viernes, 30 de abril de 2010

Los alucinógenos vuelven a la psiquiatría




Hongos que contienen la sustancia alucinógena psilocibina



 






Varios universidades norteamericanas retoman su estudio para el tratamiento de afecciones mentales

Noticias de Ciencia/Salud:
Sábado 17 de abril de 2010 | Publicado en edición impresa
John Tierney

The New York Times

 
NUEVA YORK.- Como psicólogo jubilado, Clark Martin tenía una buena relación con los tratamientos tradicionales para la depresión, pero su propio caso parecía intratable cuando le tocó luchar contra el cáncer de riñón y utilizar quimioterapia y otros tratamientos penosos.

Nada de eso tuvo efecto durable, hasta que a la edad de 65 años tuvo su primera experiencia psicodélica. Dejó su casa, en Vancouver, para tomar parte en un experimento de la universidad médica Johns Hopkins en el que se utilizaba psilocibina, sustancia psicoactiva hallada en ciertos hongos.

Hoy en día, los científicos están adoptando una nueva postura ante los alucinógenos, que se habían convertido en tema tabú entre los reguladores luego de que entusiastas como Timothy Leary los promovieran en los años 60 con el eslogan de "encienda, sintonice y abandone". Ahora, al utilizar rigurosos protocolos y salvaguardas, los científicos lograron el permiso para estudiar una vez más el potencial de estas drogas para tratar problemas mentales y aportar luz sobre la naturaleza de la conciencia.

En primera persona
Luego de tomar el alucinógeno, el doctor Martin se puso una máscara en los ojos y auriculares, y se tiró en un sillón para escuchar música clásica mientras contemplaba el universo.

"De pronto, todo lo que me era familiar comenzó a evaporarse -recordó-. Imagine que se cae de un bote en medio del océano, se da vuelta y el bote se ha ido. Luego, también el agua desaparece, y luego es uno el que se va."

Hoy, un año más tarde, Martin asegura que una experiencia de seis horas para ayudarlo a sobreponerse a su depresión transformó profundamente sus relaciones con su hija y amigos. Considera que ha sido el hecho más significativo de su vida, lo que hace de él un miembro típico del creciente club de pacientes que experimentaron este tratamiento.

Investigadores de todo el mundo se reúnen esta semana en California, en el más importante congreso de ciencias psicodélicas llevado a cabo en Estados Unidos en cuatro décadas. Planean intercambiar ideas sobre estudios realizados con psilocibina y otras drogas psicodélicas para el tratamiento de la depresión en pacientes con cáncer, en el trastorno obsesivo-compulsivo, en la ansiedad del fin de la vida, en el estrés postraumático y en la adicción a las drogas.

Hasta ahora, los resultados son alentadores, aunque preliminares, y los investigadores aconsejan no sacar demasiadas conclusiones de estos estudios en pequeña escala. No quieren repetir los errores de los años 60, cuando algunos científicos se convirtieron en predicadores y exageraron su comprensión de los riesgos y beneficios de las drogas.

Como las reacciones ante los alucinógenos pueden variar, han desarrollado guías para establecer un entorno confortable con monitores en la habitación para tratar las reacciones adversas. Se han establecido protocolos estándar de manera que los efectos de las drogas puedan ser evaluados con mayor precisión, y también han observado de forma directa las reacciones ante ellas, escaneando el cerebro de las personas que se hallan bajo la influencia de los alucinógenos.

Los científicos están especialmente intrigados por la similitud entre las experiencias alucinógenas y el cambio de vida del que hablan los místicos y los que meditan. Estas similitudes fueron identificadas en estudios de imágenes neurales dirigidos por investigadores suizos y en experimentos liderados por Roland Griffiths, de Johns Hopkins.

En uno de los primeros estudios del doctor Griffiths que abarcaba a 36 personas sin problemas físicos o emocionales, él y sus colegas encontraron que la psilocibina podía inducir a lo que los sujetos participantes del experimento describían como una profunda experiencia espiritual con efectos positivos duraderos para la mayoría de ellos. Ninguno había tenido experiencia previa con alucinógenos y tampoco estaba seguro de qué droga se le estaba administrando.

Para realizar el experimento doble ciego, ni los pacientes ni los dos expertos que lo monitoreaban sabían si estaban recibiendo un placebo, psilocibina u otra droga, como metilfenidato, nicotina, cafeína o alguna anfetamina. A pesar de que los veteranos de la cultura psicodélica de los 60 pueden haber tardado en creerlo, Griffiths aseguró que ni siquiera los que monitoreaban podían afirmar, por las reacciones, si las personas habían recibido psilocibina o metaflenidato.

Quienes monitoreaban a veces debían calmar a los pacientes durante períodos de ansiedad, pero estos generalmente eran cortos y nadie informó sobre efectos negativos. En un estudio llevado a cabo dos meses más tarde, quienes habían recibido psilocibina informaron de más mejorías significativas en su estado general y en su conducta que los miembros del grupo de control.

Los datos se repitieron en otro seguimiento realizado 14 meses después del experimento. En ese punto, la mayoría de los pacientes con psilocibina manifestó, una vez más, mayor satisfacción en su vida y consideró la experiencia una de las cinco más significativas de su existencia.

Desde ese estudio, publicado en 2008, Griffiths y sus colegas han continuado dando psilocibina a la gente con cáncer y depresión, como el doctor Martin. Su experiencia es bastante típica, según afirmó Griffiths: una visión mejorada de la vida luego de una experiencia en la que los límites entre uno mismo y los otros desaparece.

En entrevistas, Martin y otros pacientes describieron su ego y su cuerpo cuando desaparecían: sentían que formaban parte de un estado de conciencia más amplio, en el cual sus preocupaciones personales e inseguridades desaparecían. Se encontraron a sí mismos revisando relaciones pasadas con amantes y familiares con un nuevo sentido de empatía.

"Para mí, fue un completo cambio de personalidad -dijo Martin-. Ya no estaba ligado con el rendimiento ni el control de las cosas. Pude ver que las cosas realmente buenas de la vida suceden y que uno sólo tiene que considerarlas y compartir su entusiasmo natural con los otros. Uno siente que sintoniza con la gente."

Los informes de los pacientes se asemejan tanto a las experiencias místicas, según dijo Griffiths, que parece posible que el cerebro humano esté preparado para percibir estas experiencias "unitivas", quizá debido a alguna ventaja evolutiva. "Este sentimiento de que estamos todos juntos puede haber beneficiado a las comunidades y alentado la generosidad recíproca."

A pesar de que la agencia reguladora de medicamentos ha reanudado la aprobación para experimentos controlados con psicodélicos, ha habido poco dinero destinado a la investigación que es llevada a cabo en universidades como la Johns Hopkins o Harvard, Nueva York. El trabajo ha sido subvencionado por grupos sin fines de lucro, como el Heffter Research Institute y la Asociación para Estudios Psicodélicos (MPAS).

"Esto es una unión de ciencia y espiritualidad -dijo Rick Doblin, director ejecutivo de MAPS-. Gracias a los cambios de estos últimos cuarenta años en que la sociedad aceptó los programas médicos para enfermos terminales y el yoga y la meditación, nuestra cultura es mucho más receptiva ahora y estamos demostrando que estas drogas pueden aportar beneficios que los tratamientos habituales no pueden."

Los investigadores han comenzado a informar el éxito preliminar en el uso de psilocibina para aliviar la ansiedad de pacientes con enfermedades terminales. El doctor Charles S. Grob, psiquiatra que está involucrado en un experimento en la Universidad de California en Los Angeles, lo describe como "medicina existencial" que ayuda a la las personas que están por morir a sobrellevar el miedo, el pánico y la depresión.

"Bajo el efecto de los alucinógenos -escribe Grob-, los individuos trascienden su identificación primaria con el cuerpo y experimentan estados libres de ego antes de su fallecimiento físico real y logran una nueva perspectiva y una profunda aceptación del cambio constante de la vida."
 
Traducción de María Elena Rey

martes, 13 de abril de 2010

Sobre política internacional actual









Entrevista a Noam Chomsky

David Goeßmann y Fabian Scheidler entrevistaron la pasada semana a Noam Chomsky para la revista alemana Freitag.

Freitag: Barak Obama obtuvo en el 2009 el Premio Nobel de la paz mientras destinaba a Afganistán más tropas. ¿Qué ha sido del “cambio” prometido?

Noam Chomsky: Soy de los pocos que no está desilusionado con Obama porque no había depositado expectativas en él. Ya he escrito sobre las posiciones de Obama y sus perspectivas de éxito antes de que comenzase su campaña electoral. Vi su página web y para mí estaba claro que se trataba de un demócrata moderado al estilo de Bill Clinton. Hay, claro, mucha retórica sobre la esperanza y el cambio. Pero eso es como una hoja en blanco. Se puede escribir en ella lo que uno quiera. Quienes se desesperaron con los últimos coletazos de la era Busch buscaron esperanzas. Pero no existe ninguna base para expectativa ninguna una vez se ha analizado correctamente la sustancia de lo que dijo Obama.     

Su gobierno trató  a Irán como una amenaza debido a su programa de enriquecimiento de uranio, mientras países que poseen armas nucleares como India, Pakistán e Israel escapan a la presión. ¿Cómo juzga esta manera de proceder?
 
Irán es sentido como una amenaza porque no obedeció a las órdenes de los Estados Unidos. Militarmente, esta amenaza es irrelevante. Este país no se ha comportado agresivamente fuera de sus fronteras durante siglos. El único acto agresivo se dio en los años setenta bajo el sah de Persia, cuando, con el apoyo de los EE.UU., se invadieron dos islas árabes. Naturalmente, nadie quiere que Irán o cualquier otro país disponga de armas nucleares. Desde luego, se sabe que este estado está indudablemente gobernado por un régimen abominable. Pero aplíquense los estándares reclamados a Irán a socios de los americanos como Arabia Saudí o Egipto y entonces apenas puede criticar uno a Irán en materia de derechos humanos. Israel ha invadido con el beneplácito y ayuda de los EE.UU. Líbano en 30 años hasta cinco veces. Irán no ha hecho nada que se asemeje. 

Con todo, se considera al país como una amenaza.

Porque Irán ha seguido un camino independiente y no se subordina a ninguna orden de las autoridades internacionales. No se comportó de otro modo con Chile en los años setenta. Cuando este país pasó a estar gobernado por el socialista Salvador Allende, fue desestabilizado por los EE.UU. para para producir “estabilidad”. No se trataba de ninguna contradicción. Se había de derrocar al gobierno de Allende –la fuerza “desestabilizadora”– para mantener la “estabilidad” y poder restaurar la autoridad de los EE.UU. El mismo fenómeno lo tenemos ahora en la región del Golfo. Teherán se opone a esa autoridad.
 
¿Cómo valora el objetivo de la comunidad internacional de imponer pronto graves sanciones a Teherán?   

La comunidad internacional: curiosa expresión. La mayoría de los países del mundo pertenece al grupo del bloque no alineado y apoyan enérgicamente el derecho de Irán a poder enriquecer uranio con fines pacíficos. Han repetido con frecuencia y abiertamente que no se consideran parte de la así denominada comunidad internacional. Obviamente pertenecen a ella sólo quienes siguen las órdenes de los EE.UU. Son los EE.UU. e Israel quienes amenazan a Irán. Y esta amenaza ha de tomarse seriamente.

¿Por qué razones?

Israel dispone en este momento de cientos de armas atómicas y sistemas de lanzamiento. De éstos últimos, los más peligrosos provienen de Alemania. Este país proporciona submarinos nucleares   Dolphin, que son prácticamente indetectables. Pueden equiparse con misiles de cabeza nuclear. Israel está preparado para desplegar estos submarinos en el Golfo. Gracias a la dictadura egipcia pueden los submarinos israelís pasar por el canal de Suez.  
No sé si se ha informado de ello en Alemania, pero hace un par de semanas la marina estadounidense informó de que ha construido una base para armas nucleares en la isla Diego García, en el océano Índico. Allí se dispondrían los submarinos equipados con misiles nucleares, incluido el llamado “destructor de búnkers”. Se trata de unos cohetes que pueden atravesar muros de cemento de varios metros de grosor. Han sido pensados exclusivamente para una intervencón en Irán. El destacado historiador militar israelí Martin Levi van Creveld, un hombre claramente conservador, escribió en el 2003, inmediatamente después de la invasión estadounidense de Irak, que “tras esta invasión los iraníes se volverán locos por no haber desarrollado aún ninguna arma atómica.” En la práctica, ¿cómo se puede evitar de otro modo una invasión? ¿Por qué los EE.UU. no están ya ocupando Corea del Norte? Porque allí hay un instrumento de disuasión. Una vez más: nadie quiere que Irán tenga armas nucleares, pero la probabilidad de que Irán emplee armas nucleares es más bien mínima. Se puede comprobar en los análisis de los servicios secretos estadounidenses. Si Teherán quisiese equiparse con una sola cabeza nuclear, el país sería posiblemente arrasado. Una fatalidad de ese tipo no es del gusto de los clérigos islamistas en el gobierno: no han mostrado hasta la fecha ningún impulso suicida.  

¿Qué puede hacer la Unión Europea para disipar la tensión de esta situación tan explosiva?
 
Podría reducir el peligro de guerra. La Unión Europea podría ejercer presión sobre India, Pakistán e Israel, los más prominentes no firmantes del tratado de no proliferación de armas nucleares, para que finalmente lo suscriban. En octubre de 2009, cuando se protestó contra el programa atómico iraní, la AIEA (Agencia Internacional de la Energía Atómica) aprobó una resolución, que Israel desafió, para que este país suscribiese el tratado de no proliferación de armas nucleares y permitiese el acceso a sus sistemas nucleares a inspectores internacionales. Europa trató de bloquearlo. Los EE.UU. también: Obama permitió a Israel saber de inmediato que no debía prestar ninguna atención a esta resolución.
Es interesante lo que sucede en Europa desde que se terminó la Guerra Fría. Quien se hubiera creído la propaganda de todas las décadas anteriores debió esperar que la OTAN se disolviese en 1990. La organización se había creado para proteger a Europa de las “hordas rusas”. Ahora ya no existen las “hordas rusas”, pero la organización se expande y viola todas las promesas que había hecho a Gorbachov, quien fue lo suficientemente ingenuo como para creerse lo que le dijeron el presidente Bush y el canciller Kohl, a saber: que la OTAN no se desplazaría ni un milímetro hacia el Este. Gorbachov se creyó, según opinan los analistas de estado, todo lo que dijeron. No fue muy sabio. Hoy la OTAN se ha expandido a grandes zancadas hacia el Este y sigue su estrategia de controlar el sistema mundial de energía, los oleoductos y gasoductos y las rutas de comercio. Hoy es una muestra del poder de intervención estadounidense en el mundo. ¿Por qué Europa acepta esto? ¿Por qué no se planta y mira frente a frente a los EE.UU.?

Aunque los EE.UU. quieren seguir siendo una superpotencia militar, la economía estadounidense prácticamente de desplomó en el 2008. Hicieron falta miles de millones para apuntalar Wall Street. Sin el dinero procedente de China, los EE.UU. quizá hubiesen entrado en bancarrota.

Mucho se habla del dinero chino y mucho se especula a partir de este hecho sobre un desplazamiento de poder en el mundo. ¿Podría China relevar a los EE.UU.? Tengo a esta pregunta por una muestra de extremismo ideológico. Los estados no son los únicos actores en el escenario mundial. Hasta cierto punto son importantes, pero no del todo. Los actores, que dominan sus estados respectivos, son sobre todo económicos: los bancos y las corporaciones. Si se examina quien controla el mundo y determina la política, uno se abstiene de afirmar un desplazamiento del poder mundial y no digamos ya de la fuerza de trabajo mundial. China es el ejemplo extremo. Allí se dan interacciones entre empresas transnacionales, instituciones financieras y el estado en la medida en que eso sirve a sus intereses. Ése es el único desplazamiento de poder, pero no proporciona ningún titular.
 
Noam Chomsky, que acaba de cumplir 81 años, es el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la resistencia antiimperialista mundial. Es profesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero

EL AMOR CONSCIENTE



por John Welwood

Generalmente, solemos considerar que las relaciones íntimas son adecuadas cuando satisfacen nuestras necesidades de amistad, seguridad, sexo y autoestima. Sin embargo, si aspiramos a convertir nuestras relaciones en un sendero —en un sendero sagrado— nos veremos obligados a ampliar nuestra perspectiva y a asumir una visión más comprehensiva que, incluyendo todas esas necesidades, no se halle, sin embargo, circunscrito a ellas. Nuestro tema tiene que ver con el cultivo del amor consciente, de ese amor que puede inspirar el desarrollo de una conciencia más expandida y la evolución de las personas implicadas.
Sin embargo, no debemos mostramos demasiado idealistas porque las relaciones íntimas nunca funcionan a un solo nivel. Vivimos simultáneamente en diferentes niveles y cada uno de ellos tiene sus propias necesidades concretas.

Niveles de conexión

El vínculo más primario que podemos encontrar en la parejar es la necesidad de una fusión simbiótica originada en el deseo de alcanzar el alimento emocional del que carecimos en nuestra infancia. Obviamente, esto es algo por lo que atraviesan muchas parejas que, cuando acaban de conocerse, atraviesan una fase simbiótica que les lleva a cortar temporalmente otras actividades o amistades y a pasar la mayor parte del tiempo juntos. El estadio simbiótico de una relación puede así contribuir a que ambas personas lleguen a establecer un profundo vínculo emocional. No obstante, si la simbiosis se convierte en la principal motivación de la relación o si perdura demasiado tiempo, termina convirtiéndose en un factor limitador que establece una dinámica paterno-filial que limita el rango de expresión e interacción de ambas personas, destruye los roles masculino y femenino de la relación y termina creando pautas de comportamiento adictivas.

Más allá de la necesidad primitiva de fusión simbiótica, el deseo fundamental que aparece en una relación es el del compañerismo, un deseo que puede asumir formas más o menos sofisticadas. El compañerismo constituye un ingrediente esencial de toda relación pero ciertas personas, sin embargo, parecen no desear nada más de su pareja.

Otro nivel posterior de relación es el que se establece en el caso de que los amantes no sólo compartan las actividades y la compañía del otro sino que también tengan intereses, objetivos y valores parecidos. Así pues, cuando una pareja comienza a crear un mundo común podemos afirmar que ambos se adentran en el nivel de la comunidad, un tipo de relación que, al igual que el compañerismo, constituye una forma terrenal y concreta de relación.

Sin embargo, más allá del hecho de participar de los mismos valores e intereses del otro, se encuentra el nivel de la comunicación, un nivel en el que somos capaces de compartir todo aquello que ocurre en nuestro interior, es decir, todos nuestros pensamientos, expectativas, experiencias y sentimientos. Establecer una buena comunicación es una tarea mucho más difícil que tratar simplemente de crear una situación de compañerismo o de comunidad. Este nivel requiere que cada miembro de la pareja sea totalmente sincero al expresar lo que ocurre en su interior y tenga el valor suficiente como para superar los inevitables obstáculos que aparecen ante cualquier intento de compartir dos verdades diferentes. La buena comunicación es, con toda certeza, el elemento más importante de cualquier relación cotidiana sana.

Un nivel todavía más desarrollado de la comunicación es la comunión. Más allá del hecho de compartir los pensamientos y los sentimientos existe el reconocimiento profundo del ser de otra persona, un reconocimiento que suele descubrirse en el silencio, tal vez mientras miramos a los ojos de nuestra pareja, estamos haciendo el amor, paseando por el bosque o escuchando música. Es como si, de pronto, nos sintiéramos percibidos y conmovidos en aquel núcleo profundo del ser que trasciende a la personalidad. Seguimos siendo plenamente nosotros mismos pero, al mismo tiempo, estamos completamente en contacto con nuestra pareja. Este tipo de relación es tan extraño y sorprendente que no suele pasar desapercibido. Por otra parte, aunque la comunicación pueda ser fruto de un trabajo deliberado, la comunión, por su parte, es completamente espontánea y se encuentra más allá de nuestra voluntad. La comunicación y la comunión son formas de intimidad más profundas y sutiles que la compañía y la comunidad y tienen lugar, respectivamente, en el nivel de la razón y en el del corazón.

Más allá de la dualidad

La profunda intimidad de la comunión puede alimentar el anhelo a superar completamente la dualidad, una aspiración, en definitiva, por lograr la unión completa con la persona amada. No obstante, aunque este anhelo expresa una necesidad auténticamente humana, se dirige, en realidad, hacia lo infinito, lo absoluto y lo divino. Pero cuando este deseo de unión definitiva permanece ligado a una relación concreta suele terminar creando problemas y reduciendo nuestra aspiración por la realización espiritual a la idealización, la inflación, la adicción y la muerte. La forma más adecuada de orientar nuestra aspiración hacia la unión consiste en una práctica espiritual auténtica —como la meditación, por ejemplo- que nos enseñe a ir más allá de la mente dicotómica en todas las áreas de nuestra existencia. Así pues, aunque apunten en esa dirección, las relaciones intimas pueden alentar este tipo de práctica pero jamás pueden llegar a sustituirla.

Toda relación tiene áreas, más o menos intensas, a lo largo de este continuo de conexión. Las parejas que comparten una relación profunda de ser a ser, que mantienen un buen nivel de comunicación, que tienen intereses y valores comunes y que disfrutan naturalmente de la compañía del otro, logran establecer un equilibrio ideal entre el cielo y la tierra, por así decirlo. (La sexualidad, por su parte, puede operar en cualquiera de estos niveles: como una forma de unión simbiótica, como compañía corporal, como un ejercicio compartido, como una forma de comunicación o como una comunión profunda.)

El amor consciente sólo aparece cuando ambas personas logran establecer una comunión esencial que trasciende a la personalidad. En esos momentos de comunión, estamos simultáneamente en contacto con nuestra propia esencia y con la esencia de nuestra pareja y, sin embargo, seguimos siendo individualidades separadas. Por más próximos que nos hallemos nunca podremos llegar a compartir plenamente nuestros mundos ni a saber del todo cómo son las cosas para la otra persona. Así pues, aunque podamos compartir ciertos momentos fugaces de unidad en los que nuestra esencia permanece en contacto, la unión completa siempre estará fuera de nuestro alcance.

Ahora bien, no existe modo alguno de retener a otra persona ni de poder utilizar la relación como una forma de escapar de la soledad. Nuestra pareja es sólo un préstamo temporal que nos concede el universo, un préstamo que ignoramos cuándo se nos reclamará. En el fondo de la devoción a otra persona anida la dulce y melancólica plenitud de un corazón que sólo anhela desbordarse.

La soledad
 
La soledad es, a fin de cuentas, lo que nos impulsa a salir de nosotros mismos. Por consiguiente, no es necesario que nos aislemos porque la soledad, como simple presencia, es lo que compartimos con todas las criaturas de la tierra, es el trasfondo del que brotan todos los tesoros: un anhelo desbordante que nos hace salir de nosotros mismos, escribir un poema, componer una canción o crear algo hermoso.

Cuando valoramos nuestra soledad podemos ser nosotros mismos y entregarnos más plenamente. Entonces ya no necesitaremos que los demás nos protejan o nos hagan sentir bien sino que, en lugar de eso, estaremos en condiciones de ayudarles para que sean ellos mismos. El amor consciente sólo puede brotar como el fruto maduro de un corazón herido.

Todas las tradiciones espirituales coinciden en afirmar que la persecución exclusiva de nuestra propia felicidad no conduce a la verdadera satisfacción porque los deseos personales se multiplican de continuo generando nuevas frustraciones. La verdadera felicidad —la que nadie puede arrebatamos— emana de la apertura de nuestro corazón, de su proyección hacia el mundo que nos rodea y se complace con el bienestar de nuestros semejantes. Si queremos preocupamos por el desarrollo y la evolución de las personas a las que amamos es necesario poner en funcionamiento las capacidades más profundas de nuestro ser y evolucionar nosotros mismos. La evolución exige la puesta en marcha de todas nuestras cualidades.

Así pues, todas las dificultades propias de las relaciones constituyen, en realidad, una oportunidad excepcional: descubrir el camino sagrado del amor cuya llamada nos alienta a cultivar la plenitud y la profundidad de nuestro ser.
 

La otra orilla del amor
 
El logro más elevado del amor, el amor consciente, encamina a los amantes más allá de si mismos y les lleva a conectar plenamente con la totalidad de la vida. En realidad, el verdadero amor carecerá de espacio para desarrollarse hasta el momento en que se proyecte hacia el exterior. El punto más elevado de la relación amorosa apunta al logro de un sentimiento de hermandad con toda forma de vida, lo que Teilhard de Chardin denominaba «amor por el universo». Sólo de este modo podrá el amor -como afirmaba Teilhard— «convertirse en luz y poder ilimitados».

El sendero del amor se propaga en círculos. Comienza en el hogar —encontrando nuestro sitio, haciéndonos amigos de nosotros mismos y descubriendo que, bajo la confusión y el engaño de nuestro propio egoísmo, se esconde la riqueza intrínseca de nuestro ser—. Cuando llegamos a establecer contacto con esta plenitud fundamental que anida en nuestro interior descubrimos que tenemos mucho más que ofrecer a nuestra pareja de lo que anteriormente imaginábamos.

Cuando dos personas se preocupan por el desarrollo de la conciencia y el espíritu de su pareja tienden naturalmente a compartir su amor con los demás. Y, de este modo, las nuevas cualidades emergentes —la generosidad, el coraje, la compasión y la sabiduría, por ejemplo- se extienden más allá del círculo de su propia relación. Estas relaciones son el «hijo espiritual» de la pareja, lo que su unión puede ofrecer al mundo. Una pareja florecerá, pues, cuando su visión y su actividad no se centren exclusivamente en ellos mismos sino, por el contrario, cuando sean capaces también de incluir a la comunidad de la que participan.

Pero, como señala Teilhard de Chardin, el amor entre dos personas puede expandirse todavía más. Cuanto más profunda y apasionadamente se ame una pareja mayor será su preocupación por el estado del mundo en el que viven, más conectados estarán con el planeta y, en consecuencia, se ocuparán de cuidar del mundo y de todos los seres que necesiten su ayuda. El logro máximo y la más plena expresión del amor se alcanza cuando éste llega a abarcar a toda la creación enriqueciendo y fortaleciendo entonces, a su vez, la vida de la pareja. Este es el gran amor y el gran camino que nos conduce hasta el mismo corazón del universo.

miércoles, 7 de abril de 2010

La Sociedad Mundial de la Ceguera

Por Leonardo Boff
El poeta Alfonso Romano de Sant’ana y el premio Nobel de literatura el portugués José Saramago, hicieron, en base a la ceguera, severas críticas a la sociedad actual construida sobre una visión reduccionista de la realidad. Demostraron así que hay muchos presuntos videntes que son ciegos y algunos ciegos que son videntes.
Hoy se pregona pomposamente que vivimos en la sociedad del conocimiento, una especie de nueva era de las luces. Y efectivamente así es. Cada vez conocemos más sobre cada vez menos. El saber de un año es mayor que todo el saber acumulado en los últimos 40 mil años, Si eso, por una parte, nos aporta innegables beneficios, por otra nos vuelve ignorantes en muchas dimensiones colocándonos escamas en los ojos que nos impiden ver la totalidad.

Lo que hoy está en juego es la totalidad del destino humano y el futuro de la biósfera. Estamos pavimentando, objetivamente un camino que nos puede conducir al abismo. ¿Por qué ni la mayoría de los especialistas ni los jefes de Estado, ni los grandes medios que pretenden proyectar los posibles escenarios futuros no ven esta brutal situación? Simplemente porque la mayoría de ellos se hallan enclaustrados en sus saberes específicos en los cuales son muy competentes pero que por eso mismo, se vuelven ciegos ante los acuciantes problemas globales.

¿Cuál de los grandes centros de análisis mundial previó en los 60 el cambio climático de los 90? ¿Qué analista económico premio Nobel previó la crisis económica financiera que devastó a los países centrales en 2008? Todos eran especialistas en su campo limitado, pero como idiotas en temas fundamentales. En general sucede así solo vemos lo que comprendemos. Como los especialistas comprenden solo una mínima parte de lo que estudian, terminan viendo apenas esa mínima parte, pero permanecen ciegos para el todo. Cambiar esta forma cartesiana de saber desmantelaría habitos científicos consagrados y toda una visión del mundo.

La independencia en los terrenos de la física, de la química, de la biología, de la mecánica cuántica y de otros sectores es ilusoria. Todos los sectores y sus saberes son interdependientes, una función del todo. De este concepto derivó la teoría de Gaia que no es un tema del New Age sino el resultado de una minuciosa observación científica. Su formulación ofrece bases políticas globales para el control del calentamiento de la Tierra que para sobrevivir, tiende a reducir la biósfera y hasta el número de organismos vivos, sin excluir los humanos.

La reunión de la COP.15 en Copenhage sobre los cambios climáticos fue emblemática. Como en la mayor parte de nuestra cultura rehén de la atomización de los saberes, lo que predominó en los discursos de los jefes de Estado fueron intereses parciales : tasas de carbono, niveles de calentamiento, cuotas de inversión y otros datos fragmentarios. La cuestión central era otra: ¿qué destino queremos para toda nuestra Casa Común? ¿ Qué podemos hacer colectivamente para garantizarle a Gaia las condiciones necesarias para que pueda seguir siendo habitable para nosotros y para los demás seres vivos?

Esos son los problemas globales que trascienden nuestro paradigma del conocimiento especializado. La vida no cabe en una fórmula, ni puede quedar al cuidado de una ecuación matemática. Para captar el todo es necesario realizar una lectura sistémica, acompañada por una razón cordial y compasiva, será luego esa razón las que nos moverá a la acción.

Tenemos que desarrollar urgentemente diferentes capacidades, sumar, interactuar, unir, repensar, rehacer lo que fue deshecho e innovar. Es un desafío dirigido a todos los especialistas que deben convencerse de que una parte sin un todo no es una parte. Articulando todos esos fragmentos de saber rediseñaremos el conjunto de una realidad que debemos comprender, amar y cuidar. Su totalidad es el principal contenido de la conciencia planetaria, esa sí es la era de luz superior que nos liberará de la ceguera que nos aflije.

Leonardo Boff es teólogo y autor de “La nueva era: la conciencia planetaria” Record (2007) http://alainet.org/active/36381
Traducción Susana Merino