Secretario del Tesoro Robert Rubin se ganó la admiración a lo largo de todo el planeta por sus esfuerzos para atajar la crisis financiera asiática. “Arreglada” una crisis, Rubin se dedicó a preparar la siguiente: negociando el acuerdo de 1999 que ponía fin a la más importante legislación sobre el sector financiero que en su momento se había puesto en marcha con las reformas del New Deal.
Dicha reforma, la Ley Glass-Steagall, básicamente impedía que los bancos de inversión especulasen con los bancos comerciales y las compañías de seguros que recibían los depósitos de ahorradores y asegurados. La Ley Glass-Steagall había venido siendo debilitada a lo largo de los años, pero a finales del pasado siglo todavía tenía suficiente peso para impedir que Citicorp completase una fusión con la aseguradora Travelers Group.
Citi, el mayor banco de los EEUU, y Travelers necesitaban que la Ley Glass-Steagall fuese revocada. Y Rubin cumplió. Gracias a sus contactos y su credibilidad, señala el director de Public Citizen, Robert Weissman, fueron clave para acelerar el trámite en el Congreso, y allanaron el camino para el consiguiente frenesí que se desató en Wall Street y acabó destrozando la economía estadounidense.
Rubin, formado al candor de Goldman Sachs antes de pasar al Tesoro, volvería luego a formar parte del nuevo Citigroup salido de la fusión, en calidad de asesor al más alto nivel. Citi, apostando fuerte por las subprime, terminaría por acabar perdiendo unos 65.000 millones de dólares durante la etapa de Rubin, hasta que en enero pasado Rubin finalmente renunció a sus funciones en Citi.
Al final, Rubin se embolsó 126 millones de dólares en efectivo y acciones por sus servicios prestados a Citi. Pero curiosamente parece que él considere sus años en el banco como algo parecido a un servicio público. Así en una entrevista hecha cuando dejaba el puesto decía que: “Considero que no ha habido ni un solo año en el que hubiese podido irme a algún otro lado y hacer más”.
6: Andrew Hall
Si usted fuese Andrew Hall, el comerciante más famoso del mundo, no le importaría en absoluto lo que la gente pensase. Hall mantuvo una batalla de 4 años – contra sus vecinos en Southport, uno de los pueblos más pijos de Connecticut – para mantener una estatua de hormigón de 80 pies de largo instalada en su césped.
Los vecinos ganaron, y Hall tuvo que quitar el engendro de hormigón. Pero rápidamente lo reemplazó con dos chabacanas esculturas de coches como salidos de un cómic.
Hall puede permitirse tener montones de esculturas. En 2008 se llevó unos 100 millones de dólares jugando con futuros sobre petróleo y otras mercancías – después de haber ganado aproximadamente otros 250 millones durante los anteriores 5 años – y este año espera llevarse otros 100 millones.
Pero su patrón, Citigroup, no lo tenía tan claro. Citi, en ese momento, se encontraba recién rescatado por 45.000 millones de dólares de los contribuyentes, y pagarle 100 millones a Hall, el jefe de la filial de Citi para el negocio de las mercancías, habría provocado un auténtico desastre en la imagen del banco, y también en la de la administración Obama, de paso.
Pero a Hall no le importó. Exigió su comisión, y Citi acabó vendiendo la filial de Hall, a precio de coste, para terminar con el pesado de Hall.
Aunque esta historia, no lo duden, tiene un final feliz para Hall, Citi y el zar de la caja federal, Kenneth Feinberg. Hall va a llevarse sus 100 millones, pero no hasta el próximo año. Ese aplazamiento permite a Citi sostener que no le ha pagado absolutamente nada a Hall en 2009, y además las cuentas de Citi reflejan que este año se han pagado aproximadamente 100 millones menos que el anterior.
Este malabarismo contable es el que ha maquillado en 2009 la nómina de los altos ejecutivos para las siete grandes entidades encuadradas en los planes de rescate financiero, y ha permitido a Feinberg declarar que las presiones desde su departamento han logrado, “de media”, reducir los pagos en efectivo a los ejecutivos de esas siete entidades en un impresionante – y totalmente engañoso – 90 por ciento.
5: John Chambers
A principios de este año, con todos los legisladores devanándose los sesos para dar con la forma de limitar los sueldos de los directores ejecutivos, un grupo de empresas de alto nivel de Nueva York convocó un “Grupo de Trabajo sobre Remuneración de Directivos” para mostrar cómo las propias compañías podían lavar su ropa sucia.
El informe final de este grupo de trabajo, que salió este otoño, pedía a las empresas que se comprometiesen a unas remuneraciones para los altos ejecutivos que fuesen “justas” y “claramente en consonancia con su desempeño real”. Entre la primera media docena de empresas que se comprometían a ello: Cisco, el gigante de las comunicaciones en Internet.
Unos días más tarde, un expediente federal reveló que Cisco iba a pagar “pluses discrecionales” a sus cinco directivos de más alto rango, correspondientes al año fiscal que terminó el pasado julio. ¿Por qué “discrecionales”? La empresa no podía darles los habituales pluses para ejecutivos porqué ninguno de los cinco había cumplido con sus objetivos de rendimiento.
Cisco sostiene que esos cinco altos ejecutivos ofrecieron un “sólido desempeño financiero” mientras que tuvieron que hacer frente a “duros retos económicos”. Nada más lejos de la realidad. Cisco ha echado a unos 1.500 trabajadores desde que la economía se volvió tan desafiante. En cambio el director ejecutivo de Cisco John Chambers se ha embolsado él solito 232,7 millones de dólares durante los últimos 5 años.
En el año 2000, Cisco reinó brevemente al ser la empresa más grande del mundo, medido según el valor total de sus acciones. Luego vino el estallido de la burbuja de las punto.com, pero Chambers pudo deshacerse de un montón de sus acciones antes de que la burbuja colapsara, y se aseguró un beneficio extra de 156 millones de dólares.
El conserje que limpiaba ese año las oficinas de los ejecutivos de Cisco, según el San Jose Mercury News de ese momento, tendría que haber trabajado 8.653 años para ganar lo que Chambers había conseguido en sólo uno.
4: Rupert Murdoch
Los milmillonarios nunca descansan. Ni dejan tampoco que sus activos descansen. Veamos por ejemplo el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch. Hace tres años, Murdoch aflojó unos 30 millones de dólares para hacerse con un yate de 183 pies al que llamó Rosehearty. Y por lo que parece está disfrutando de su inversión: los “caza millonarios” le han visto de vacaciones furtivas con el actor Mel Gibson y su amiguete Billy Joel.
¿Pero que hacen los milmillonarios cuando no pueden dar con ninguna vetusta celebridad que les acompañe a bordo? Pues alquilan sus yates, según el Superyacht World, discretamente claro, a través de agencias charter que nunca revelan quién es el auténtico propietario del barco.
Pero algunas veces esa identidad sí sale a la luz. El Rosehearty de Murdoch, según ha revelado un periodista del mundo de los negocios, se alquila por casi 300.000 dólares a la semana. El servicio del “excepcionalmente solícito personal” de Murdoch viene incluido en el precio.
Y hablando de tarifas, Murdoch ha lanzado una cruzada para forzar a los internautas a pagar por los artículos de prensa que leen online. El motivo: sus ganancias directas de News Corp. – la base de su imperio mediático – cayeron un 14% hasta sólo los 27,5 millones.
3: Mark Hurd
La tinta de las impresoras, señalaba un analista financiero del ámbito de la alta tecnología, “cada una de sus gotas cuesta más que las de cualquier perfume caro”. Mark Hurd, director ejecutivo de Hewlett-Packard desde 2005, no lo querría de otra forma.
HP, bajo dirección de Hurd, se ha ocupado de estrujar al máximo las ganancias que vienen de la gallina de los huevos de oro de los cartuchos de tinta. El año pasado, HP subió los precios de la tinta el doble de lo que subió la inflación. Según informaba SmartMoney el pasado junio, el típico cartucho de 30 dólares cuesta de hecho sólo 3 fabricarlo.
Hurd parece que disfruta tanto recortando salarios y puesto de trabajo como subiendo los precios. En mayo, echó a 6.000 trabajadores de HP a la calle y rebajó las nóminas de los supervivientes entre un 5 y un 15 por ciento.
Y de hecho Hurd se rebajó él mismo un 20% su sueldo en 2009. Pero en 2008 su “sueldo” sólo comprendía 1,45 millones de los 26,04 millones de dólares que recibió Hurd en efectivo. Además se llevó otros 7,9 millones en nuevas acciones, y se sacó otros 10,1 millones vendiendo opciones de compra que le habían pagado en años anteriores.
El reinado de Hurt como director ejecutivo de HP ya ha visto como, por el momento, unos 40,000 trabajadores han perdido su trabajo.
2: Richard Scott
Mike Snow, un directivo regional del ámbito de la sanidad, a principios de este mes recordaba esa noche de hace 12 años en la que el director ejecutivo de Columbia/HCA Healthcare Corp., Richard Scott, que era entonces su jefe, le confesó a él y al resto de los altos directivos de la empresa que el FBI acababa de registrar la oficina que tenían en El Paso.
Scott, desafiante, sostuvo que la acusación del gobierno no tenía fundamento. Mike Snow y sus colegas aplaudieron con gallardía. Recuerda Snow: “Como muchos otros, esa noche yo también creí en los cantos de sirena”.
Pero el gobierno federal siguió adelante y acusó a los cargos más importantes de Columbia/HCA por “estafar a Medicare a la vez que pagaban sobornos e incentivos a los médicos para que mandasen a los pacientes a sus hospitales”. La empresa acabó declarándose culpable de 14 cargos y pagando 1.700 millones de dólares en multas e indemnizaciones.
La junta directiva de Columbia/HCA, entonces la mayor cadena de hospitales privados del país, decidió echar a la calle a Scott, pero educadamente claro. Se marchó con una indemnización en forma de acciones a 10 dólares, un paquete valorado globalmente en unos 300 millones de dólares.
Esta pasada primavera Richard Scott irrumpió de nuevo en los telediarios, revelándose como uno de los principales responsables del primer envite que los medios lanzaron para demonizar la reforma sanitaria de la administración Obama.
Si el presidente Obama logra salirse con la suya, nos advertía Scott en un anuncio pagado por la campaña multimillonaria que ha lanzado, los burócratas van a “decidir qué tratamientos recibe usted, qué medicamentos toma, e incluso qué médicos le atienden”.
Los anuncios de Scott van a preparar el tono maniqueo que le interesa para el debate sobre sanidad pública que habrá este año, y además ayudarán a dejar a decenas de millones de estadounidenses sin cobertura médica alguna, una situación que dicho sea de paso nunca ha preocupado lo más mínimo a Scott, originariamente un abogado especializado en pleitos corporativos.
Como solía decir el propio Scott en sus días de director ejecutivo: “¿Tenemos la obligación de proveer de atención sanitaria a todo el mundo? ¿Dónde trazamos la línea? ¿O es que un restaurante cualquiera debe estar obligado a dar de comer al primero que se presente?”
1: Larry Ellison
Larry Ellison ya apareció en nuestra lista de “los más codiciosos” del año pasado. Y puede que siga apareciendo cada año, ya que nadie más personifica mejor que él, sea personal o profesionalmente, el narcisismo, la arrogancia y la frialdad que separa a las personas solamente codiciosas de las auténticamente corroídas por la avaricia.
En 2008 Ellison, el director ejecutivo de la empresa de software Oracle, impugnó los 166,3 millones de impuestos estatales que tenía que pagar en el norte de California. La comisión de revisión de apelaciones le concedió un reintegro impositivo de 3 millones de dólares, mediante una resolución que va a costar al sistema escolar local unos 250.000 dólares al año, el coste de emplear y disponer de 3 profesores.
Ellison, que dispone de una fortuna personal de 27.000 millones de dólares, pasó buena parte de 2009 sin escatimar gasto alguno para construir un velero lo bastante rápido para ganar la próxima America’s Cup, la competición náutica más importante del mundo. Su nuevo velero tiene pues un mástil de 10 millones de dólares, “de 180 pies de alto y con velas lo bastante grandes para cubrir el interior de un campo de baseball”. Unos 30 diseñadores e ingenieros pasaron 130.000 horas construyendo el navío.
Para mayor diversión acuática, Ellison se lanza a los mares en su mega yate de 453 pies, el Rising Sun, un barco sobre el que es copropietario junto con el magnate de Hollywood David Geffen. Este barquito de 5 pisos contiene 82 habitaciones y una pista de baloncesto que se utiliza también como plataforma de aterrizaje para helicópteros. El coste de fabricación en 2004: 200 millones de dólares.
Respecto a los negocios, Ellison se esforzó todo lo que pudo en 2009 para mejorar los 557 millones que se embolsó en 2008 como director ejecutivo de Oracle. Su fórmula mágica: Ellison es un “fusionador” en serie. Compra empresas, se queda con los clientes y echa a los trabajadores. Su último festín en 2009: la Sun Microsystems de Silicon Valley.
La fusión con Sun, según creen los analistas, casi con toda seguridad conllevará la eliminación de más puestos de trabajo que los 5.000 que se perdieron cuando Oracle compró a su rival, PeopleSoft.
¿Y hemos mencionado los dividendos? Oracle anunció esta pasada primavera que iba a pagar su primer dividendo. Esa decisión, según estimó la CNBC, significaba un desembolso trimestral de 57,5 millones para Ellison en mayo, junto con otros 230 millones en pagos a lo largo de los siguientes 12 meses.
En 2009, el viejo chiste de Silicon Valley seguía siendo cierto: “¿Cuál es la diferencia entre Dios y Larry Ellison? Pues que Dios no cree que él sea Larry Ellison”.
(*) Sam Pizzigatti edita Too Much, la revista electrónica semanal sobre los excesos y la desigualdad.
Traducción para www.sinpermiso.info Xavier Fontcuberta i Estrada
No hay comentarios:
Publicar un comentario