“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.” Sin embargo parece que nuestra Constitución la deciden ahora Merkel y Sarkozy de espaldas a la ciudadanía y con formas anti-democráticas que contradicen la propia Constitución. Se ha publicado ya en distintos medios el artículo 135 pero en casi todos ellos la discusión se está centrando en el tope del 0,4% del déficit y no en la consecuencias reales que se derivan de esa reforma. Hay ciertos puntos sobre los que Democracia real Ya! considera que se debe centrarse el análisis del artículo 135 por su especial gravedad: |
sábado, 27 de agosto de 2011
Comunicado de Democracia real ya sobre la reforma constitucional y el techo de deuda
miércoles, 24 de agosto de 2011
El techo presupuestario es un nuevo golpe de estado Financiero
Comunicado de Democracia real Ya
La noticia conocida hoy sobre la intención del Gobierno de incluir la ley de techo de gasto en la Constitución supondrá una pérdida de soberanía así como la venta de parte de nuestros derechos.
Ninguna reforma de la Constitución -la norma suprema del Estado que consagra la Soberanía de sus ciudadanos- debería hacerse sin un referéndum vinculante.
lunes, 22 de agosto de 2011
Un grito mudo
por Frei Betto (*)
Una foto del periódico me horrorizó: un niño somalí que parecía un extraterrestre desnutrido. El cuerpo, con sus huesitos remarcados bajo la piel. La cabeza, enorme, desproporcionada con el tronco reducido, se asemejaba al globo terráqueo. La boca -¡ay la boca!-, abierta por el hambre, emitía un grito mudo, la amargura de quien no tuvo la vida como un don, sino como dolor.
domingo, 21 de agosto de 2011
Manifiesto de EQUO
Es el momento
En los últimos 50 años, la humanidad ha intervenido sobre la naturaleza y transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia. Esto ha contribuido a obtener considerables beneficios para el bienestar humano y para el desarrollo económico, pero no para todos los habitantes del planeta, y se ha realizado a costa de deteriorar el aire, el suelo, el agua y la diversidad biológica.
viernes, 19 de agosto de 2011
El grito de Lorca contra los tiburones de la fe
Coincidiendo con el 75º aniversario de la muerte de Federico García Lorca y la visita del papa a España, Ian Gibson y Luis García Montero analizan el contenido del poema Grito hacia Roma', en el que el poeta granadino hizo una crítica a Pío XI y a la cúpula de la Iglesia por olvidarse del amor y la espiritualidad y abandonarse al poder y al dinero.
jueves, 18 de agosto de 2011
LOS MECENAS DE ROUCO
Curas madrileños denuncian la estafa de la JMJ, sus vínculos con la ultraderecha financiera y el coste que tendrá para las arcas públicas.
A.- La Fundación “Madrid Vivo”
En nuestro Documento del Foro “Curas de Madrid” sobre la Jornada Mundial de la Juventud – Madrid-2011 decíamos:
- El costo económico del evento es muy alto y creemos que no se compagina con el estilo de Jesús en el Evangelio.
-Para hacerla posible, ha sido necesario un pacto con las fuerzas económicas y políticas que refuerza la imagen de la Iglesia como institución privilegiada y cercana al poder, con el escándalo social que ello supone, particularmente en el contexto de la actual crisis económica.
- Escándalo originado también al comparar la facilidad con que los poderes públicos financian este acontecimiento, por un lado y, por otro con tantos recortes en recursos económicos y en derechos sociales como se está exigiendo a la mayoría de los ciudadanos.
lunes, 15 de agosto de 2011
Golpe de Estado en EE UU
Se ha escrito mucho sobre la crisis de Estados Unidos. Se ha aludido a la complacencia y el fracaso de nuestras élites, a la ignorante furia de un segmento de la ciudadanía espiritualmente plebeyo, a la impotencia intelectual y política de buena parte del resto, a la ausencia de una conexión entre una intelligentsia crítica y los movimientos sociales que en el pasado aportaron sus ideas a la esfera pública, al quebrantamiento de la propia esfera pública y a la consiguiente atomización de la nación. Esos diagnósticos son correctos.
jueves, 11 de agosto de 2011
¿Por qué la crisis actual?
Cuando el presidente Richard Nixon decidió finalizar el Acuerdo de Bretton Woods, que había establecido el dólar como punto de referencia monetaria en el comercio internacional, se creó una enorme inestabilidad monetaria que impactó negativamente sobre el crecimiento económico mundial. La gran variablidad en el precio de las monedas dificultó el comercio internacional. Esta variabilidad afectó especialmente a los países que, como España, tenían una moneda débil (la peseta). Al empresario textil de Sabadell que exportaba sus productos, por ejemplo, a Alemania, le era difícil planificar su venta al mercado alemán porque no sabía cuál sería el valor del cambio del marco con la peseta a medio y largo plazo.
martes, 9 de agosto de 2011
MAYO (una visión espiritual sobre la spanish revolution)
Documental sobre el Movimiento 15M. Entrevistas a Dokushô Villalba, Carlos Taibo, Fabio Gándara y otros.
Dirigido por José Ortega.
Música de José Luis Salas.
Fotografía de José Vicente Bosch.
Dirigido por José Ortega.
Música de José Luis Salas.
Fotografía de José Vicente Bosch.
domingo, 7 de agosto de 2011
Una ventana a un futuro diferente
Manifestación en Tel Aviv el 30 de julio de 2011 |
por DAVID GROSSMAN
El escritor israelí considera que el movimiento de protesta es una ocasión única para la refundación de un país que necesita como pocos la cohesión social.
El sábado 30 de julio por la tarde, mientras nos manifestábamos en Jerusalén, miré a mi alrededor y vi un río de gente que recorría las calles. Había miles de personas que llevaban años sin hacer oír sus voces, que habían abandonado toda esperanza de cambio, que se habían encerrado en sus problemas y su desesperación.
No les resultó fácil unirse a los jóvenes ruidosos provistos de altavoces. Quizá por la timidez propia de unas personas poco acostumbradas a levantar la voz, sobre todo en medio de un coro de gritos. A veces, tenía la impresión de que nos mirábamos asombrados e incrédulos, sin creernos del todo lo que salía de nuestras bocas. ¿De verdad éramos aquella turba, aquella muchedumbre indignada, que levantaba el puño como habíamos visto hacer en Túnez y Egipto, en Siria y Grecia? ¿Queríamos serlo? ¿Hablábamos en serio cuando gritábamos "¡revolución!"? ¿Qué ocurriría si lo conseguíamos y los lazos que mantenían unida nuestra frágil nación se deshacían? ¿Y si las protestas y las pasiones se transformaban en anarquía?
Sin embargo, después de un rato de desfilar, algo empezó a recorrer nuestras venas: el ritmo, la energía, el sentimiento de unidad. No una unidad que nos intimidase y nos aplastara, sino una unidad heterogénea, abigarrada, familiar e individual al mismo tiempo, una unidad que nos proporcionaba un fuerte sentimiento: aquí estamos, haciendo lo que es debido. Por fin.
Pero entonces llegó la desolación: ¿dónde estábamos hasta ahora? ¿Cómo hemos permitido todo esto?
¿Cómo pudimos resignarnos a que el Gobierno elegido por nosotros convirtiera nuestros sistemas de educación y de salud en un lujo? ¿Por qué no gritamos y protestamos cuando el Ministerio de Economía aplastó a los trabajadores sociales en huelga, y antes de ellos a los discapacitados, a los supervivientes del Holocausto, los ancianos y los jubilados? ¿Cómo es posible que durante años empujáramos a los pobres y los hambrientos a una vida de humillaciones sin fin, en comedores sociales y otras instituciones de beneficencia? ¿Cómo es posible que abandonásemos a los trabajadores extranjeros a merced de personas que les perseguían y les vendían como esclavos de todo tipo, incluso sexuales? ¿Por qué nos acostumbramos a la rapiña de las privatizaciones, que provocó la pérdida de la solidaridad, la responsabilidad, la ayuda mutua, el sentimiento de pertenecer a una misma nación?
Por supuesto, semejante apatía se debió a muchos motivos, pero, en mi opinión, la ocupación es el factor que más ha contribuido al fracaso de los sistemas de control y alerta en la sociedad israelí. Los sectores más enfermos y perversos de nuestra sociedad salieron a la superficie mientras nosotros, tal vez por temor a enfrentarnos a la realidad de nuestras vidas, nos dedicábamos con gran placer a todo tipo de cosas concebidas para embrutecer nuestros sentidos y ocultar esa realidad. De vez en cuando, cuando nos mirábamos en el espejo, algunos se sentían satisfechos por lo que veían y otros se estremecían, pero incluso estos últimos decían: bueno, qué se le va a hacer; suspiraban y le echaban la culpa a La Situación [el conflicto árabe-israelí], como si fuera nuestro destino o un decreto de las alturas. Más aún, dejamos que la televisión comercial llenara el vacío en nuestra conciencia colectiva y pasamos a definirnos en función de luchas por la supervivencia y comportamientos depredadores, a atacarnos unos a otros sin piedad y a despreciar a cualquiera que fuera más débil, o diferente, o menos bello, menos rico o menos listo. Hace años que no hablamos entre nosotros, y más tiempo aún que no escuchamos. Al fin y al cabo, en una atmósfera de codicia y egoísmo, cómo no vamos a atacar a los demás y a pulverizarlos, si eso es precisamente lo que nos enseñan en cada momento: sálvese quien pueda.
Cuanto más nos agotábamos negando sin cesar la realidad, más invitábamos a la opresión, la manipulación y el embrutecimiento de nuestros sentidos, y nos fuimos convirtiendo en víctimas de una política secreta -y eficaz- de divide y vencerás. De modo que una cosa llevó a otra, y nuestras reflexiones honradas sobre el destino y la fatalidad disminuyeron hasta quedarse en peleas por "quién ama al Estado de Israel y quién lo odia", "quién es leal y quién es traidor", "quién es un buen judío", en vez de "quién se ha olvidado de que es judío"; cualquier discusión racional está hoy cubierta de una capa de sentimentalismo, el sentimentalismo patriótico y nacionalista del fariseísmo y el victimismo, la posibilidad de hacer una crítica inteligente de la situación ha ido reduciéndose, e Israel, al final, actúa y se comporta con sus ciudadanos de manera totalmente contraria a los valores e ideales que en otro tiempo le daban su carácter extraordinario y el oxígeno que respiraba.
No obstante, de pronto, en contra de todas las predicciones, hay algo que se ha despertado. La gente se frota los ojos y empieza a abrirse a ese algo, todavía indefinible e impredecible, incluso indescriptible, pero que está adquiriendo forma a través de eslóganes rescatados del tópico, como "¡el pueblo exige justicia social!" y "¡queremos justicia, no caridad!" y otros sentimientos recuperados de épocas anteriores. Existen en el aire indicios de una posible curación, un tikkun, y, por primera vez en mucho tiempo, volvemos a respetarnos a nosotros mismos, como ciudadanos individuales y como pueblo de Israel.
Este despertar está lleno de fuerza, pero también de ingenuidad, y puede embriagarnos. Resulta tentador dejarse llevar por la euforia ante todo lo que ha inspirado este giro de los acontecimientos, hacernos la ilusión de que, una vez más, estamos derribando un viejo orden hasta sus cimientos. Pero no es exactamente eso: el viejo orden no estaba tan mal. Tuvo sus grandes logros, que, entre otras cosas, permiten que el movimiento de protesta exprese sus aspiraciones y que se hagan realidad al menos algunas de ellas. Por eso es imperativo que esta lucha utilice un lenguaje distinto al de otras luchas anteriores que ha habido en este país. Por encima de todo, la lucha debe basarse en el diálogo, para ser socios, y no agentes de unos intereses estrechos y egoístas; personas de principios, y no unos oportunistas sectarios; para no vivir según el versículo "cada uno a su tienda, Israel". Esa es la única manera de que este movimiento siga teniendo el inmenso apoyo de la población con el que ha contado hasta ahora. El carácter ligeramente confuso del movimiento es precisamente el que hace posible que los distintos grupos reunidos en él conserven sus propias opiniones políticas diferentes al mismo tiempo que comparten -por primera vez en decenios- un programa común humano y cívico, que nos hace estar orgullosos de pertenecer a esta comunidad. ¿Quién, en Israel, puede permitirse el lujo de renunciar a unos bienes tan escasos?
Este movimiento de protesta y sus ecos nos ofrecen una oportunidad de acercamiento entre distintos elementos de la sociedad que no se comunicaban desde hacía generaciones: religiosos y laicos; árabes y judíos; miembros de clases sociales distintas y distantes. En este proceso de identificar lo que tienen en común y lo que pueden conseguir, incluso la derecha y la izquierda pueden emprender un diálogo más realista y comprensivo; por ejemplo, sobre la apatía de la izquierda ante quienes tuvieron que recolocarse tras la retirada de Gaza, una herida abierta entre los colonos. Dicho diálogo quizá pueda aún salvar lo que sea posible del concepto de solidaridad, que un país en nuestra situación no puede dejar desaparecer. En otras palabras, si podemos encontrar este movimiento de protesta en las palabras del poeta Amir Gilboa -"Un día, un hombre se despierta por la mañana y siente que es una nación, y empieza a caminar"-, entonces debe continuar como el poema: "Y a todos los que se encuentra por el camino les dice: 'Que la paz sea contigo'".
Es fácil criticar la evolución de este movimiento recién nacido y arrojar dudas sobre él. Siempre es más sencillo encontrar motivos para no hacer algo audaz y definitivo. Pero quien escuche los latidos de los corazones de los manifestantes -no solo en el bulevar Rothschild de Tel Aviv, sino también en los barrios pobres del sur de la ciudad, y en los de Jerusalén, y Ashdod, y Haifa y Beit Shean- se dará cuenta de que se ha abierto una ventana a un futuro diferente. Ese es el momento propicio para que suceda algo así, y, para gran sorpresa de todo el mundo, la gente, por fin, está verdaderamente adhiriéndose a la causa. Tal vez es eso lo que quería decir la joven que se me acercó en la manifestación de Jerusalén y me dijo: "Mira. Todavía faltan líderes, pero la gente ya está aquí".
© 2011, David Grossman. Traducido del inglés por María Luisa Rodríguez Tapia.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/internacional/ventana/futuro/diferente/elpepiint/20110807elpepiint_1/Tes
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